Al día siguiente.
Aiden se despertó con un tremendo mareo y un dolor punzante en todo su cuerpo, sin embargo, para él eso no era más que una mera costumbre, y, haciendo caso omiso a su dolor, decidió irse directamente al baño para cepillarse los dientes y preparase para marcharse. Y al verse en el espejo, notó como tenía unas ojeras muy oscuras en sus ojos; se palideció al instante por ver como tenía su cara.
Ayer no lo tenía así y no creía que se tratará por la falta de sueño, ya que durmió sus 8 horas con mucha normalidad. Pero tras analizarlo otro rato más, decidió que daba igual como se viera y se apuró rápidamente que limpiar su cuarto, prepararle la comida a si gato y luego salir de su departamento para luego bajar del edificio y subirse al auto.
— Buenos días.—Dijo Arden desde el asiento delantero.
— Buenos días— Respondió con una mirada perdida.
—Se encuentra bien hoy?...
— Si, solo tengo sueño, no tienes que preocuparte; en todo caso, mañana tienes un permiso de ausencia, no?.
— Así es, perdón por la repentina solicitud...
—No tienes que disculparte, sea lo que sea, tienes todo tu derecho de ausentarte si es importante.
— Si es asi..., no me perguntará por que me ausento?.— Preguntó rígido, nervioso por lo que acababa de preguntar.
— Debería hacerlo?, si quieres decírmelo puedes hacerlo, pero si no te sientes seguro o es algo muy personal, no tengo por qué forzarte a hacerlo, es así de simple.— Explicó, encogiéndose de hombros y mirando hacia afuera.
—Tiene razón..., gracias por su comprensión.
—Ni lo menciones...
Y tras ese breve intercambio de palabras, el resto del viaje transcurrió en completo silencio; el ambiente, sin embargo, parecía estar animado y sin ninguna incomodidad por parte de ambos, con la música de la radio como ruido de fondo y el sonido de las hojas pasando mientras Aiden leía un libro.
Finalmente, ambos llegaron a su destino, y Aiden se bajó del auto, tomó sus cosas y se despidió de Arden, deseándole buena suerte en su día.
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Estuvo paseando por un largo rato, esperando que fuera la hora predestinado para entrar a clases, ya que al parecer había llegado dos horas antes. Así que se dispuso a dar un largo paseo por el parque del campus, admirando los árboles, las flores y la fría brisa de la mañana que pasaba por el lugar.
Aún era un poco oscuro, pero aun así, los faroles del parque iluminaban lo suficiente como para ver desde lo lejos el camino del parque, por lo que no era del todo difícil seguir el camino.
Y mientras caminaba por uno de esos caminos del parque, pudo escuchar claramente como una chica rogaba desde una distancia prudente, por ayuda. Al instante, se detuvo en seco, pensando que tal vez lo había alucinado, así que no se movió de su lugar y guardo silencio, esperando escuchar la voz de nuevo, para confirmar si lo que escucho era cierto o no. Pasaron los minutos, y no escucho nada, pero al momento en que estaba por reanudar su caminata lo escucho de nuevo.
— Ayuda por favor!— Exclamó desde lejos con la voz casi quebrada.
Al instante, Aiden se dispuso a correr hacia el origen de donde provenía la voz. Y luego de unos largos minutos, por fin la encontró.
A lo lejos, pudo ver como unas tres siluetas sujetaban de los pies y los brazos a una pobre chica que forcejeaba en el suelo, intentando con todas sus fuerzas, zafarse de las garras de esos tipos.
Por unos momentos, Aiden no sabía que hacer; paralizado por la escena, su mente comenzaba a pensar a mil por minuto, hasta que por fin, dio con una idea que le sería bastante útil, aunque fuera de lo más simple. Rápidamente, sacó su teléfono, busca una música en YouTube, y tomando una pequeña bocina que tenía en su mochila, la colocó cerca de unos arbustos para que estuviera ocultos, y procedió con su plan.
Corrió a gran velocidad hacia el grupo de matones, y para que se hiciera notar, exclamó sacudiendo el teléfono.
— Oigan!, suelten a la chica ahora mismo!, ya llamé a la policía así que será mejor que se vayan!.
Cuando los chicos escucharon eso, se alarmaron por la repentina intervención de un desconocido en la escena, pero aún más cuando escucharon que la policía podría estar relacionada; sin embargo, uno de los chicos, que parecía ser el líder, tomó riendas en el asunto.
—¡No le crean!, de seguro es mentira— Exclamó el chico, tratando de calmar la tensión en el grupo.
El chico en cuestión; tenía la piel morena; ojos marrones claros; y cabello de un color gris claro. Vestía un suéter verde; pantalones largos y apretados; junto con unos zapatos blancos.
Pero lo que el chico no vio venir, y de lo que no se dio cuenta, es que cuando Aiden, presionó un botón de su teléfono, activo el audio de una patrulla de policía y al mismo tiempo, las bocinas comenzaron a emitir ese sonido a la distancia, dándole la sensación de que la policía se aproximaba a lo lejos.
Fue así como todos se alarmaron más, acobardándose y abandonando a la chica.
—¿¡A donde creen que van?!, vuelvan aquí de inmediato— Volvió a gritar el chico, pero esta vez con una expresión de espanto, y corriendo hacia una salida.
Y en cuanto a la chica; se quedó tan sorprendida por todo lo que pasaba de manera tan abrupta, que lo único que pudo hacer fue quedarse tumbada en el piso, dirigiéndoles una mirada de incredulidad a los chicos, para después, centrar su atención en Aiden, que se acercaba a su posición, no obstante, se mantuvo a una distancia prudente por si ella, se sentía agobiada.
—¿Te encuentras bien?.
No hubo respuesta.
— Bueno..., en ese caso, deberías levantarte y largarte de aquí, yo ya me voy, nos vemos.
Pero cuando estaba a punto de irse, la chica se aferró a la manga sé su ropa.
《 Esto..., este tipo de escena dramática me resulta familiar...》
Pregunto para sus adentros, paralizado por como se había aferrado a él, y con mucho sigilo, giro su cabeza hacia abajo.
—Por... por favor..., puedes quedarte aquí un momento?...— Le preguntaba mientras le temblaban las manos.
—Está bien..., solo por unos minutos, luego me iré y será mejor que tú lo hagas, así que levántate de una vez.
Su tono de voz era frío; no reflejaba ningún signo de empatía y mucho menos pena, y ella lo notó.
— De acuerdo..., gracias..., de nuevo por ayudarme...
— Estás herida en alguna parte?, tienes la cara roja.
La chica abrió los ojos, sorprendida por esas últimas palabras que acababa de oír, así que con mucho cuidado, se levantó del suelo y preguntó lo siguiente.
—Usted..., no es... alfa?
La pregunta lo tomó por sorpresa, y su mirada se centró de nuevo en ella.
— Alfa?..., te parezco un alfa?; porque haces esta pregunta tan repentina?; solo para hacértelo saber, soy un Beta hecho y derecho, no me compares con ellos.
—Ah..., perdón..., es un alivio que seas un Beta..., yo..., yo soy una omega recesiva, así que mi cara está roja porque tengo él..., el celo.
— Omega recesivo?, entonces era eso, tienes un supresor?.
— No...
Agachó la cabeza entristecida.
—Quieres uno?, tengo uno en mi mochila, así quizás te puede ayudar y luego te podrás ir a casa.
—Eso estaría genial..., muchas gracias.
— De acuerdo, entonces vamos a sentarnos en ese banco de allí.
Y luego de señalar en una dirección, ambos se dispusieron a caminar por el sendero del parque hasta llegar a uno de los pocos bancos que en encontraban en ese parte, y en donde la iluminación, era lo suficientemente brillante, como para ver mucho más allá. Eligieron un banco; se sentaron y después, Aiden le entregó un supresor a la chica.
—Gracias.
—No tienes por qué agradecerme, solo hice lo que pude.
Encogió sus hombros, restándole importancia.
—Podrías..., podrías decirme tu nombre?.
— Bueno; mi nombre es Aiden, y él tuyo?.
—Soy Indivar.
—Indivar?, eres extranjera?.
—Oh, no, mi padre lo es, y fue el quién me dio ese nombre.
— Ya veo, que curioso; en ese caso, ya me tendré que ir pronto, así que me iré despidiendo.
Explicaba mientras se levantaba de su sitio, tomando su mochila, y colgándosela en el hombro.
—Ha!, si, perdón por molestarte de nuevo, yo también me iré yendo entonces, si nos volvemos a ver, prometo pagarte adecuadamente por salvarme.
— No te sientas obligada a hacerlo, no te ayude para recibir una recompensa, pero si te sientes cómoda haciéndolo, no hay problema.
—De acuerdo.
Y tras intercambiar esas breves palabras, se despidieron y caminaron en direcciones diferentes.
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