La invitación

Adalyn atravesó el umbral del aula universitaria a paso rápido y enfadado, suspirando con exasperación, mientras dejaba del lado de afuera a su guardaespaldas. Aún resonaban en el pasillo las palabras agrias que le había dirigido a su guardaespaldas, quien la seguía a una distancia discreta. Por ningún motivo ella daría su brazo a torcer, se encargaría de frustrar todos los intentos de Azael de protegerla.

-¿Por qué tengo que soportar esto?- murmuró entre dientes mientras dejaba su bolso en la mesa. La frustración la envolvía, y sus pensamientos se agolpaban en su mente como un enjambre de abejas irritadas. El salón de clases aún se hallaba vacío, por esa razón ofrecía un refugio momentáneo, al menos hasta que los demás estudiantes llegarán y quedaran absortos en sus apuntes y libros, sin embargo, Adalyn no podía quitarse de la cabeza la idea de tener a alguien constantemente vigilándola. Se dejó caer en una silla, frunciendo el ceño, y murmuró más para sí misma...

-¿Qué amenazas pueden existir en una universidad? Esto es absurdo- pensaba la muchacha. Su mente divagaba entre la indignación y la resistencia a aceptar la necesidad de un guardaespaldas en su vida cotidiana. Con un gesto adusto, sus ojos se desviaron hacia la ventana, observando el bullicio estudiantil en el campus. Suspiró profundamente, consciente de que al parecer esta nueva realidad sería inevitable. La presencia de su guardaespaldas se sentía como una sombra, recordándole constantemente que su vida había cambiado de una manera que ella no eligió. Mientras la muchacha divagaba, ideando mas de una situación con la cual hacerle frente a su problema. Katrina irrumpió en el aula con su característica energía, lanzando una sonrisa amplia a Adalyn.

-¡Hey, amiga!- exclamó la muchacha- Te me perdiste ¿Cómo estás?- agregó sin dejar de notar la presencia del guardaespaldas, quien permanecía imperturbable al lado de la puerta.-¡Guau! ¿Desde cuándo te asignaron a un modelo de revista como guardaespaldas?- indagó Katrina con un guiño, provocando una mayor indignación en su amiga, quien no dudó en demostrárselo dándole un golpe sobre el hombro con un libro.

-¡Hey! ¿Por qué hiciste eso?- le reclamó la muchacha.

-¿Por qué? ¿Cómo puedes siquiera decir eso?- le respondió Adalyn.

-¿Qué cosa? ¿Qué parece modelo?- preguntó Katrina, Adalyn hizo un gesto de afirmación con la cabeza- Si eso es lo que parece- replicó su amiga como si fuese obvio lo que decía- ¿o no te diste cuenta lo bueno que está? Las chicas del comedor no se equivocaron, está muy comestible- agregó, Adalyn negaba con su cabeza exasperada- De seguro tiene por allí escondida una rica tableta como de chocolate...

-¡Deja de decir burradas!- le espetó sin encontrar gracia en los comentarios de su amiga, frunció el ceño y murmuró- No es momento para bromas, Katrina. Esto no es divertido para mí.

Katrina, sin desanimarse, continuó con los elogios. -En serio, deberías agradecer a quien sea que haya tomado esta decisión. Tienes tu propio hombre protector, atractivo y todo¿Te imaginas si esa belleza se enamora de ti?- preguntó fantaseando

Adalyn rodó los ojos, exasperada.

-"Ya quisiera ella"- pensaba Azael, quien estaba al tanto de aquella conversación.

-No es para nada lo que necesito en este momento. Preferiría estar sin esta sombra constante y molesta tras de mí- le replicó Adalyn a su amiga.

El guardaespaldas, manteniendo su profesionalismo, ignoró los comentarios mientras continuaba vigilante cerca de la puerta. El profesor al que le tocaba dar clases ingresó al aula y detrás de él los demás alumnos. La conversación entre Adalyn y Katrina dejó un aire incómodo en el aula, destacando la brecha entre la percepción externa y la realidad personal de Adalyn. La clase avanzó, pero el comentario persistente de Katrina resonaba en la mente de la muchacha. La mezcla de incomodidad y frustración creció, formando una tormenta emocional en su interior mientras intentaba concentrarse en los estudios, sintiéndose más vigilada y vulnerable de lo que nunca había experimentado en el entorno académico. Adalyn intentó sumergirse en el material académico, pero la incomodidad persistía. Mientras tomaba apuntes mecánicamente, la ironía de su situación no escapó a su percepción. Se encontraba en una institución educativa, buscando conocimiento y crecimiento, pero al mismo tiempo, se veía limitada por la sombra de la seguridad. El dilema interno de Adalyn continuaba, alimentado por una mezcla de resentimiento y desafío. Mientras el aula zumbaba con el bullicio académico, ella se esforzaba por reconciliar la necesidad de protección con su deseo de libertad.

-Hey, Ady- le murmuró una de sus compañeras al oído, la muchacha alzó la mirada- Sí no lo quieres, me lo puedes regalar- le dijo señalando con la mirada hacia la parte exterior del aula donde se encontraba Azael- No te imaginas las cosas que haría con él.

-Por mi no hay problemas- le respondió la muchacha restándole importancia a las palabras de su compañera.

Adalyn permanecía sentada en su pupitre, absorta en sus apuntes, cuando notó que el murmullo de sus compañeras se intensificaba. Levantó la mirada discretamente y escuchó fragmentos de la conversación que la dejaron perpleja!

-¡Es taaan lindo!- decía una de las muchachas entre suspiros mirando hacia el exterior del aula.

-¿Lindo? Es una preciosura- acotó otra.

-Tiene algo magnético, ¿no crees?- preguntó la primera.

- ¿Algo?- preguntó otra de las chicas- Todo él es un imán- agregó- tiene una mirada que te hipnotiza.

-Sí, y ni hablar de su cuerpo, está para babearse sobre él o mejor aún untarlo con chocolate y lamerlo sin descanso- agregó la primera muchacha.

Adalyn torció la mirada, mientras negaba con su cabeza, intentó concentrarse en sus estudios, pero el susurro persistente la mantenía alerta. Las opiniones sobre Azael, su odioso guardaespaldas, circulaban en la sala de clases como un secreto compartido.

Adalyn caminaba a paso rápido por el pasillo, sintiendo la presencia constante de Azael, aunque el muchacho se mantenía a una distancia prudencial. Ella quería un momento de privacidad, necesitaba estar sola y, de alguna manera, escapar de la sombra de su guardaespaldas.

Justo cuando giró la esquina, se topó con Jake,el mismo que había organizado aquella fiesta, él era de los más extrovertidos de la universidad conocido por sus animadas fiestas y sus múltiples conquistas.

-¡Hey, Adalyn! ¿A dónde tan apurada?

- Solo necesito un poco de aire fresco- le respondió sin detener sus pasos.

-Pues, tengo la solución perfecta para ti,- la muchacha lo miró sin comprender- Voy a organizar otra fiesta, exactamente dentro de veinte días ¡será aún mejor que la última!- le comentó en una clara invitación para que la muchacha asistiera.

-Jake, no sé...- Azael permanecía a lo lejos, observando la interacción sin expresión alguna.

-¡Vamos, Ady! Prometo que será divertido. Habrá música, risas y... ¿quién sabe? Tal vez te sorprenda con algo más- le susurró acercándose a su oído, erizando la piel de la muchacha quien finamente decidió aceptar. Luego, Adalyn miró a Azael, quien recordaba perfectamente al sujeto que estaba con la muchacha y sabía de que iba aquella charla.

-Está bien, Jake, no sé como, pero allí voy a estar- le prometió la muchacha sonriendo.

-¡Lo prometo! ¡Será una noche inolvidable!- aseguró Jake, luego le dio un beso cerca de la comisura de los labios. Adalyn le sonrió, continuó su camino con Jake, sintiendo cómo la sombra de Azael los seguía cautelosamente. La perspectiva de una fiesta animada parecía un respiro necesario en medio de la tensión que ahora reinaba en la vida de la muchacha.

Pero el problema era que para poder asistir a aquella fiesta debería ocuparse primero de deshacerse de su guardaespaldas al menos por esa noche. Luego de despedirse de Jake, Adalyn subió a su automóvil, con claras intenciones de dejar nuevamente atrás a Azael, puso en marcha el vehículo y cuando estaba a punto de pisar el acelerador la puerta del piloto se abrió y allí estaba él.

-Al asiento del copiloto- le dijo con voz autoritaria.

-¿Qué crees que haces?- le increpó la muchacha.

-Mi trabajo- respondió él, para luego poner en marcha el automóvil.

Adalyn se retorcía en su asiento, llena de indignación, mientras en el exterior varias, de las chicas de la universidad veían como ella se iba con el "bombón comestible".

-¡Ady!- exclamó una de las muchachas llamando la atención de Adalyn quien se giró para verla- ¡Cuando quieras me ocupo de él!- agregó y entonces a Adalyn le llegó una idea para deshacerse de su guardaespaldas el sábado y así poder asistir a la fiesta de Jake. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de la muchacha, quien le guiñó un ojo a la otra chica mientras el automóvil tomaba rumbo hacia la mansión.

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