MIENTRAS NOS CONOCEMOS

Cuando abro los ojos, siento mucha debilidad. ¿Qué pasó? ¿En donde estoy? ¿Por qué siento el sabor de mi boca muy amargo?

—¿Me quedé dormido? —Pregunto sin miedo.

Estoy acostado. Quiero sentarme. La habitación es…

—Que bueno que ya despertaste —Christian se acerca a mí.

¿De donde salió? ¿Estaba en el sanitario?

—¿Por qué estoy en tu casa? —Quiero averiguar.

Él sonríe, se sienta a mi lado y la tela de su traje es brillante. ¡Azul cuadriculado!

—Quise traerte aquí para que descanses. ¿Cómo te sientes?

Bostezo.

—Me siento débil. ¡Me siento sin fuerzas!

—¿Quieres comer algo? Pedí que prepararan un caldo de pollo para ti.

—¿De verdad?

—Sí. Es más, comamos juntos. ¿Te parece bien?

Su propuesta me agrada.

Dos platos de comida colocados de forma estratégica para que él y yo nos miremos de frente mientras comemos.

—¿De verdad me veía tan mal? —No me da miedo preguntarle.

—Tenias temperatura y durante el camino te dormiste.

—¿Qué dijo el médico? La verdad es que no recuerdo muy bien.

Elijo una zanahoria con la cuchara y la meto a mi boca.

—Probablemente tenias principios de un resfriado o una señal de cansancio.

Me quedé pensando en sus palabras.

—Yo creo que es un resfriado. Aunque, no tengo gripe aún.

Asintió. Llevó la cuchara a su boca y masticó.

—Te creo con lo del resfriado. Ayer llovió de repente y vi como jugabas con tu compañero de clase.

Sus palabras me sorprendieron. ¿Nos había visto?

—¿Nos viste?

—Una vez que empezó a llover le pedí a Gilberto que regresara para poder llevarte y cuando regrese, te vi jugando bajo la lluvia con Dario. ¡Te veías tan feliz! —Sonríe ligeramente al terminar de hablar.

—No esperábamos que lloviera, pero estuvo padre. Tanto que ahora, estuve enfermo por divertirme con la lluvia.

Asiente. Comemos un poco. Saboreo la carne y vierto un poco de chile a mi plato para que le más sabor.

—¿Te gusta el caldo? —Pregunta él.

—Está muy rico. ¡Muchas gracias por cuidar de mí y por llevarme al médico!

—Tuve que cargarte para poder llevarte con el doctor, sentía que te desmayabas.

Entonces lo recordé. ¡Esos detalles! Estábamos caminando por el pasillo principal y a medio camino me detuve, mis fuerzas se habían esfumado. Christian se acercó a mí, me levantó sin dificultad alguna y me llevó entre sus brazos como si yo fuera un bebé. ¡Todos en la oficina vieron la escena!

—¡Lo siento! Yo debí…

—¡Tranquilo! No eres muy pesado de todos modos.

—Claro. Pero, me da pena pensar que me cargaste.

—¿Por qué te da pena? Estabas enfermo, es normal que yo actuara así. ¡Me sentí preocupado!

Sus palabras me hicieron sentir muy bonito. ¡No puedo evitar sonreír! Sigo comiendo, me falta poco para terminar.

—¡Gracias por tu amabilidad!

Asiente.

—No es la primera vez que te cargo.

Sus palabras me hicieron mirarle con fijeza.

—Es verdad, cuando me emborrache en la boda.

Termina de masticar.

—¿Te sientes mejor? —Pregunta.

—Sí. Ya estoy bien.

Asiente y continúa comiendo.

—Christian.

—¿Sí?

—¿Puedo preguntar algo?

De pronto, mi necesidad era averiguar acerca de sus sentimientos. Recorde la charla que tuve ayer con mis amigos.

—Claro.

—¿Qué piensas sobre mí?

Pareció que mi pregunta lo puso a pensar. Bebió un poco de limonada.

—Creo que eres un joven muy servicial y de carácter.

—¿De carácter?

—Sí. Eres el primer secretario que tengo y parece que no tienes miedo de llevarme la contraria.

—Lo dices por la primera semana.

—Exacto. ¡Además, siempre estás comiendo dulces! ¿Cómo puedes consumir tanta azúcar durante el día?

Su pregunta me hace sonreír.

—Mi abuelita solía decirme que mientras tome agua, puedo comer los dulces que yo quiera.

—¿De verdad?

—Sí. Ella era muy gentil.

—¿Era?

—Sí, hace años que no la veo.

—¿Ella…?

—Vive en el pueblo. Hace siete años que nos mudamos a la ciudad.

Pareció sorprendido. Termine de comer, mi plato quedó vacío.

—¿Tú…?

—¿Qué sientes cuando estoy contigo? —Quise retomar la conversación. Fui directo.

Sus ojos se enfocaron en mí. Me concentre en tratar de no perderme en el brillo de sus pupilas.

—Como te he dicho antes, tu compañía me hace sentir tranquilo. Cuando estoy contigo me siento en paz y eso me hace sentir feliz. ¡Tú me haces feliz!

Movió sus cejas y su gesto me pareció muy tierno.

—¿Te hago feliz?

Asintió.

—Por supuesto.

—¿Puedo tocar tus manos?

—¿Quieres jugar con mis venas?

Sonríe.

—No. Quiero averiguar algo más.

—¿Qué quieres averiguar?

—Quiero averiguar lo que siento por ti y darle una definición.

—¿Una definición a lo que sientes?

—Sí. Es que a veces, cuando estoy contigo se me acelera el corazón.

Extendió sus manos hacia mí. Al instante en que pude tocarlo, su calor me gustó muchísimo. Sus palmas estaban completamente entregadas a mí y no me dio pena tocarlo así.

—¿Ya se te aceleró el corazón? —Pregunta.

—No. Pero me gusta esto.

Pareció pensativo.

—¿Quieres sentir que se te acelera el corazón?

—Sí, me gustaría.

Se levanta de la silla y se acerca a mí. Lo veo rodear la mesa y mis pensamientos comienzan a tener muchas ideas de lo que tal vez pudiera suceder. Se detiene a mi lado, se quita la corbata.

—Te voy a vendar los ojos por unos minutos, ¿de acuerdo?

—Está bien.

Usa su corbata para vendarme los ojos. Todo se vuelve oscuridad y siento sus dedos rozar mi nuca.

—Dame tu mano.

Le hago caso. Vuelvo a sentir su calor. Caminamos. No sé a donde me lleva. Me ordena que me siente. ¿Es la cama? Mis latidos comienzan a sonar intensos. Sus manos guían a mis manos y de pronto, siento que estoy tocando su rostro.

—Tócame. Donde tú quieras. ¡Tócame! —Pronuncia.

Sus pómulos están suaves, en la barbilla acaricio sus vellos, tiene una barba abundante y en sus labios, trato de imaginar sus labios hablando.

—Tus labios son suaves.

—¿Te gustan?

—Sí.

Sus manos me guían a su cuello. Me suelta, siento sus hombros, la tela de su camisa y cuando llego al centro, palpo su piel desnuda. ¡Su pecho! Duro y atlético se siente, posiciono mi mano en la zona de su corazón, mis latidos aumentan y me gusta esto.

—¿Qué sientes ahora? —Siento su boca muy cerca de mi oído.

Trago saliva, su voz me hace estremecerme.

—Estoy nervioso.

—¿Te pongo nervioso?

—Sí.

—Y eso que aún no empiezo.

Siento el filo de su nariz rozarme la mejilla. Desciende. Su respiración me agita. Mis manos siguen en su pecho. Me empuja contra la cama. Siento su cuerpo sobre el mío. ¿Qué va a pasar? ¡Mi corazón se derrite!

Su mano me toma del cuello, su respiración retumba en mis poros y yo, estoy completamente nervioso. Es como si estuviera olfateando cada parte de mí.

—¿Qué sientes Juls? —Pronuncia a mi oído.

—Mi corazón se derrite.

—¿Puedo besarte? No tienes idea de todos los pensamientos que tengo cuando te veo chupar alguna paleta. ¡Se me antoja tu boca!

—Yo…

Imagino sus labios acercándose a mi boca. ¿Esto está bien? Con toda la rapidez de mi alma, intervengo y prefiero cubrir mi boca con mis manos. ¿Por qué?

Más populares

Comments

Mary (Lupis❤️🌹)

Mary (Lupis❤️🌹)

que rayos porque ???? déjalo que te bese

2024-05-12

2

Alex

Alex

Eh... qué opino XD, esto fue muy emocionante jajaja

2024-04-22

5

Diana Quintero

Diana Quintero

duper emocionante al fin se fueron cuenta de su atracción 🤗🧡🔥❤💖🔥

2024-04-21

0

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play