SIENTO BONITO

—¿Por qué me preguntas eso? —Raul me observa con extrañamiento.

—Porque siento que algo me está pasando. ¿Crees que podría estar enamorado?

Se puso pensativo.

—¡No lo sé! No tengo todos los detalles y no conozco a tu jefe. Pero, creo que tal vez él es amable contigo porque le agradas.

¿Agradarle? La simple palabra “agradar” tiene un significado bastante profundo.

—Su comportamiento me hace sentir extraño —soy sincero con mi amigo.

—Entiendo. Es normal. Aún así, creo que tu jefe es buena onda. ¡Ya quisiera tener un jefe que se preocupe por mí!

Raul estaba muy divertido hablando de esto conmigo. Sonreía ampliamente y parecía muy interesado en mi sinceridad.

—Tú eres tu propio jefe. ¡Deberías valorarte más!

—Lo sé. Justo estoy trabajando en eso.

—Bueno, como tú digas.

—Entonces, dices que te llevó a comer pizza, te regala flores, te llevó a pasear en moto y te dijo que contigo se siente tranquilo.

—Sí, justo eso te acabo de decir.

—¡Seguro quiere que seas su camarada! Tú eres buena onda, de eso no hay duda.

—Ser buena onda no aclara mis dudas.

—Julen, creo que deberías calmarte. Apenas llevas casi dos semanas en esa empresa. ¡No te hagas ideas adelantadas!

Sus palabras me abrieron los ojos.

—Tienes razón. No me haré ideas equivocadas.

—Además, de que tanto ves dramas asiáticos, siento que tu mente es muy susceptible a creer que algo así podría suceder en tu vida. Lo más raro es que tu mente te está jugando chueco, porque me estás hablando de un hombre y no de una mujer.

Asentí. Negué. Me confundí. ¡No entendía del todo!

—Bueno, intentaré calmarme. ¡Voy a dejar de ser tan dramático!

—Exacto, eso debes hacer.

Deje escapar un suspiro.

—¡Gracias por escucharme!

—Ya sabes. ¡Somos amigos!

—Yo sé.

Sonreí.

—Cambiando de tema. ¿Qué harás el sábado? —Su mirada irradiaba que iba a pedirme un favor.

—¿Qué quieres de mí?

Raul sonrió con picardía.

...🍬🍬🍬...

—¿No falta nada? —Quise cerciorarme.

—Todo está listo. ¡Ya no falta nada!

—Perfecto.

—Ya podemos irnos. Te invitaré a comer.

Raul llevaba la maleta de la herramienta y yo cargaba la canasta con las flores que nos sobraron.

—Se ve que la boda va ser súper elegante. ¡Nos quedaron geniales las decoraciones!

Nos contrataron para adornar la recepción de bodas con flores. Usamos tonos pastel y el color predominante fue el lila.

—Sí. ¡Por eso me pagaron muy bien! Hasta me dieron propina para ambos. ¡Y una botella de vino!

Sonreí, me sentí contento y orgulloso de mi trabajo.

—¡Excelente! Creo que hacemos buen equipo.

—Sí, pero alguien quiso estudiar y ahora me está abandonando —se quejó de mí.

—Cálmate. No tiene nada de malo que yo quiera superarme.

—Ya sé que no tiene nada de malo, pero, luego si me haces falta. ¡Aprecio mucho tu ayuda!

Sus palabras me hicieron sonreír.

—Gracias. ¡Somos un equipo! No lo olvides.

Nos detuvimos al lado de la camioneta. El abrió la puerta y empezó a subir las cosas. Ambos traíamos puestos nuestros delantales de cuero café con un estampado de la marca.

—¿Quieres ir al pueblo? —Me preguntó.

—Sí. Estaría bien. Tiene tiempo que no voy.

Y casi al abordar, su voz llamando mi nombre captura mi atención. Volteo. Lo busco con la mirada, pero no lo encuentro. Abro la puerta. Vuelvo a escuchar mi nombre. Volteo una vez más y esta vez, logro verlo acercándose a mí. Christian estaba aquí.

—Julen, pensé que no me habías escuchado —fue lo primero que dijo.

—Sí te escuché. ¿Vienes a la boda? —Se veía súper elegante con su traje.

—Sí. Es la boda de mi primo.

—No tenía idea. No había nada en tu agenda para hoy.

Sonrió ligeramente.

—Es que, no pensaba venir. Mi madre insistió. ¡Casi no me gustan las bodas!

—¿No te gustan? ¡A mí me encantan!

Desde dentro de la camioneta, Raúl deja escapar un quejido para recordarme que existe.

—¿Quieres quedarte a la fiesta? —Pregunto con mucha seguridad.

Sonreí.

—No. No estoy invitado. Además, mi amigo me espera.

—¿Tu amigo?

Asentí.

—El conductor de este vehículo se llama Raul y es mi amigo —hice un ademán para señalar al chofer.

Christian se encorvó un poco para saludar a Raul.

—Mucho gusto Raul. ¿Te importaría si invitó a Julen a la fiesta?

—¡Qué dices! Tú…

—Claro. No hay problema —me interrumpió Raul.

Christian se enderezó y su altura me impuso nervios. ¿Qué estaba pasando?

—Tu amigo dice que puedes quedarte conmigo.

Negué rotundamente.

—No me puedo quedar. ¡Lo siento!

Me disponía a entrar al vehículo, quería irme, me sentí presionado.

—¿Es por la ropa? Sin problema puedo conseguirte un traje —Christian tenía algo en mente y yo me sentí fastidiado.

—No. Es solo que…

—Julen. Tengo que decirte algo —llamó Raul.

Christian tenía sus ojos puestos en mí. ¿Por qué me miraba así?

—En lo que hablas con Raúl, le pediré a Gilberto que traiga un traje para ti.

—No, no es necesario, Christian… —pero me ignoro. Se dio la vuelta y habló por teléfono.

Entre al vehículo, Raul tenia el semblante lleno de emoción y curiosidad.

—¿Él es tu jefe?

—Sí. Él es.

—¡Qué interesante! Quiere que te quedes a la fiesta.

—Pero yo no quiero.

—¡Ay Julen! No te hagas de rogar. Si a ti te encanta el baile y las bodas. ¿Por qué piensas desaprovechar esta oportunidad?

¿Oportunidad? ¿De qué?

—No, pues es que ya tenemos planes. Dijiste que iríamos al pueblo.

—Podemos ir al pueblo otro día. ¡Tu jefe de verdad te necesita!

—¿Y eso está bien?

—Sí. Dices que él te hace sentir confundido, creo que esta es una oportunidad para descubrir porque te sientes así cuando él te muestra interés.

Trague saliva.

—Entonces me estás recomendando que me quede a la fiesta.

—Exacto.

Movió sus cejas de forma pícara y su sonrisa, allí se escondía toda su intención de hacerme sentir animado a aceptar la propuesta de Christian.

—Supongo que puedo hacerte caso.

—¿Te quedarás?

—Sí. Solo es una boda.

—Si necesitas algo, no dudes en llamarme.

—Claro.

Nos despedimos. Vi como se marchaba. El viento golpeaba mi rostro y de pronto, no podía creer que esto me estuviera pasando.

—Julen.

—Dime.

—Gilberto traerá tu ropa. Llega en diez minutos.

—Eso fue muy rápido.

Asintió.

—Ven conmigo. ¡Te llevaré a una habitación!

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