CONTIGO

Es miércoles. Son las tres de la tarde y me encuentro afuera de la sala de reuniones. Tengo una paleta de piña enchilada en la boca y aún, con ese sabor, mi estomago chilla porque tengo hambre.

Recargo mi cabeza contra el respaldo del sillón. El techo de este lugar está iluminado por lámparas blancas. Lunar Isles es el grupo musical que no puedo dejar de escuchar. ¡Que bueno fue haber traído mis auriculares!

Abro una partida de Candy Crush y así, continuó matando mi espera. A las cuatro de la tarde, la puerta se abre y veo a todos los ejecutivos salir de allí. Me levanto del sillón, me quito los auriculares y él sale de allí. Vestía con un traje azul marino, corbata roja, camisa blanca y zapatos cafés. ¡Se veía muy bien!

—¡Listo! Ya podemos irnos —dice él.

Me da felicidad escuchar sus palabras. ¡Tengo hambre!

—¿Todo salió bien? —Me ánimo a preguntar.

—Así es.

Entramos al ascensor. Las puertas se cerraron. Solo él y yo.

—¿Qué harás después del trabajo?

—Iré a casa de un amigo.

—¿Un amigo de la oficina?

—No. Un amigo de años.

Pareció contento con mi respuesta.

—¿Tengo algún pendiente para lo que resta del día?

—Debes evaluar los informes del equipo de estadísticas.

—Cancélalo. Posponlo para mañana temprano.

—Claro.

—¿Tienes hambre?

—Sí. ¡Bastante!

—¿Se te antoja algo?

El ascensor se detuvo, llegamos a la planta baja.

—Escuché que habría pizza en la cafetería de la oficina.

—¿Quieres pizza?

—Sí.

El auto de Christian estaba estacionado justo frente a la puerta principal del edificio. Su mano se detuvo en la manija de la puerta y abrió.

—Adelante.

Aborde. Cerró la puerta. Rodeo la parte trasera del auto. Abrió la puerta izquierda y subió.

—¿Vamos a la oficina? —Pregunto Gilberto, el chofer.

—No. Llévanos a la cocina de Paolo.

Asintió.

—¿No comeremos en la cafetería de la oficina? —Me preocupe.

—No. Te llevaré a un restaurante donde la pizza es deliciosa.

—No es necesario. Con que sea pizza me conformo.

Note que Gilberto nos miraba a través del retrovisor del auto.

—Todo sea para que pruebes cosas buenas.

Su forma de tratarme, ¿cómo debía interpretarla? ¿Demasiado amabilidad? ¿Por qué tratar así a un empleado?

...🍬🍬🍬...

El sabor de todos los ingredientes era bastante delicioso. Destape la botella de salsa de habanero y aplique generosamente sobre la rebanada de pizza que está sobre mi plato. ¡Me enchilé! ¡Lo disfrute! Estas pizzas eran realmente deliciosas.

—¿No te pica? —Sus ojos parecían tener curiosidad en mí.

Relamí mis labios.

—No. ¡Está súper rico! ¿Tú no comes picante?

—No. Muy poco.

Sonreí. Bebí un poco de limonada. ¡Mi lengua ardía intensamente!

—Pues yo sí. Mi papá solía comer más picante que yo y, supongo que heredé su gusto.

—Yo creo que sí.

El dio una mordida a su rebanada de pizza. ¡Christian era muy generoso! Pidió que prepararan una pizza de cada especialidad solo para que yo pudiera probarlas todas.

—¿Cual es tu favorita? —En su rostro se irradiaba la felicidad espontánea de este momento.

¿Qué pensaba sobre mí? ¿Tanta amabilidad para un pasante como yo?

—La de mango y jamón serrano.

Sonrió ampliamente. Bebió un poco de vino. Me llamo la atención la piel de sus manos. Vellos en las orillas. Venas resaltadas. Tonos blancos y amarillos hacían la mezcla perfecta para ese color dorado. ¡Increíble!

—A mí me gusta mucho la de camarones.

Asentí.

—También esta sabrosa.

Termine de devorar el último bocado de mi rebanada. La salsa picante combinó bien con lo salado y dulce de los ingredientes.

—¡Gracias por la comida! Me gusto mucho —le dije.

—Un placer. Me gusta verte comer.

¿Le gusta verme comer? ¡Que chido!

—¿Vas al gym? —Quise averiguar.

Hicimos contacto visual, bebió de su copa.

—Sí.

—Tus manos parecen ser muy fuertes. Apenas lo note hace un rato que agarraste tu copa. ¡Me llama la atención cómo se marcan tus venas!

Y extendió sus manos sobre la mesa.

—¿Mis venas te capturaron?

Asentí.

—A mi papá también se le marcaban las venas y cuando yo era niño, me gustaba jugar con sus manos.

A veces no me daba miedo ser natural con Christian.

—¿Quieres intentar conmigo? —Propuso él.

Me sentí tan feliz. ¡Como un niño consentido!

—No, eso no…

—Estamos en confianza. ¡No te preocupes! —Insistió él.

—Bueno. Solo porque estamos en confianza —sonreí al terminar de hablar.

Cuando mis dedos tocaron su piel, sentí mucha emoción. Recorrí los caminos que se formaban en sus manos a causa de las venas, presione algunas de ellas y esa sensación, me trajo muchos recuerdos del pasado. ¡Se sentía tan bien! Poder sentir que nada había cambiado en mi vida, aunque todo fuera remotamente lo contrario. ¡Me sentí sensible de repente! Extrañe a mis padres.

De pronto, sus dedos aprisionaron a mis dedos y sus movimientos me sorprendieron.

—Tu no tienes las manos grandes —ahora era él quien examinaba mis manos.

Sus palmas y las mías, las hicimos coincidir para medir el tamaño. ¡Las manos de Christian eran muy grandes!

—Eres un monstruo. ¡Tus manos son enormes!

Su mirada irradiaba paz.

—Tú eres muy diminuto comparado conmigo.

—Puede ser.

El calor de nuestras manos comenzó a despertar cosas en mi interior. Rápidamente, alejé mis manos de sus manos y sin querer, dirigí mi vista a la mesa de al lado. Una pareja de novios se estaban besando con mucho cariño y yo, sentí bonito en el fondo de mi corazón. ¡Me gusta el romance!

—¿Alguna vez estuviste en alguna relación? —Me pregunta él.

—No. Hasta el momento no.

Parece pasmado con mi respuesta.

—¿Ni siquiera cuando ibas a la escuela?

—No. Siempre me centre en mis estudios.

Pareció dudar.

—Bueno, si es así como dices, me alegro por ti. ¡El amor no siempre es como lo pintan!

Sus palabras me decepcionaron.

—Yo no creo eso. Por ejemplo, ellos parecen amarse tanto.

Ligeramente se rio de mí.

—Ellos están deseando acostarse. Son adolescentes. ¡Ellos no comprenden el significado de amor!

—Yo creo que te equivocas.

—¿Quieres apostar? —Parecía seguro de lo que afirmaba.

Me reí.

—No. Pero, supongo que ya es hora de irnos —dije.

—¿Tú das las órdenes aquí?

Sonreí. A Christian le gustaba mucho, repetir a cada rato que él era el jefe.

—Después de las siete de la noche sí. A esa hora yo dejo de ser tu empleado.

Parecía complacido con mi respuesta.

—Tienes sentido para mí. ¡Eres muy astuto conmigo!

—¿Astuto?

Los zorros son astutos.

—Vamos, te llevaré a tu casa.

—No iré a mi casa. Pasaré a ver a mi amigo.

—Sin problema. Yo te llevo.

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Comments

Mary (Lupis❤️🌹)

Mary (Lupis❤️🌹)

cuando te darás cuenta que el se enamoró de ti

2024-05-12

1

Dany 745

Dany 745

esa soy yo cuando como mucho picante

2024-05-09

2

Miguel Angel Diaz Rosales

Miguel Angel Diaz Rosales

aaa pues es obvio/Proud//Proud//Proud//Proud/

2024-05-07

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