Capítulo veinte.

A la mañana siguiente, Eleonora despertó y descubrió que Maximus se había marchado temprano y que ni siquiera le había dejado una nota. Pasó el día tranquilamente con Helena y no fue hasta al día siguiente cuando empezó a preocuparle el silencio de Maximus.

Se dijo a sí misma que no hacía falta que la llamase, si solo iba a estar fuera cuarenta y ocho horas, y que ella no lo necesitaba tanto, pero todavía en la cama, que estaba muy vacía sin él, pensó que el día que la esperaba sería como una página en blanco, sin ninguna alegría ni emoción. Exasperada con su propio comportamiento, fue a darse una ducha y se vistió en el cuarto de baño. Cuando salió, se miró en el espejo que había al otro lado de la habitación y se dio cuenta de que no se veía bien, así que se acercó y descubrió que había algo escrito en él:<< Vas a morir, zorra>>.

Eleonora se quedó petrificada. ¿Por qué había escrito alguien eso en el espejo? ¿Qué significaba? En cualquier caso, era evidente que alguien había entrado en su habitación y había pretendido insultarla con aquel mensaje. Y tenía que haber sido alguien que trabajase en la casa.

Sin dudarlo, tomó el teléfono y llamó a Minos, el jefe de seguridad de Maximus, que no tardó en ir a su habitación para ver con sus propios ojos el mensaje del espejo. A juzgar por su expresión, se tomó el tema muy en serio. No obstante, era un hombre de pocas palabras, así que Eleonora dejó la cuestión en sus manos y bajó a desayunar.

Desde que Minos lo había llamado para darle la noticia, Maximus no había podido estar quieto ni pensar con claridad. Se había sentido impaciente y preocupado, había deseado volver de inmediato a Atenas y estar con Eleonora y con Helena. Por desgracia, organizar el despegue de su jet del aeropuerto de Londres llevaba su tiempo. Se maldijo por haberse marchado de Atenas. ¿Por qué se había separado de Eleonora cuando lo que quería en realidad era estar con ella? ¿Qué decía eso de él? ¿Qué no reconocía sus propias emociones y que prefería huir de algo que no entendía?. Jamás se perdonaría si a Eleonora le pasaba algo, ya había ordenado que las llevaran a la isla, la casa de Atenas había estado en reformas recientemente y no confiaba de todo en los empleados y su sistema de seguridad era deficiente.

Su piloto le informó que ya podrían emprender el viaje.

Eleonora se encontraba en el jardín junto a su hija.

— Señora Athanasiou, nos trasladaremos a la isla le informo Minos.

—¿Pero por qué?, pregunto ella.

— Es una orden de su esposo, por precaución él ira directo para la isla.

— Está bien, vamos cariño le dijo a Helena tomándola de la mano, ingresaron a la casa una hora después ellas se dirigieron al helipuerto.

En la casa todo estaba listo para recibir a Eleonora, la seguridad del lugar era extrema Hipólita reviso cada habitación buscando alguna botella de alcohol.

— ¡ Rosse!, exclamó Helena corriendo hacia ella.

— Hola princesa le dijo Rosse tomándola en brazos mientras le sonreía.— Bienvenida señora, Athanasiou.

— Vamos a jugar dijo Helena.

— Está bien, dijo Rosse.

— Rosse, el señor no quiere que la niña baje a la playa, le ordenó Minos.

— Jugaremos dentro de la casa.

— Bienvenida señora dijo Hipólita.

— Gracias Hipólita, podrás preparar el almuerzo para Helena.

— En treinta minutos lo tendré listo.

— Gracias dijo Eleonora.

Las cinco horas de vuelo fueron una tortura para Maximus.

Era media tarde cuando el helicóptero descendió sobre la propiedad.

Maximus bajo del helicóptero e ingreso a la casa.

— ¡Papá!, grito Helena corriendo a recibirlo.

— Koukla mou, te extrañé tanto dijo él besándola.

Eleonora lo miraba desde la terraza, en cuanto lo vio acercándose decidió ingresar a la casa.

— ¿No me darás la bienvenida?, le pregunto él intentando agarrar su mano.

 Ella apartó la suya en un acto reflejo.

–Después de cómo te comportaste antes de marcharte, y teniendo en cuenta que no te has dignado a llamarme, no me apetece darte la mano ni la bienvenida –le dijo ella–. No tienes que fingir cosas que no sientes para reconfortarme. Ya ves que no me he hecho daño, ni estoy nerviosa. Ha sido un día tenso pero lo superare sin apoyarme en ti.

—Tal vez yo quiera que te apoyes en mí. Eleonora arqueó una ceja.

—No hace falta, dijo ella, atravesando el salón y saliendo a la terraza–. Tenemos que ser claros. Una vez fuera, se apoyó en la barandilla con los brazos cruzados. Sabía lo que tenía que decir.

—¿A qué te refieres?, le preguntó él, deteniéndose en la puerta.

—A que yo creo que va siendo hora de poner fin a esta farsa, le dijo. Nuestro matrimonio no es real, nunca lo fue yo me case por dinero y tu por un hijo. Lo mejor es terminar con esto.

—Si es lo que quieres, le respondió él en tono frío–. Aunque yo creo que deberíamos dejar la decisión para un día menos complicado. Eleonora levantó la barbilla a pesar del dolor que tenía en el pecho. Por supuesto que no era aquello lo que quería, amaba a Maximus y quería estar con él, pero tenía que protegerse.

–No, exclamó ella.

–¿Quieres que volvamos a estar como al principio?, le preguntó Maximus.

–No, solo quiero que seamos sinceros y que no finjamos. Maximus respiró hondo.

— Yo no he estado fingiendo nada...

–Por supuesto que sí.

–Tal vez empezase así, pero hace tiempo que no lo hago, yineka mou. Me he enamorado de ti.

Eleonora estuvo a punto de perder el equilibrio al oír aquello.–No te creo. Lo dices porque te da miedo que me lleve a Helena, pero nunca haría eso, te daré el divorcio y podrás hacer tu vida. Solo espero que me permitas seguir viviendo en la isla.

— No miento y tienes razón tengo miedo pero no de lo que tu hagas, si no de que algo te pase. Me has calado tan hondo, que he intentado huir.

–¿Huir? –repitió ella en un susurro.

–Me sentía raro y por eso me marché... –le confesó Maximus–, pero solo me ha servido para darme cuenta de que quería estar contigo.

— No es necesario, que mientas. En serio estoy bien dijo ella mirando el mar, tenía a Helena ella le daría la fuerzas para continuar.

Maximus la obligó a mirarlo–Es la primera vez en toda mi vida que intento decirle a una mujer que la quiero, así que déjate de tonterías replicó él–. ¡Me ha costado muchísimo decírtelo!.

— ¿ En serio me quieres?, pregunto ella.

— Por supuesto, no te lo diría si no fuera así, tal vez no tuviera un padre horrible como el tuyo, pero nunca recibí afecto de mi familia, mi madre está viva en algún lugar del mundo, la última vez que la vi era un niño. Así que eso del afecto es algo nuevo.

— Yo te quiero, pero no tienes que sentirte obligado a estar conmigo.

— Tal vez hace unas semanas cuando te lo ofrecí lo hice para darte mi apoyo y para que Helena tuviera una familia. Pero tú me has demostrado que no eras como yo pensé, y cuando me fui y Minos me dijo lo que había pasado me aterrorizo la posibilidad de perderte, solo quería volver contigo y nuestra hija.

— ¿Estás preocupado por el mensaje?, pregunto ella.

— Mucho, pero nada va a pasarte yo cuidaré de ti. Por lo pronto haré la denuncia. Maximus la abrazó.

Eleonora alzó la mirada hacia él y vio la intensa oscuridad de sus pupilas. Por unos instantes se sintió hipnotizada, incapaz de apartar la mirada. Entreabrió instintivamente los labios y un delicado suspiro escapó de su garganta mientras Maximus inclinaba su rostro hacia ella y la besaba fue un beso tan tierno y cariñoso .

Los días pasaron rápidamente, Eleonora jugaba con su hija todos los días, dos veces por semana volaba a Atenas para su terapia, Maximus era atento, cariñoso.

Esa noche en particular estaban sentados en la sala, él la tenía entre sus brazos.

— Mañana tengo que viajar a Kretos dijo Maximus. ¿ Quieres ir conmigo?.

— Prefiero no hacerlo, odio ese lugar. Sabes mi padre tenía un harén de jóvenes.

— Lo sé la noche que me quedé ahí, las mando a que desfilarán ante mí.

— Esa noche me pareciste un cretino pomposo.

— Lo recuerdo, habías ido a poner las sábanas a la habitación estaba molesto y pensé que formabas parte del harén. ¿Por qué fuiste?.

— Porque el servicio se retiraba por la noche, la única que estaba era el ama de llaves y esa noche estaba enferma así que fui yo, era muy buena conmigo. Mi primera impresión fue que eras un cretino pomposo, a la mañana siguiente cuando te lleve el desayuno y me retaste porque me había retrasado con el horario decidí que eras un cerdo que disfrutaba de humillar al servicio.

— Por supuesto que no, pero soy exigente con el horario. Además, me gustaste no más verte, pero creia que eras su muñeca.¿Cuántos años tenías?, pregunto.

— Dieciséis, eres un degenerado dijo riéndose, papá me había sacado del internado por una fiesta y me quería en la casa. ¿Cuando supiste que era su hija?, pregunto.

— Unos meses después, vi tu foto en la oficina ya me había asociado con él.

Rosse iba hacia la cocina cuando vio al matrimonio Athanasiou conversando en la sala, Maximus le había dicho que se podía quedar si lo deseaba, Eleonora estaba conforme con su trabajo y era claro para ella que él quería a su esposa.

Llevaban dos meses viviendo en la isla, Maximus intentaba ausentarse lo menos posible.

Ese día en particular se dirigía a Atenas en compañía de Länder.

Maximus y Eleonora estaban en la habitación.

— Mañana estaré de regreso, tengo una reunión esta noche ¿no quieres venir conmigo?, pregunto Maximus.

— Prefiero quedarme con nuestra hija dijo ella besándolo.

— ¡Mamá!, exclamó Helena desde su habitación, la primera vez que Helena le había dicho mamá, Eleonora había llorado de la emoción.

— Te reclaman dijo Maximus sonriéndole.

Eleonora se dirigió a la habitación de su hija, el día pasó rápidamente, esa noche comenzó una tormenta Maximus llamo a su esposa como cada vez que se ausentaba.

Al dia siguiente Eleonora se encontraba con Serafina almorzando. Rosse tenía el día libre, Eleonora jugaba a las escondidas con su hija dentro de la casa. El día estaba gris y el mar bastante agitado.

— Estás haciendo trampa le decía Eleonora cuando Helena espiaba que no paraba de reírse. — Ahora cuento yo y tú te escondes dijo Eleonora.

Mientras ella contaba Helena se escondía, mientras veía a su madre buscarla se reia.

— te encontré dijo Eleonora atrapándola Helena abrazó a su madre. El teléfono comenzó a sonar era Maximus, Eleonora estaba conversando con él

— Muñeca quieres un jugo frutal dijo Serafina dándole el vaso.

— Gracias tía, le dijo Helena bebiendo el vaso mientras conversaba con su tía.

— No se cansa nunca, me voy a casa no veo la hora que llegue Länder dijo Serafina.

Eleonora la despidió y siguió jugando con su hija estaba contando con mientras Helena se escondía.

— siete, ocho... veinte dijo Eleonora y comenzó a buscar a su hija.

Llevaba varios minutos buscando a su hija, cuando comenzó a preocuparse. — Helena, ganaste sal por favor.

Eleonora comenzó a recorrer los diferentes ambientes.

— Helena, sal por favor hija dijo Eleonora comenzabaa alterarse.

Hipólita escuchó los gritos y se dirigió a la sala.

— Ordénale a los empleados que busquen a Helena dijo Eleonora, Minos apareció en ese momento y comenzó a buscar a la niña al igual que sus hombres.

Diez minutos después la noticia llegó a oídos de Maximus la niña había desaparecido.

Los empleados recorrían cada rincón, de la casa.

Serafina apareció en ese momento–¿Qué está pasando?, pregunto.

— La niña Helena no aparece, dijo Hipólita.

— Helena, hija no me hagas esto, grito su madre. Eleonora estaba desesperada, salió al jardín de la casa.

Minos estaba furioso, las cámaras habían dejado de funcionar y no guardaban la grabación — Parece que es un virus dijo uno de los empleados.

— Abra bajado a la playa murmuró Serafina.

Eleonora bajo a la playa estaba aterrada de que algo pasara a su hija, Seráfina fue detrás de ella

— Sí le llega a pasar algo Maximus no te lo va a perdonar dijo Seráfina.

— No digas eso, debe estar escondida en algún lugar dijo Eleonora mientras miraba detrás de las piedras.

— No es ese su oso dijo Serafina

Eleonora se llevó la mano a la boca, a unos metros de ella el oso de peluche estaba tirado entre las rocas. — Helena grito.

— Eres tan inútil que no puedes cuidar de tu hija, seguro cayó al agua y eres la única responsable dijo Seráfina mientras veía a Eleonora caminar por las piedras.

—No, ella está bien dijo Eleonora llorando mientras tomaba el oso de su hija, ¡Helena!, grito desesperada.

— Seguro se cayó al agua, más te vale morirte con ella, porque créeme Maximus te va a matar con sus propias manos.

Maximus veía la isla a lo lejos, estaba desesperado, sabía que Helena no aparecía y que Eleonora estaba desencajada.

Rosse buscaba a Helena junto a los empleados.

El helicóptero descendió sobre la propiedad, Eleonora vio el helicóptero descendiendo...

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Comments

Betty Saavedra Alvarado

Betty Saavedra Alvarado

Serafína tiene.ver con la desaparición de Helena ahora que Maximus y ella estaban llevando una vida en familia la seguridad las cámaras que no funcionan es un plan bien elaborado les están pagando muy bien Serafina es mala egoísta y ambiciosa

2024-02-07

11

MINNY@24💕

MINNY@24💕

mendiga vieja desgraciada 😡 hasta cuando Maximus se dará cue ta que ella es la que le causa los problemas a Eleonora

2024-04-12

1

Mari Delgado Flores

Mari Delgado Flores

Serafina es una basura, envidiosa, cómo es posible que su maldad la lleve a dañar a la pequeña Helena.
Que tenga el valor y enfrente a Eleonora, que le diga que está loca por Máximus, a ver si tiene el valor con ella

2024-04-09

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2 Capítulo dos.
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10 Capítulo diez
11 Capítulo once
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16 Capítulo dieciséis
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115 Capítulo ciento quince
116 Capítulo ciento dieciséis
117 Capítulo ciento diecisiete
118 Capítulo ciento dieciocho
119 Capítulo ciento diecinueve
120 Capítulo ciento veinte
121 Capítulo ciento veintiuno
122 Capítulo ciento Veintidós
123 Capítulo ciento veintitres
124 Capítulo ciento veinticuatro
125 Capítulo ciento veinticinco.
126 CAPÍTULO ciento veintiséis
127 Capítulo Ciento veintisiete
128 Capítulo ciento veintiocho
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