capítulo seis

Los invitados comenzaron a llegar Maximus tomó a su hija en brazos y la sacó a la terraza

— Koukla mou, esta es tu isla, esta es tu gente le dijo él mientras observaban él horizonte, la niña le sonrió.

Luego sé reunió con los invitados saludo a algunos amigos, socios, a su familia.

Serafina observaba con interés a Eleonora mientras ella se acercaba a Maximus

— Gracias por mi obsequio dijo Eleonora.

Maximus la miró a los ojos y sonrió — veo que ha sido de tu agrado.

— Por supuesto tú sabes como complacer a una chica, eres muy generoso respondió Eleonora tocando su collar.

— Y en la noche puedo serlo mucho más dijo Maximus sonriéndole.

— Quisiera ver eso respondió ella.

Maximus se encontraba con la pequeña Helena en brazos, cuando su amigo Yannis se acercó con su esposa a saludarlo.

— Es una belleza Maximus dijo Ángela.

— Lo es dijo Maximus entregándola, ya que la niña había tirado los brazos hacia Ángela, era una mujer muy agradable la esposa de Yannis ellos no habían podido tener hijos, pero habían adoptado dos niños.

La pequeña Helena le sonreía a Ángela.

— Es hermosa, ya te veo en un años dijo Yannis bromeando con su amigo.

— Koukla mou, ven le dijo y la niña fue directo a sus brazos.— Me trae de cabeza, en unos años la encerrare en la torre de la mansión dijo Maximus bromeando.

— Quien lo hubiera dicho, ¿ cómo están las cosas con su madre?.

Maximus levantó la vista y busco con la mirada a su esposa. Estaba tomando alcohol ya era su cuarta copa.— Bien, pero Eleonora siempre será así.

— Podrías obligarla a quedarse aqui con la niña.

— Por supuesto que no, para que me amargue la vida y vuelva la vida de mi hija miserable. No, no lo haré. Ella es así y nunca va a cambiar.

Lo cierto es que él había contemplado la posibilidad de que ella se quedara, pero Eleonora decidió irse. Él no la forzaria a hacer algo que no quisiera la llevaria a donde pudiera llevarla.

Cuando llegó el momento del pastel, posaron para la foto como una feliz familia.

La fiesta siguió hasta altas horas de la madrugada, obviamente Helena dormía plácidamente en su habitación.

Maximus tomó a su esposa de la mano y la llevó a su dormitorio, la besó apasionadamente tumbándose con ella y comenzó a besarla mordiéndole suavemente el lóbulo de la oreja, mientras le quitaba la ropa con delicadeza.

Volvió a acariciarla y ella se estremeció de placer . Él metió un dedo en su interior, caliente y húmedo y Eleonora arqueó la espalda y gimió. Empezó a moverlo despacio, sacándolo y metiéndolo, haciendo que se retorciese e incluso que se olvidase que la había amenazado.

–Estás caliente, preparada –le dijo al oído antes de apartarse un instante –. Llevo horas soñando con esto.

— ¿ Horas?

— Sí viéndote con ese minúsculo bikini, glyka mou –le confesó Maximus mientras la agarraba por el trasero para penetrarla. Ella gritó de placer mientras su cuerpo se acostumbraba al tamaño de su erección.

—¿Estás bien? –murmuró él.

–Perfectamente –respondió ella con el corazón acelerado y todo el cuerpo temblando de placer. Ella no pudo pensar ni hablar, solo podía sentir. Él la besó apasionadamente y su sabor la excitó todavía más. Eleonora balanceó las caderas, el ritmo aumentó, el calor también. Y ella gimió al notar que todo su cuerpo temblar. Y Maximus la abrazó con fuerza.

–Eres increíble, le dijo.

—Tú también –susurró ella, agotada.

–Vamos a repetir esto una y otra vez decretó él, sonriendo sensualmente.

–Tengo sueño, se disculpó Eleonora.

–Duerme... vas a necesitar todas tus energías.

A la mañana siguiente Eleonora despertó y se dirigió a la terraza.

—¿Quién es la niña más guapa del mundo? –preguntó Rosse la niñera que Maximus habia contratado en Inglaterra mientras Helena sacudía su cuchara para responder a sus cariñosas palabras. Maximus debió reconocer que hacía un gran trabajo.

Eleonora contuvo un gemido y ocupó una de las sillas que había frente a la mesa de la terraza. Lenguaje de niños en el desayuno, era algo que no soportaba. Por la mañana le gustaba el silencio.

Maximus apareció en ese momento se veía espectacular con una camisa informal y una bermuda.

Helena balbuceaba para llamar la atención de su padre tirando sus brazos —Ahora no, koukla mou. Desayuna primero dijo él dandole un beso mientras se sentaba cerca de la niña. El hecho de que reconociese la presencia de la niña y no la suya indignó a Eleonora.

—Buenos días, Maximus, le dijo en tono seco.

–Kalimera, yineka mou –murmuró él con voz sedosa–. ¿Has dormido bien?.

— Muy bien dijo ella mientras veía a su esposo prestarle atención a la niña, la empleada se retiró cuando terminó de alimentar a la niña.

Una empleada le sirvió café y el rico aroma la penetró. Eso le hizo recordar que había sido muy sensible a determinados olores durante su embarazo. De repente, sintió pánico.

—Anoche... –empezó, pero después esperó a que desapareciese la criada para continuar–, utilizaste protección, ¿verdad?.

Maximus la miró divertido.–¿Piensas que soy un adolescente como para no tomar precauciones?.

—Creo que, en caliente, cuando uno quiere algo a veces corre ciertos riesgos–admitió. Maximus arqueó una ceja e inclinó la cabeza en dirección de Helena.

–No si el riesgo implica la adquisición de uno de estos –declaró–. La pasión nunca me gobierna.

— ¿No piensas tener más hijos en el futuro?, pregunto Eleonora.

—No, por supuesto que no ya tengo a mi heredera. — ¿No Koukla mou?. ¿ Tú piensas tener otro?

— No, es muy guapa, pero no me agradan, ni el café en silencio te deja tomar.

Maximus negó con la cabeza ¿Sería por eso que el padre de Eleonora puso como condición un nieto para que ella heredara?, intento convertir a su hija en algo que no era. —En dos días iré a New York ¿Quieres venir?.

— ¿La niña irá?, pregunto Eleonora.

— No, tendré algunas reuniones y mientras tú podrías ir de compras.

— Me encanta la idea iré contigo.

Luego del desayuno, Maximus bajo a la playa con su hija.

— Koukla mou este es tu lugar, aquí es a donde perteneces. Aquí serás la ama y señora le dijo él mientras Helena intentaba dar unos pasos y le sonreía a su padre.

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