capítulo diecinueve

Eleonora miraba el vestido que Maximus había escogido para ella, había que reconocer que tenía buen gusto.

Era un vestido largo color verde jade que hacía juego con sus ojos.

Curvó los labios en una sonrisa. Quizá el dolor que había sufrido había servido para algo. Se peinó la melena dorada en un moño, se dio un poco de maquillaje y se puso un par de pendientes de diamantes en las orejas. Después se calzó unos zapatos de satén claro y bajó. El mayordomo apareció en el vestíbulo y le indicó que Maximus estaba esperándola en el coche.

Maximus aguardaba junto al auto en cuanto apareció sonrió con calidez.

— Te ves preciosa dijo él tomándola de la mano mientras le abria la puerta para que subiera al coche, luego dio la vuelta y el coche puso el auto en movimiento.

La ceremonia de la boda fue larga y formal, y Eleonora sintió un poco de envidia debió reconocer, Emiliano Azzarini se veía completamente enamorado de su mujer a su lado Maximus seguia el ritual, levantándose, sentándose, levantándose de nuevo, arrodillándose. Era como una coreografía.El coro continuó cantando, salmo tras salmo, con unas voces hermosas, casi angelicales, pero Eleonora no sentía nada. Solo oía una voz en su mente que le decía: « tú eliges tu camino>> Por fin la ceremonia terminó y los novios salieron de la catedral entre el repiqueteo de las campanas y la marcha nupcial.

Allí, la limusina con chofer les esperaba para conducirlos al palacio de los Azzarini.

Ella miró el perfil de Maximus se lo veía relajado, el problema era no entender que quería Maximus.

Ella se había marchado y él lo acepto, aunque se veían en algunas ocasiones y obviamente habían terminado en la cama en esas ocasiones, era como si él solo se adaptará a su decisión como si le diera igual, él le había dicho que esperaba que ella se quedara.

— Deja de pensar, le dijo él mirándola.

— ¿Cómo lo sabes?, pregunto ella.

— Frunces el ceño, pones tus manos juntas y mueves tus dedos de manera nerviosa.

— Eres demasiado observador, dijo ella.

— Es a lo que me dedico a observar a las personas, obtener la ventaja y hacer dinero. Soy muy bueno en eso.

Maximus la tomó de la mano para ingresar al salón una vez mas fueron fotografíados.

— Quiero que estés tranquila, si tienes algún problema me lo dices y nos iremos dijo Maximus. Ella le sonrió.

Cuando se dirigieron a la mesa Eleonora se sorprendió entre los invitados se encontraban Serafina y Länder.

Serafina los observó en silencio, — No sabía que vendría Eleonora dijo.

— Están en plan de reconciliación, según me dijo Maximus. Länder tenía treinta y cinco años, su esposa Serafína tenía cuarenta y cinco.

— Debe ser por la niña caso contrario no estaría aquí, dijo Serafina.

— Puede ser, pero es su decisión dijo Länder.

Serafina observaba a Eleonora, no entendía que podía ver Maximus en ella, era demasiado pequeña de cuerpo, parecía una muñeca no tenía curvas.

Los camareros comenzaron a servir las bebidas, Maximus ordenó un cóctel para ella, por primera vez Eleonora se sintió tranquila con respecto a la bebida, no sintió deseo alguno.

Maximus la tomó de la mano y se la llevó a los labios, ella le sonrió.

Después de cenar los invitados se mezclaron, Maximus le presentó a algunos de los invitados, la mayoría eran socios y viejos amigos. Él la presentaba como Eleonora Athanasiou, mi esposa decía.

Ella se dirigió al baño, mientras los novios se dirigían a la pista de baile.

— Es tan insignificante la esposa de Maximus escucho en el baño, dicen que tiene una amante en Londres a la que ve todas las semanas.

Eleonora estaba en el cubículo no quería salir de ahí, no quería sentirse peor de lo se sentia. En cuanto las mujeres salieron, ella salió. Se sentía tan insignificante, salió del baño y se cruzó con un camarero que le ofreció una copa . Ella negó con la cabeza, ingreso al salón estaba parada mirando alrededor de ella cuando un hombre la vio, la miró de manera descarada y se acercó.

— ¿ Bailas belleza?, pregunto él en italiano.

— No, gracias respondió ella.

— Porque tan esquiva, deberías tomar una copa. Ella lo miro desconcertada iba a moverse cuando él la sujetó del brazo.

Con los puños apretados y los músculos en tensión, Maximus observó a su mujer.

Asqueado, Maximus vio cómo Franco Cresenti rodeaba la cintura femenina con el brazo y le rozaba ligeramente el lóbulo de la oreja con los labios, susurrándole algo mientras él se dirigía hacia ellos. Serafina sonreía.

— Suélteme, porque no entiende que no me interesa dijo Eleonora.

—¿Qué demonios pasa aquí? La conocida voz a su espalda provocó un estremecimiento por todo su cuerpo. — Suelta a mi esposa.

El corazón de Eleonora se detuvo y dio un vuelco cuando la mirada dura de Maximus se posó en ella. Vio cómo él la estudiaba con detenimiento, y se dio cuenta de lo poco que lo conocía.

— Solo quería bailar y no ha entendido mi negativa, dijo ella tratando de aplacar la ira de su esposo.

— En mi defensa diré que la dama no lleva sortija de matrimonio dijo él dejándolos solos.

Eleonora lo miró.Nunca lo había visto así de enojado,— no pretendía ofenderte dijo ella mirando el piso.

Maximus la obligó a mirarlo— No me gusta que toquen a mi mujer, agapi mou y tu eres mi mujer. ¿Espero que conmigo quieras bailar?.

— Sí, quiero bailar dijo ella dandole la mano.

Se encaminaron hacia la pista, donde estaba sonando un vals. Acababan de ponerse en posición cuando la pieza acabó.

–Vaya… Eleonora rio y lanzó una mirada divertida a sus manos aún unidas, a la cuidadosa posición de sus brazos, pero no hizo nada por apartarse de Maximus. En lugar de ello permaneció donde estaba y lo miró con sus ojos verdes jade, él le sonrió. — Quiero intentarlo, quiero quedarme contigo susurró.

Maximus la besó con delicadeza.

Afortunadamente, el siguiente baile fue otro vals y, tras unos momentos de duda, Eleonora comenzó a moverse al ritmo de la música.

Cuando Maximus inclinó su oscura cabeza hacia ella y la miró a los ojos, los sentidos de Eleonora parecieron agudizarse.

—Bailas… muy bien –fue lo que logró decir–. Más que bien – añadió, y escuchó la ronca risa de Maximus junto a su oído.

—En ese caso, relájate –añadió Maximus como si hubiera leído su mente.

 –Estoy relajada. Maximus no respondió, al menos verbalmente, pero el modo en que alzó una de sus oscuras cejas para poner en duda las palabras de Eleonora hizo que el corazón de esta reaccionara latiendo con más fuerza.

Eleonora sintió que se derretía contra él mientras sus cuerpos se acoplaban. Su aroma la envolvió mientras se movían al sensual ritmo de la música y Eleonora fue incapaz de no entregarse a las sensaciones que la embargaban. La evidencia de la excitación de Maximus presionada contra su vientre despertó en ella una respuesta profunda, hambrienta, una necesidad mezcla de placer y doloroso anhelo que exigía ser aplacada.

El vals que estaban bailando dio paso a una balada. Tenía a Eleonora tan amoldada a cada curva y plano de su cuerpo que era imposible que no sintiera la firme y tensa evidencia de su deseo presionado contra ella. Sin embargo, Eleonora no daba el más mínimo indicio de querer apartarse, sino todo lo contrario, y aquello hizo que el placer de Maximus se agudizara hasta un punto casi doloroso.

— Podemos irnos dijo ella.

Maximus sonrió, él también tenía todas las intenciones de irse…

Estaban volando a Londres cuando una idea cruzó por la mente de Eleonora ¿Maximus aprovecharía para ver a su amante?.

—La noche de la boda en el baño escuché otra vez el comentario de que tienes una mujer en tu Penthouse de Londres dijo Eleonora mirando la taza.

— Está vacío, ¿quieres que nos quedemos ahí?, seré sincero contigo, lo tenía antes de casarnos y si he tenido amantes viviendo ahí, pero está vacío y mientras tú estés conmigo seguirá vacío.

— Gracias, por ser sincero dijo ella.

 Él la miró — Estaremos dos días en Londres, decidiremos a donde iremos para descansar y si estás de acuerdo le pediré a Minos que traiga a Helena para estar los tres juntos.

— Es lo que más quiero, ¿no deberíamos ir nosotros por ella?, pregunto Eleonora.

— Viajara con Marie la niñera.

— ¿Porque no Rosse?, pregunto Eleonora.

— Le daré vacaciones, cuando Helena se acostumbre a ti voy a prescindir de sus servicios, dijo Maximus muy serio, Rosse era una tentación y no la quería cerca era demasiado disciplinado para cometer un error.

Obviamente, se ocuparía de que Rosse, tuviera un trabajo antes de despedirla. Su hija merecía una familia. Eleonora merecía ser feliz.

...****************...

Eleonora miraba a su hija intentar nadar con su padre, se lo veía tan relajado a Maximus, era un excelente padre, ella no recordaba habia reído asi con su padre.

Las cosas entre ellos iban muy bien, y Helena parecía adaptarse a ella, aunque lo cierto era que tenía cierta preferencia por su padre y la niñera, pero al menos dejaba que ella se acercara y jugara con ella.

Ese atardecer Maximus se encontraba trabajando, ella se encontraba en la habitación con su hija.

— ¿Vas a peinarme?, le pregunto Eleonora sentada en la alfombra de la habitación mientras Helena sonreía intentando ponerle un moño y ella no paraba de reírse.

Maximus se dirigía a la habitación a ducharse para cenar cuando escucho las risas. Al asomarse no podía creer lo que veía. Eleonora no paraba de reírse tenía todo el pelo alborotado.

— Estás quedando muy guapa dijo él mirándola mientras Helena corria a sus brazos.

— Es una gran estilista, deberías darle una oportunidad.

— Ni loco dijo Maximus besando a su hija.

Marie ingreso en ese momento y se llevó a Helena para bañarla.

Eleonora se puso de pie con ayuda de Maximus. Se dirigieron a la habitación para ducharse.

— Ve tu primero le dijo ella.

— Hay espacio suficiente para los dos dijo él mirándola con una sonrisa burlona.

— Tú lo que quieres es desnudarme dijo ella riéndose.

— Para empezar dijo él tirando de su camiseta para quitársela mientras la besaba.

...****************...

En la isla sin Helena, Rosse se dedicó a hacer turismo, el rumor que Maximus se había reconciliado con su esposa corrió rápidamente.

Así que llamo a su amiga, sabía que tarde o temprano tendría que dejar ese trabajo y por lo visto el momento habia llegado. Era notorio que él ya no la quería ahí, dado que se había llevado a Marie.

Mientras hacía turismo sopeso la posibilidad de quedarse en la isla, podría trabajar de otra cosa. Tenía bastante ahorrado y con alquilar un cuarto sería suficiente. Aunque todavía él no había dicho nada, ella decidió irse. En realidad no quería verlo con ella, ni con ninguna otra para que mentirse, al menos había tenido la sensatez de no cruzar la línea con él.

...****************...

Tras una semana juntos como una familia había llegado el momento de volver a la realidad.

— ¿No podemos instalarnos en Atenas?, pregunto Eleonora.

— ¿Quieres eso?, pregunto Maximus.

— Me parece más lógico, tú tienes una casa ahí y no tendrías que trasladarte todos los días a la isla, podríamos ir el fin de semana y yo podría seguir con mi terapia en Atenas.

— Está bien se hará lo que tú quieres dijo él.

Eleonora se instaló en Atenas junto a Helena, Maximus debía reunirse con Länder para conversar sobre unas inversiones, así que una mañana voló a la isla.

Serafina escucho el helicóptero llegar, le extraño verlo llegar a Maximus solo.

También aprovecharía para conversar con Rosse, por Minos sabía que estaba buscando trabajo en la isla y alrededores.

— Max bienvenido, ¿ dónde está Helena?, pregunto Serafina.

— Buenos días, Helena con mi esposa en Atenas, por lo pronto viviremos ahí dijo él.

— Sé los va a extrañar mucho por aquí sobre todo a Helena, tú sabes cuanto queremos a tu hija.

— Ella también extraña la isla dijo Maximus.

Länder llegó en ese momento como cada vez que no estaban de acuerdo con respecto a los negocios terminaron discutiendo.

— No me interesa Länder, soy la cabeza de la compañía, con tu dinero has lo que quieras con él mío no dijo Maximus.

— La empresa también es mía, dijo Länder

— Un porcentaje, pero tengo la mayoría dijo Maximus...

Dos horas después, Maximus estaba en su despacho cuando golpearon la puerta, era Rosse.

— Señorita Lawrence siéntese.

— Gracias, dijo ella. Usted dirá señor Athanasiou de que quería hablar conmigo.

Maximus la miró, en realidad podría pedirle a Hipólita que la despidiera ¿desde cuándo era tan considerado?.

— De su trabajo, respondió Maximus.

— Lo escucho.

— Como habrás escuchado estoy interesado en que mi matrimonio funcione, y creo que sería un error que tú siguieras acá. Aún no voy a prescindir de tus servicios, pero es la idea.

— Está bien señor Athanasiou ¿ cuándo cancelara mi contrato?.

— Cálculo en un mes, no te preocupes serás bien compensada y te daré las mejores referencias.

— Gracias, Rosse se puso de pie y abandono el despacho.

Él voló de regreso esa tarde a Atenas, en cuanto llego Helena se arrojó a sus brazos.

¿Qué le estaba pasando? ¿Qué hombre se preocupaba tanto por una mujer que solo trabajaba para él? No había podido evitar sentirse afectado por el pasado de Rosse, que le había demostrado que él tenía muchos menos motivos para quejarse del suyo. Su madre había sido irresponsable, egoísta y una mala madre, pero lo cierto era que siempre lo había querido. Podía ser que se sintiera culpable por separarla de Helena.

El asalto constante de aquellos pensamientos a los que no estaba acostumbrado hizo que estuviese muy callado durante la cena. Consciente de las miradas de Eleonora, se enfadó al darse cuenta de que no estaba siendo él mismo. Nunca le habían gustado los grandes debates internos y no solía tenerlos, así que se sintió exasperado y furioso con tantas emociones. Eleonora le hacía arder por dentro. Era demasiado intensa. Decidió de repente que tenía que dar un paso atrás. Necesitaba distancia y, tomada la decisión, se sintió mejor, otra vez con las riendas en las manos.

—Voy a tener que viajar unos días por cuestión de negocios –le dijo al salir del cuarto de baño con una toalla alrededor de las caderas y el pelo todavía mojado. A Eleonora se le hizo la boca agua al verlo antes de procesar lo que le había dicho. Al darse cuenta de que iba a dejarla sola, se puso tensa, y después se reprendió, consciente de que Maximus había trabajado muy poco en las últimas semanas y no podía mantener aquel ritmo de vida indefinidamente. Tendría que aprender a adaptarse a su ausencia. ¿Sería ese el motivo por el que había estado tan callado y distante durante la cena? ¿Habría tenido miedo de su reacción?, ¿ estaría preocupado por que ella no tuviera una recaida? Bueno, pues había llegado el momento de demostrarle que era fuerte.

—Te echaré de menos, pero estaremos bien –respondió alegremente. Maximus apretó los dientes. Había esperado que Eleonora protestase, o que se ofreciese a viajar con él. Había previsto que aquel fuese el momento en el que lo agobiase. La vio meterse a la cama vestida solo con un camisón muy ligero, y se sintió aturdido de deseo, pero se dijo que esa noche no. Se quitó la toalla y apagó la luz para acostarse también. Esa noche podría pasar sin ella.

Eleonora se giró hacia Maximus y pasó los delicados dedos por su muslo mientras su melena le acariciaba la pelvis. Él cerró los ojos desesperado. Siempre podía relajarse y hacerlo. Si decía que no, disgustaría a Eleonora, y eso no tenía ningún sentido. Esta buscó se erección con los labios y Maximus, no pudo evitarlo. Entonces pensó que a lo mejor Eleonora sentía algo por él, porque actuaba como si le gustase de verdad, lo miraba como si fuese especial para ella, lo buscaba en la cama si no lo hacía él, nunca desaprovechaba una oportunidad para abrazarlo... Aunque no lo hubiese hecho esa tarde, cuando él la había abrazado en la sala. Una ola de placer hizo que no se preguntase por qué no le había devuelto el abrazo en la sala. De todos modos, el romanticismo nunca había sido lo suyo. Era probable que él hubiese sido torpe.

Cuando terminaron, Maximus no la abrazó como otras veces y Eleonora se sintió fría por dentro, abandonada. Se hizo un ovillo y pensó que lo odiaba, que lo amaba, que lo deseaba. Y se dijo que el amor era la peor tortura del mundo para una mujer. No tenía sentido desear algo que él jamás le daría. Su divorcio estaba escrito no solo en las estrellas, sino también en el acuerdo prenupcial que había firmado.

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Comments

Karina Vazquez Gonzalez

Karina Vazquez Gonzalez

porque eres haci con eleonora te vas a arrepentir porque le das amor y ahora se lo niegas ..ella te ama te necesita y tu te vas porque sientes que te falta algo o a que le tienes miedo a dar amor..pues dalo porque ella se esta haciendo fuerte y se va a ir con su hija ..eleonora tiens que ser fuerte y no recaer por tu hija ..

2024-02-06

12

MINNY@24💕

MINNY@24💕

yo también pie so que no es justo para ella la hubiera dejado así como estaban cada quien por su lado aun que estuviera pendiente de ella ,,, solo la hizo enamorarse e ilusionarse con una familia unida y feliz 😔😔

2024-04-12

0

MINNY@24💕

MINNY@24💕

woooo muy buenas decisiones toma este hombre , el si piensa bien con la cabeza de arriba

2024-04-12

0

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1 Capítulo uno
2 Capítulo dos.
3 Capítulo tres.
4 Capítulo cuatro
5 capítulo cinco
6 capítulo seis
7 Capítulo siete.
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9 Capítulo nueve
10 Capítulo diez
11 Capítulo once
12 Capítulo doce
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15 Capítulo quince
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23 Capítulo veintitrés.
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112 Capítulo ciento doce
113 Capítulo ciento trece
114 Capítulo ciento catorce (últimos capítulos)
115 Capítulo ciento quince
116 Capítulo ciento dieciséis
117 Capítulo ciento diecisiete
118 Capítulo ciento dieciocho
119 Capítulo ciento diecinueve
120 Capítulo ciento veinte
121 Capítulo ciento veintiuno
122 Capítulo ciento Veintidós
123 Capítulo ciento veintitres
124 Capítulo ciento veinticuatro
125 Capítulo ciento veinticinco.
126 CAPÍTULO ciento veintiséis
127 Capítulo Ciento veintisiete
128 Capítulo ciento veintiocho
129 Capítulo ciento Veintinueve
130 Capítulo ciento treinta
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