Capítulo nueve

Rosse tomó asiento y miró a su jefe en silencio

nunca se había sentido tan intimidada como con él, ella no era precisamente una niña que se dejase intimidar.¿ Iría a despedirla?.

— Quiero que hablemos del comportamiento de mi hija señora Lawrence.

Rosse lo miró preocupada—¿Va a despedirme?.

Maximus la miró sorprendido — No he dicho eso, debo reconocer que durante el tiempo que lleva aquí es la primera vez que debo llamarle la atención, no me gusta que malcrie a mi hija, lo último que quiero es que mi hija crezca y sea caprichosa, frívola y una cabeza fresca.

Rosse lo miró en silencio mientras escuchaba cada palabra por la descripción, comprendió que él no quería que la niña se convirtiera en alguien como su madre.

— No malcrio a su hija, solo la trató como lo que es una niña pequeña, tal vez soy un poco más permisiva que Marie, pero le prometo que que voy a rectificar a partir de mañana. Por otro lado creo que no es caprichosa, es obstinada, ella quería sacar al perro debajo de la mesa, como el no quería salir, ella quiso sacarlo, pero como bien sabe Jack se enfurruña si no puede morder a las visitas, y cuando se pone así me da miedo muerda a Helena, por eso no deje que se metiera a buscarlo.

Maximus tuvo que contener una risotada, Rosse Lawrence estaba intentando embaucarlo a él.

A él que se dedicaba a leer a las personas como si fueran libros y en el caso de ella era uno muy trasparente.

Eso era lo que le había gustado de ella en la entrevista, lo que veías era lo que había no había artificios, ni segundas intensiones.

Él sabía que mimaba y abrazaba a su hija pero lo hacía cuando nadie la veía o ella suponía nadie la veía, sabía que cuando bajaba a la la playa con Helena le decía palabras cariñosas.

Como cuando él estaba de viaje y Helena enfermo, él estaba en Londres, había regresado de improviso y la vio durmiendo en el sofá de la habitación, y no había sido la primera vez le había confirmado Hipólita que era sus ojos en esa casa cuando él no estaba.

Rosse era lo mas cercano a una figura materna que Helena podía tener y obviamente era notorio que su hija quería a Rosse motivo por el cual no podia despedirla.

Él sonrió con calidez lo cual no era habitual a no ser que fueras Helena— Ordenare que de ahora en más Jack se quede afuera cuando lleguen visitas, no queremos que sigan pensando que mi hija es caprichosa. Puede retirarse.

— Con su permiso señor Athanasiou dijo ella que salio aliviada de que no la hubiera despedido.

Maximus se dirigió a su habitación, antes decidió pasar a ver a su hija Helena dormía profundamente, él sonrió adoraba a su hija había cometidos muchos errores en la vida, pero Helena era lo mejor que le había pasado.

Salió de la habitación y se dirigió a la suya al ingresar al pequeño recibidor. Miró la puerta de la habitación de Eleonora, había llegado el momento de divorciarse de ella, se sentía estafado prácticamente, por lo visto el padre de Eleonora sabía de sus excesos pero los había cubierto, lo extraño es que durante los diez meses que estuvieron juntos él no vio nada de eso, pero claro estaba recién salida de rehabilitación y por lo que sabía no era algo que hiciera a menudo y el tampoco le dio la posibilidad.

Quería divorciarse, pero se sentía un canalla dejándola a la deriva después de todo era su esposa, la madre de su hija.

...****************...

A la mañana siguiente Helena estaba en la terraza desayunando junto a Rosse, cuando Eleonora apareció.

La niña la miró con interés, en silencio.

— ¡Papá!, exclamó ella cuando lo vio aparecer .

— Buenos días, hija mía dijo él besándola en la frente. — Buenos días, Eleonora ¿ como te sientes?.

— Buenos días, Maximus. Muy bien gracias.

En cuanto la empleada se marchó Eleonora comenzó a hablar.

— Quiero irme, llevo una semana acá dijo Eleonora.

— Te traje para que descansaras y reflexiones lo que harás con tu vida eres la única que se perjudica con tu comportamiento.

— Ya entendí no va a volver a pasar dijo ella.

— No eres prisionera en este lugar, puedes irte cuando lo desees siempre ha sido así dijo Maximus tomando a su hija para bajar a la playa junto a Jack.

Rosse salió al pequeño balcón que había delante de su habitación. Debajo de ella el terreno era escarpado, pero terminaba en una pequeña cala de arena blanca y el mar era de un turquesa tan claro que podía ver el fondo desde allí. Los frondosos jardines de la casa, llenos de árboles, llegaban casi a la playa. Era un paisaje idílico, pero Rosse centró su atención en la pareja que había al borde del mar. Helena estaba a la sombra de unas rocas y Serafina, ataviada con un minúsculo bikini rojo que exageraba sus curvas, estaba hablando a Maximus con aparente nerviosismo.

Él llevaba puesta una bermuda y la camisa abierta. Serafina apoyó la mano en el brazo de Maximus. No obstante, el contacto duró solo unos segundos porque él retrocedió al instante, dijo algo más y después tomo a la niña y atravesó la playa para dirigirse hacia la casa.

Esa tarde Eleonora abandono la isla, Maximus observaba a su hija jugar en la sala tenía unos días libres y había pensado en tomarse un descanso, pero su conversación con Serafina no le agrado.

— Hipólita, dijo él.

— Kyrie, exclamó ella.

— Prepara mi equipaje me iré de viaje, para unos quince días, ropa informal y algunos trajes, dile a las empleadas que preparen el equipaje de Helena irá conmigo.— Señorita Lawrence prepare su equipaje irá con nosotros saldremos mañana después del desayuno.

— Como ordene respondió

— Koukla mou, ven conmigo dijo Maximus, Helena se acercó a su padre y la tomó entre sus brazos, Helena le entregó el libro que tenía en la mano y 6el comenzó a leerlo...