Capitulo 19

"¿Quién eres?", interrogó Linne de manera directa.

"Podrías considerarme un ancestro... o algo similar", respondió el muchacho de manera evasiva.

"¿Por qué me has traído aquí?", preguntó ella con curiosidad.

"¿Para qué más? Es hora de que inicies tu entrenamiento; ya has llegado demasiado tarde", contestó él con una mirada llena de determinación.

"¿Qué tonterías estás diciendo?"

"Deberías haber venido antes", afirmó él, sin apartar su penetrante mirada de ella.

"Al menos podrías presentarte primero. Es lo habitual al conocer a alguien por primera vez", retó Linne, frunciendo el ceño.

"Yo soy... me solían llamar León. Ahora no soy más que un ente que se funde con el mundo; existo de cierta manera pero no en la memoria de las personas. Soy alguien que aparece de improviso y desaparezco antes de que alguien pueda percibir mi presencia. Mi labor es, esencialmente, no tener una identidad fija. Y pronto, esa será también tu tarea."

"Recuerdo haberte visto en el libro de registro, aunque no había foto, solo tu nombre... un registro de hace cien años.  Sin embargo ahora pareces muy joven como para tener cien años."

"Tengo ciento cincuenta años."

De repente, una oleada de nostalgia y preguntas  invadió a Linne. Pero el temor a la verdad la paralizó... Por alguna razón, sentía que podía ver su destino justo frente a ella, y ese destino parecía... solitario.

_ Y tú no deberías usar esas piedras", dijo, y con un gesto de abrir su mano y luego cerrarla con fuerza, rompió las joyas que Linne llevaba, la de su padre y la de Alli. Volviendo asi a tener su cuerpo original.

"¿Qué haces? ¿Estás loco?", exclamó Linne, alarmada.

"Tranquila, ellos están bien. Créeme, les hice un favor. Si tú siguieras utilizándolas, pronto los pondrías en peligro, como a Rhys."

Los ojos de Linne se abrieron de par en par. "¿A qué te refieres?"

"Solo mira", dijo él, y al volver a abrir el libro, este comenzó a proyectar imágenes. "Tu amiga Aris utilizó tus poderes para intensificar su ataque y, con ello, acabó con la vida de dos personas e hirió gravemente a otro. En aquel momento, el collar se rompió, ya que esto violaba el pacto con la piedra."

Linne observaba las imágenes, reviviendo esa noche en el club donde fue llevada por la fuerza junto a Aris y todo paso por meterse en la casa de Joey a escondidas.

"El castigo", apareció una imagen de Rhys con la espalda al descubierto, y en ella se podían notar marcas oscuras ramificadas a lo largo de su cuerpo. "Lo recibió el poseedor de la piedra. Por suerte no fue condenado a muerte, pero el dolor es peor que la propia muerte."

León se acercó a ella, tomó su mano, la elevó hasta la altura de su rostro y depositó un beso en el dorso de su mano.

"¿Qué haces?", gritó Linne.

"Me aseguro de que no puedas escapar de tu destino", dijo él con una sonrisa maliciosa.

"Creo que ya es hora de irme", dijo Linne, dando media vuelta y dirigiéndose hacia la puerta.

León comenzó a reírse.

"¿Qué te parece tan gracioso?", preguntó Linne, girando para fulminarlo con la mirada.

"Es que eres tan predecible. Sabía que harías eso. Creo que descubrirás pronto lo que tu amigo siente..."

"¿Qué planeas?"

"Que regreses pronto..."

"No tengo intención de volver. No me gusta nada este lugar."

"En algo coincidimos..."

Salió de la habitación sin mirar atrás. Al salir, encontró a Zion en el mismo lugar donde lo había dejado

Al verla él se levantó y corrió hacia ella.

"¿Qué había ahí adentro? ¿Por qué entraste y saliste tan rápido? y ahora estás de nuevo en esa forma..."

"¿De qué hablas? Estuve dentro al menos unos 10 o 15 minutos..."

"No. Entraste y saliste en un instante."

Los ojos de Zion se abrieron de asombro al ver la puerta desaparecer en segundos.

"¿Por qué pones esa cara?" _ pregunto ella.

"La puerta..." _ respondio

Sin darse la vuelta, Linne decidió regresar a su habitación, ignorando completamente toda la situación y la presencia de Zion, que la seguía a unos diez pasos de distancia.

Después de unos largos minutos de silencio, Zion decidió hablar. "¿Por qué sigues en tu forma de mujer? Antes de salir de aquel lugar ya te habías convertido en hombre, y luego apareciste así. Debo decir que me incomoda; eres terriblemente atractiva y vas por ahí con esa ropa tan transparente sin sostén. Me estás..."

"¡Cállate!"

Zion aceleró el paso y se acercó a ella.

"¿Qué estás haciendo?", preguntó Linne, nerviosa.

"Solo detente un segundo", le dijo Zion, planteándose frente a ella. Procedió a quitarse su abrigo y se lo puso a ella, subiendo el cierre rápidamente. "Así está mejor. Respeto tus gustos, pero ya no soportaba más la situación. Vuelve a tu forma original cuando quieras, pero no seas tan exhibicionista. Me pones en una situación complicada."

Ella lo observó de arriba abajo, y su mirada se detuvo en su cintura, notando el bulto entre sus piernas, quedando completamente paralizada sin saber cómo reaccionar.

"No sé cómo volver..."

"¿Cómo que no sabes?", se alarmó Zion.

"Estoy intentando, pero no funciona. No entiendo qué pasa."

"Esto es malo. No puedes estar aquí en esa forma..."

"Lo sé, no puedo..."

"No soportaré verte así. Transfórmate ahora", exigió Zion, poniendo sus manos sobre sus hombros y sacudiéndola.

"No grites, nos descubrirán."

En ese momento, alguien gritó: "¿¡Quién está ahí!?"

"¿Puedes correr?", susurró Zion, para luego responderse a sí mismo: "¿Qué digo? Tu cuerpo de hombre ya es débil." Y sin más, la levantó en brazos y salió corriendo.

"¡Qué estás haciendo!", intentó protestar Linne con fuerza pero en voz baja, golpeándolo en los hombros para que la soltara.

"Quédate quieta o caeremos", advirtió Zion, y se corrigió automáticamente: "Quieto, quieto", repitió. "Te dejaré cuando lleguemos a tu habitación."

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