Nuestro hijo.

Diana.

—Amor, este no es el camino a la casa— Digo observando a Leandro conducir.

— No, por supuesto, que no hermosa, vamos a celebrar tu logro.— dice y yo sonrío.

— Amor y el pequeño Rafael no te preocupes por él.— Dijo, pero yo si me preocupaba, llegamos a una hermosa mansión, era preciosa, tenía una enorme fuente en la entrada, un hermoso jardín, y al entrar se observaba la belleza de esta por dentro las escaleras eran enormes todo era en color blanco y gris era muy moderna los muebles eran preciosos la cocina era un sueño toda la mansión era preciosa.

— Leandro y esta mansión de quién es— dije maravillada por todo.

— es tuya mi princesa, bueno a decir verdad es nuestra.— subimos para ver las habitaciones, había muchas, una muy hermosa era la de nosotros, luego entramos en otra y era un sueño, era la habitación de un bebé, todo en color azul pastel y había muchos juguetes y peluches por doquier, pero lo más hermoso de esa habitación era el pequeño y hermoso bebé que estaba en la cuna, yo no podía describir lo bonito que sentía al ver lo que él hacía por nosotros por qué si él pensaba en nosotros como un futuro

—Vez, te dije que no te preocuparas a dónde vallamos irá primero él, nuestro hijo.— Dijo Leandro y yo sentí tanta alegría, sonaba tan bonito que dijera nuestro hijo y la verdad era que él ha estado allí desde el nacimiento de mi bebé, mire a Leandro enamorada y lo abracé, luego lo besé el pequeño Rafael estaba profundo así que salimos y fuimos al comedor donde una hermosa cena nos esperaba Todo era muy romántico velas, rosas un excelente vino y todo el ambiente tenue creaba ese ambiente perfecto.

Mientras cenamos hablábamos de todo, nos pedimos perdón por la desconfianza y por dejar que en nuestra relación terceros hicieras de las suyas, yo lo miraba embobada, se veía tan hermoso, era todo un dios griego.

— Amor, todo está muy delicioso, te quedó perfecto, muchas gracias por este detalle tan hermoso.— Dije mirándolo como boba.

La cena terminó y Leandro me invitó a bailar una linda música que sonaba, sentía sus latidos y su respiración en mi cuello, tenerlo cerca hacía que mi cuerpo reaccionara luego de mucho bailar, ya era momento de subir a nuestra habitación, la cual era hermosa, una vez allí él me besó y dijo.

— Bueno, mi amor me retiro, que descanses te amo.— Dijo y me besó para luego darse la vuelta y me sorprendí, yo pensaba que él se quedaría conmigo esta noche, pero no me decepcioné un poco de verdad lo quería cerca de mí.

— No dijiste que esta sería nuestra habitación.— Dije un tanto nerviosa y algo confundida.

— y lo será, pero cuando estés lista y completamente segura de que lo quieres, no quiero que te sientas presionada mi amor.— él se retiró a la habitación que estaba al lado de la de mi bebé, fui a esa hermosa recámara me quité mi ropa y fui por una toalla al closet, pude ver muchas cosas de ambos, trajes, vestidos, pijamas y lencería todo nuevo él había pensado en todo tomé una toalla y una bata con una lencería muy bonita, me fui a duchar y me di mi tiempo, eché aceites aromáticos en la tina, también puse burbujas y me relajé, una vez me había duchado, ya estaba relajada para lo que haría.

Fui hasta la cama con mi toalla puesta seque cada parte de mi cuerpo y puse una crema con un delicioso olor en mi cuerpo, me puse perfume luego de eso me puse una linda lencería de color rosa, ya que esta era la menos provocativa y allí caí en cuenta que las manos de Laila estaban metidas en estas compras, me coloqué una bata a juego era algo clara y se me veía muy sexy yo quería estar con Leandro, pero me invadió el miedo de ser rechazada como tantas veces lo fui por Edgar no quería volver a ser llamada por otro nombre eso me marcó como mujer y ahora que quiero seguir con mi vida al lado del hombre que amo eso me persigue.

Me vi al espejo y suspiré yo no sabía que hacer el miedo me embargaba, fui así vestida hasta el comedor y me tomé una copa de vino hasta el fondo necesitaba valor y mucho volví a suspirar y pase por la habitación de Rafa este estaba dormidito se veía tan hermoso así parecía un verdadero angelito, tome aire y fui a la habitación de Leandro me arme de valor y toque la puerta segundos después la puerta fue abierta y los hermosos ojos de él casi se le salen de la cara, me recorrió con sus ojos luego nuestras miradas se cruzaron sin querer mordí mi labio yo estaba nerviosa no sabía si me rechazaría o no tome una bocanada de aire y la solté mientras le preguntaba.

— Será que puedo dormir contigo hoy.— los ojos de Leandro brillaron y se prendió de mis labios, era un beso demandante, nuestras lenguas invadían la boca del otro para ver quién ganaba la batalla, juro que ni el chocolate me sabe tan delicioso como sus labios.

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