El padre de mi hijo.

Diana.

Me remuevo en la cama y un brazo fuerte rodea mi cintura, y allí está el hombre por el que siento tantas cosas, recuerdo todo lo que sucedió anoche y mi cara se tiene de rojo y lo sé por qué me arden las mejillas, nunca había sentido cosa tal y lo juro, ni Edgar que era mi centro en el universo lo hizo Leandro es una fiera y me encanta a pesar de que se quiso contener no lo hizo.

— Buenos días mi amor.— dice con una hermosa sonrisa.

— Buenos, días, mi ogro.— Digo y lo beso.

Me levanto y me pregunta que para donde voy.

— primero a ducharme y luego a ver al príncipe.— digo sonriendo.

— No te dije que soy ecológico, debemos ahorrar el agua.— dice sonriendo pícaro.

— está bien señor ecológico, vamos.— digo y camino con él hasta la ducha, después de ensuciarnos mucho, por fin nos duchamos y vamos al cuarto del bebé, pero está dormido.

— oye si duerme.— digo algo triste.

— estuvo despierto, señora, pero comió y le dio mucho sueño, dijo su mami y reí.— Leandro me tomo de la mano y fuimos a desayunar.

— Y bien... Sigo teniendo cuñis.— dijo Laila riendo y yo Asentí.

— felicitaciones, chicos, sobre todo a ti hijo, te sacaste lotería con mi hija.— dijo el señor Rafael y lo abracé.

— Si Leandro, tú eres nuestro hijo de sangre, pero ella es nuestra nena por elección, así que no te atrevas a dañarla.— Dijo su madre apuntando con su dedo a Leandro.

— Madre jamás le haría daño a la mujer que será mi esposa.— dijo Leandro a mis espaldas y yo sonreí sin voltear, mi cara se tornó muy roja

— Que pasa amor no me quieres como esposo— preguntó meandro detrás de mí.

— No es eso amor, solo que me dio...— dije girando a verlo y allí estaba ese hombre que tanto amo arrodillado con una cajita en sus manos.

— Mi amor, mi Diana te quieres casar conmigo.— dijo y quedé de piedra empecé a llorar como loco y al ver la cara extraña de Leandro al ver que yo no reaccionaba adentro muchas beses.

— Si mi amor, claro que sí mi Ogro bello.— dije besándolo y el feliz, después de ponerme el anillo me dio muchas vueltas, esto era tan poco del que todos se reían sorprendidos.

— Te amo bonita.— susurro.

— Y yo a ti mi Ogro, — dijo y Laila río a carcajadas.

— a ella no le dices nada cierto.— hizo un puchero…

— Ella me lo dice de cariño y tú. Para molestar enana ven acá.— dijo Leandro abrazándolo.

Los padres de él me felicitaron y luego a él estaban felices.

— y bueno cuando será la boda.— pregunto la señora Leti.

— mamá le acaba de decir que sí por dios.—dijo Laila.

— si amor no me asustes a mi niña, no me quiero quedar sin nuera — dijo el señor Rafael.

— Si por mí fuera en una hora nos casamos, solo hay que ir al registro y ya.— dijo y yo me puse roja como tomate.

— hay, no, yo quiero una mega boda y el vestido debe ser excepcional que te sucede tacaño.— dijo Leila, él lo miro mal.

— No me importa como sea la boda, me importa el novio.— dije y él me besó.

— Bueno, ya basta, vamos a comer y me harán vomitar con tanto empalago.

Después de un rato ya estábamos riendo en el jardín y los padres de Leandro tenían a Rafael cargada jugando con él.

Mi teléfono suena y al ver quién es frunzo el ceño y contesto.

— Buenos días, Diana, cómo estás, puedo ver al niño, hoy fui a tu apartamento y no estabas.— miro a Leandro quien está escuchando todo y él sonríe y asiente para que le diga.

— si puedes verlo claro, pero ya no viviremos allí, ahorita te paso la dirección.— corte y le envíen la ubicación, todos nos divertíamos, hasta llegó un chico amigo de Leandro que estaba con el de viaje, pero hasta ahora pudo volver, Danilo Rosso también italiano y muy guapo Dios que hombres tan bellos hay aquí.

— Hola mocosa, fea como estás.— le dice Danilo a Laila.

— maravillosa que no ves tarado.— le dice Laila a Danilo.

— ya dejen la pelea, Amor, él es mi mejor amigo, ya te hablé del Danilo Rosso, Danilo, ella es el amor de mi vida y mi futura esposa.— dijo y le extendió la mano sonrojada

— he escrito mucho de ti, mucho gusto.— dije sonriente

— No le creas todo es falso, soy un pan de dios.— dijo y yo reí.

— yo también he escuchado maravillas tuyas y deben ser ciertas por qué este sujeto no quiere a nadie y a ti te adora.— Leandro lo mira mal y él se ríe

En eso entra Edgar y se me acerca.

— buenos días, vine a ver a Rafa, lo puedes traer.— dijo mirándome.

— sí, ya vuelvo.— dije, pero cuando iba a caminar me detuvo lo que escuché.

— Edgar... Tú aquí, ¡Amigo que grata sorpresa, como has estado.— dice Danilo abrazando a Edgar y yo me quedo sorprendida que tan pequeño puede ser el mundo, pensé.

— Hola hermano, como estás que es de tu vida.— le preguntó Edgar.

— ya sabes trabajar y disfrutar sin quererme atar.— dijo riendo.

— y tú dime cómo has estado como vas con esa maravillosa mujer con la que te casaste, no recuerdo el nombre — preguntó y Edgar bajo su cabeza.

— que sucede no me digas que volviste con la arribista de Viviana._ dijo y él volvió a bajar la cabeza, yo fui por el niño y cuando regresé se lo entregue a Edgar.

— Aquí está el bebé si quiere ver y te sientas en el jardín o vas a su habitación como desees.

— ven con papito campeón, está hermoso.— dice Edgar hablándole al bebé.

— Ya va, un momento que sucede.— pregunta Danilo, confundido.

— Danilo, ella es Diana, la madre de mi hijo, aquella chica con la que me casé, pero por idiota le pedí el divorcio y me perdí el nacimiento de mi hijo.— Dice Edgar un poco triste.

— Vaya, sí que eres un imbécil amigo y tú Leandro eres ahora el hombre más afortunado del mundo, la pequeña diana vale oro, yo la conocí, pero no la trate mucho hasta hoy que la conozco formalmente, pero como tu futura esposa.— Dice Danilo con pesar.

Fuimos al jardín mientras Edgar hablaba con Danilo, su viejo amigo y yo abrazaba a Leandro.

— Amor no te molesta la presencia de Edgar aquí.— pregunté y negó.

— En lo absoluto él es el padre de mi hijo.— dijo sonriendo y yo lo besé.

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