La llamada y mi historia.

Diana.

Al llegar al apartamento estaba la señora Leticia y la niñera con el pequeño Rafael, me acerqué al bebé, pero estaba totalmente dormido, ellas se despidieron y yo me fui directo a la habitación, mi teléfono sonó y me detuve en la sala,lo contesté y al ver el número fruncí el ceño era un número desconocido no lo iba a contestar, pero recordé que Laila dijo que le daría mi número a los nuevos inversionistas y futuros clientes, contesté de manera tranquila, pero la voz del otro lado de la línea me intranquilizo.

— Aló buenas noches, Diana podemos hablar.— Conocía perfectamente la voz de la persona que llamaba, pero igual conteste muy calmada.

— Disculpe, pero quién habla.— dije y la voz al teléfono suspiró.

— Diana, soy Edgar, necesito hablar contigo, saber de nuestro hijo, amor por favor, te quiero de regreso, fui un idiota, me equivoqué, me dejé embaucar por Viviana, no sabes lo que es estar sin ti.— dijo y comencé a temblar el hecho de que quiera regresar y quiera a mi hijo me aterra no deseo que me lo quite.

Yo temblaba y hasta creo que el color abandonó mi cara, ya que Leandro se acercó a mí, yo estaba sentada en el sofá y el arrodillado ante mí.

— Que sucede bonita, que es lo que tienes bonita.— preguntó Leandro preocupado, dejé caer el teléfono y lo abracé, yo temblaba en sus brazos, se levantó conmigo encima y me llevó a la habitación, el teléfono quedó tirado en algún lugar del sofá.

Leandro se acostó a mi lado y me preguntaba quién me había puesto en ese estado.

— Él... El que llamo... Fue Edgar el padre de Rafael y quiere regresar, tengo miedo Leandro, temo que me quite al niño, él tiene mucho dinero.— Dije llorando.

—. Tú también lo tienes y me tienes a mí, créeme que nadie alejara a Rafael de nuestro lado. Ahora cuéntame qué pasa con ese hombre, cuéntame tu historia.— exigió Leandro, en el tiempo que llevábamos no le había contado mi historia, pero él sabía un poco por su hermana Laila aunque sin detalles.

— Verás, Edgar fue mi primer amor desde los dieciséis años, me enamoré de él, para mí nadie era más perfecto que él en ese tiempo, ni siquiera me miraba por qué él tenía una novia, alguien frívola e interesada según me decían, ella lo dejó por qué los padres de Edgar le ofrecieron dinero para eso.— dije sentándome para hablar mejor con Leandro.

— Sus padres le pusieron la condición de casarse por un contrato de cinco años para poder recibir el control de todo, él, acepto y se acercó a mí y me enamoró, aunque no hizo falta mucho esfuerzo.— podía sentir a Leandro tenso, pero seguí mi relato.

— Sus padres hablaron conmigo y también me ofrecieron mucho dinero, el cual rechacé, para mí no era un sacrificio aquello, estuvimos un año de novios y él fue el mejor de todos, a mis dieciocho años nos casamos y durante dos años fuimos muy felices hasta que el cambio cuando ella regresó.— respiré profundo y seguí hablando Leandro estaba atento a cada una de mis palabras.

— el cambio conmigo me trataba mal, no me tocaba, me decía que era aburrida y desabrida en mi graduación, lo encontré con su exnovia y eso me mató, a pesar de eso seguí luchando, yo lo amaba.— me detuve a pensar lo idiota que fui en todo ese tiempo realmente era patética y ahora lo veo claramente.

— Fueron tres años de desprecio, dónde jamás me volvió a tocar, dónde a cada intento por acercarme, me humillaba, él casi ni iba a nuestra casa, vivía destrozada, me tire al abandono y perdí mis sueños y ganas de triunfar.—titubee un momento y Leandro me abrazo para luego dejarme continuar.

— unos meses para el divorcio decidí recuperarlo, de verdad lo extrañaba, puse de mi parte y me arreglé, pero él se burlaba de mí, siempre me recordaba el divorcio, una noche llegó un poco tomado, pero no estaba ebrio lo ayudé a subir a su recámara y eso fue mala idea.— dije y la mirada de Leandro se oscureció.

— Al estar en la habitación después de quitar su chaqueta y zapatos me retiré, pero... Me detuvo, comenzó a besarme y una cosa llevo a la otra, yo sabía que estaba mal, pero el deseo de poder estar con el hombre que amaba nublo mi sentido común.— mire a Leandro y su mano estaba empuñada casi blanda de tanto apretarla, no le presté tanta atención y seguí.

— Todo fue tan perfecto, pero sus palabras me trajeron a la realidad de un solo golpe, al momento de terminar me llamo por el nombre de su amante y me dijo que era un error, ese día decidí irme, puedes creer que intente quitarme la vida, de no ser por la Nana yo estaría muerta.— cerré mis ojos dándome cuenta de que no le contaba a Leandro, sino que me reclamaba a mí misma lo estúpida que fui el tomo mi mano y la apretó para darme fuerza y seguir hablando.

— lo evité por un tiempo y luego sospeché de mi embarazo el día que le enteré, se lo iba a contar, todavía con la esperanza de que cambiará, pero él me dio la noticia de que sería papá y de que su mujer se vendría a vivir con nosotros ese mismo día firmé el divorcio y aquí estoy.— terminé y Leandro me abrazó lo podía sentir tenso.

— Ese maldito bastardo no te alejara de Rafael y tampoco se acercara a ti.j— dijo en mi oído, me quedé recostada en su pecho y el teléfono volvió a sonar, él salió a la sala, disparado y lo contestó.

— Aló buenas noches, ella está acostada, le pediría de favor que no llame a mi mujer, a esta hora, no es apropiado.— luego corto la llamada, por primera vez en todo este tiempo dormí con Leandro y juro que no había nada mejor que sentirlo cerca, Rafael se despertó y luego de alimentarlo él lo acostó en medio de los dos éramos dignos de un retrato.

— Ahhh, qué emoción.— un grito nos despertó gracias a Dios que Rafael tiene el sueño pesado y siguió dormido, Laila había entrado junto a su madre y nos vieron dormidos, sé que se imaginaron cosas que no son.

— Felicidades, hijos, por fin Rafael será oficialmente nuestro nieto.— dijo emocionada la señora Leticia.

— si cuñada, felicidades, como hiciste para ablandar el corazón del ogro.— dijo feliz Laila y yo me puse colorada.

— Mi amor ya lo saben, no lo podemos negar más.— dijo el ogro, perdón Leandro dándome un beso que me aturdió tanto que hasta yo me creí todo aquello.

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