Atrapada en la oscuridad

— ¡¿Como fuiste capaz de noquearla?! ¡Por algo te dimos el maldito cloroformo idiota!

— S-Si, lo siento es que ella se estaba estaba resistiendo mucho...

— ¡Pues es obvio que se va a resistir! ¡Pero se supone que tú eres lo suficientemente grande como para dominarla! ¡¿O no?!

— S-si s-señor, lo siento mucho.

— Pues creo que no sientes lo suficiente.

El ruido de un disparo me despertó de mi inconsciencia. Abrí los ojos y los volví a cerrar por una luz que lastimaba mis ojos.

Mi cabeza me estaba matando.

Parpadee repetidas veces para aclarar mi vista pero solo me tope con una densa oscuridad. Traté de mover alguna extremidad de mi cuerpo pero estas estaban adormecidas.

¿Donde estoy?

Lydia Weber:

— Kerstin, esta es la tercera vez que te llamo. Contesta por favor, estoy preocupada. — otra vez me saltaba la contestadora.

Desde que me contó que el hermano de un tal Haru, la había estado persiguiendo la otra vez cuando regresaba de la escuela no pude evitar sentirme angustiada por ella.

¿Y si le habían hecho daño esos enfermos?

Volví a llamarla de nuevo pero no me contestaba, así que tomé la decisión de volver a casa para verificar que estuviera bien.

— Lo siento, pero voy a tener que retirarme — le avise con pena.

— ¿Sucedió algo? — preguntó el hombre confundido.

— Creo que mi hija está en peligro — avisé tomando mi bolso y recogiendo mis cosas.

— ¿Quieres que te lleve en auto o algo?

— No hace falta, muchas gracias después nos vemos.

Salí del hotel en el que nos estábamos hospedando y llamé a un taxi. Por suerte todavía no habíamos viajado a Rusia así que llegué rápido a mi casa.

Abrí la puerta y me encontré nuevamente en casa.

— ¡kerstin! — llamé dejando mi bolso sobre la mesa del comedor. Todo estaba en silencio.

Caminé hasta la habitación y no había nadie.

¡Mierda, se la llevaron!

— No... — empecé a refregarme el rostro al sentir que estaba llorando.

Un ruido debajo de la cama me alertó y cuando miré era su celular, lo tomé y traté de desbloquearlo pero no pude. Lo dejé en su mesita de noche y bajé al comedor en donde estaba el teléfono fijo.

Marqué el número de Jessica para asegurarme de que ella no estaba ahí.

— ¿Hola? — sonó en la otra línea.

— Hola Jessica, soy Lydia Weber soy la madre de Kerstin — se oyó el silencio desde el otro lado de la línea y por un momento pensé que me había cortado — ¿Hola?

— Perdón, ¿Que necesita?

— ¿Está Kerstin contigo?

— No, ella no me ha hablado desde hace unas horas, ¿Por qué? ¿Que pasa?

— ¿Cuál es la dirección de la casa de Haru?

— ¿La dirección? ¿Para que quiere la dirección?

— ¡Tan solo damela! — ella me la dio y yo me dirigi en mi auto hasta esa casa.

Estuve algunos minutos buscando la casa exacta en donde vivía el tipo, y la encontré estacionado unas calles por detrás.

Me bajé del coche y caminé hasta la casa donde se suponía que vivía Haru.

Toqué la puerta aparentando tranquilidad. Esta se abrió revelando a un hombre con barba y ojos rasgados.

— Buenos días, ¿Se le ofrece algo? — habló con una sonrisa que simulaba ser encantadora, pero que no lo fue para mí.

— ¿Está por aquí mi hija? Se llama Kerstin Weber, está desaparecida.

El hombre siguió sonriendo pero noté que tenso la mandíbula.

— No, no la he visto por ninguna parte — iba a cerrar la puerta pero yo lo detuve poniendo el pie.

— ¿Me deja pasar por favor? Solo comprobaré que ella no esta aqui y me iré.

Supuse que ese hombre era el hermano de Haru, y si es él quién la estuvo siguiendo estoy segura de que tiene algo que ver con la desaparición de mi hija, sino es quién la rapto.

— Como guste — dijo y abrió más la puerta para dejarme entrar.

Entre y me senté en un sillón de cuero negro que habia ahí. Miré alrededor y parecía un lugar muy limpio. Pero de pronto pude percibir el fuerte aroma de una sustancia que se me hacia conocida.

Marihuana

— ¿Desea tomar algo?

— Un baso de agua estaría bien — conteste con gesto impasible.

El hombre se dirigió a la cocina y yo traté de respirar con normalidad. Miré para todas partes y al parecer no se encontraba Haru.

— Es una lástima lo de Kerstin, a Haru le agradaba mucho — me confesó mientras me tendía el vaso con agua.

Yo no tomé el vaso pero lo miré fijamente, hasta que escuché un ruido en la habitación que estaba al lado de lo que parecía ser un baño.

Kerstin Weber:

Una vez que mis piernas pudieron responder intenté pararme y caminar por la habitación oscura buscando algo, cualquier cosa.

Cuando di un par de pasos me tropecé con lo que parecía ser una estantería y se cayeron lo que parecían ser libros.

¡Mierda! ¡Hasta es estos momentos tengo que ser torpe!

Seguí caminando guiándome a ciegas.

Lydia Weber:

— ¿Se encuentra bien? — me cuestionó mirándome con una ceja alzada.

Yo asentí lentamente sin dejar de ver esa puerta.

— ¿Qué hay allí? — pregunté mientras caminaba hacia ella.

Kerstin Weber:

De pronto algo detuvo cualquier movimiento que estaba teniendo. Unos pasos se acercaron a la puerta que estaba a mi espalda.

— ¡Ayuda! — grité y me agarré a la estantería cuando mis piernas amenazaron con flaquear, y sin querer más libros se cayeron provocado un estruendo.

Los pasos parecieron detenerse en la puerta. Y de pronto esa persona empezó a forcejear la puerta.

Lydia Weber:

— ¡Señora aléjese de esa puerta! — él me agarró del brazo.

— ¡Quiero ver que hay en esta puerta! ¡¿Por qué está cerrada?!

— ¡No le importa! — me gritó empujándome lejos de ella.

— ¡Ábrela, o sino la próxima vez vendré con la policía! — amenacé.

El hombre me miró por unos segundos y luego sacó una llave de su bolsillo.

Kerstin Weber:

Observé como de pronto la puerta se empezó abrir.

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