El miedo bajo mi piel

Cuando llegué a casa mi madre estaba preparando la cena, ella me cuestionó por mi mejilla roja y tan solo pude decirle que me había caído cuando venia para casa.

Sabía bien que no me había creído pero no preguntó más, lo cuál fue un gran alivio. Eso lo que más amaba de ella, siempre esperaba el momento adecuado para presionarme.

Cuando terminé de cenar, me dirigí hasta mi habitación y me tape hasta la cabeza. No podía dejar de pensar en el momento en el que ese tipo me golpeó, nunca nadie me había golpeado.

Toqué mi mejilla y aún me dolía, realmente tuvo que haberlo hecho con ganas.

¿Por qué mierda no me defendí? ¿Por qué no hice nada? ¿Por qué dejé que me golpeara?

Y entonces lloré.

Lloré por haber sido una estupida y no saber cuando era suficiente. No quería ver que quizás estaba siendo demasiado entrometida en la vida de Haru. Quizás él tenía razón y debía dejar de darle tantas vueltas al asunto.

¿Pero qué hacer si mi curiosidad me impulsa a seguir adelante? Debería empezar a controlarme.

Miré la lámina en mi escritorio y esta parecía casi perfecta, tan solo tenía que pintar el cuerpo y terminar de marcar el título.

Me sequé las lágrimas y me puse manos a la obra.

Me pasé gran parte de la noche trabajando en la lámina para que quedara lista y que pudiera entregarse a tiempo.

Cuando menos me di cuenta ya eran las seis y cuarto y tenía que prepararme para ir al colegio.

Me vestí con el uniforme y fui a desayunar. Mi madre no estaba. Seguro que ya se encontraba en el trabajo.

Por un momento me la imaginé en un avión, sirviendo la comida a los pasajeros y que de un momento a otro, el avión se iba en picada hacia el suelo.

¡Basta Kerstin! ¡No pienses en esas cosas!

Me preparé un café con leche y me lo tomé rápido para luego agarrar la lámina y caminar hasta la preparatoria. Tan solo esperaba sacarme una buena nota en este trabajo.

En cuánto llegué a las puertas de la institución Jessica me llamó corriendo hacia mi.

— ¿Cómo estás? ¿Trajiste el trabajo? — cuestionó mirando mi mochila ansiosa.

— Obvió que lo traje, ¿Que ocurre?

— Haru no vino — informó.

Como estúpida empecé a mirar alrededor y ciertamente no había ningún rastro del chico.

Una parte de mi lo agradecía, ya que después de lo que paso en su casa no tenía ganas de verlo, pero por otro lado nos iba a perjudicar a nosotras, ya que hoy teníamos que entregar el proyecto.

— Quizás se despertó tarde — dije mientras entrábamos y nos dirigíamos a nuestro salón.

— Lo dudo, Haru es un chico muy puntual — aseguró ella sentándose a un lado mío en el banco.

— ¿Y tú cómo lo sabes?

— Lo sé por qué siempre llega a las seis y treinta, y siempre que llego, lo veo escuchando música sentado en los escalones de entrada — contó y yo asentí entendiendo.

— Bueno, pues entonces hoy faltó para jodernos el día.

Jessica se rio y en eso llegó la profesora Ellen mirándonos a todos con una sonrisita en el rostro. Posiblemente ella ya sabía que muy pocos habían logrado hacer bien el proyecto.

— Buenos días a todos — saludó y dejó su bolso en el escritorio — creo que ya habrán hecho el proyecto del que les hablé el lunes, ¿Verdad?

Muy pocos grupos asintieron, incluyéndonos.

— Muy bien, entonces quiero verlos.

Después de eso la profesora vio nuestro trabajo y nos dio un diez a cada una. Preguntó por Haru pero le dijimos que no había venido hoy, ella se decepcionó un poco ya que admiraba mucho a su alumno estrella.

— Bueno, entonces Haru se quedará sin nota este trimestre. — declaró y se fue a corregir otros trabajos.

— ¿Creés que a Haru le importe eso? — me pregunto Jessica.

— No lo sé... — contesté viendo cómo la profesora se alejaba de nosotras.

Una vez que salimos de la escuela, Jessica y yo nos despedimos, y cada una se fue por su lado. No podría saber si ella y yo seguiremos siendo amigas después de esto, o solo seguiremos nuestros caminos, separadas como lo veníamos haciendo hasta ahora.

Sea como sea, me gustó trabajar con ella, no fue como lo había imaginado.

Cuando estaba volviendo a mi casa noté como un grupo de adolescentes caminaban detrás de mi, hablaban muy fuerte como para no ser escuchados, por lo cuál decidí caminar más rápido para apartarme de ellos.

Pronto doble en una esquina y ellos siguieron de largo cruzando la calle, bueno, todos menos uno que había doblado igual que yo y ahora me seguía con un paso tranquilo.

Que raro... ¿Vivirá por aquí?

No le presté mucha atención y seguí caminando, la calle estaba totalmente vacía siendo nosotros dos las únicas personas que caminaban por allí.

Tan solo me faltaban un par de calles cuando el chico detrás de mi empezó a caminar más rápido. Yo me hice a un lado pensando que quizás le estaba obstruyendo el paso.

Pero el chico no pasó por mi lado, tan solo siguió caminado detrás de mi, aunque ahora estaba más cerca que antes.

¿Pero qué es lo que tramaba?

Empecé a correr notando a lo lejos mi casa, pero luego miré que él también estaba corriendo, persiguiendóme.

En cuanto llegué a la puerta, tomé las llaves con manos temblorosas y traté de abrir la cerradura con el problema de que me encontraba tan nerviosa que esta se me terminó cayendo.

¡Mierda!

Traté de buscarla entre el pasto de mi jardín delantero pero el chico ya estaba a dos metros de mí.

Definitivamente hoy iba a morir.

Él dio un paso hacia delante, llevaba una campera blanca, unos jeans rotos y una gorra azul que no permitía verle la cara.

Pero en cuanto alzó la cabeza pude reconocerlo muy bien. Me llevé la mano a mi mejilla casi instintivamente.

El sonrió ante eso.

Era el hermano de Haru.

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