Dolorosa sensación

Jessica Johnson:

Mis pasos eran lentos mientras caminaba por ese vecindario lleno de lujos. Grandes casas, autos costosos, y personas con vestimentas de más dos mil dólares.

Siempre me sentí atraída por esta clase de mundo, esa clase de mundo a la que no pertenencia. Por lo menos era asi hasta que me tope con esta familia.

Pero ellos no eran para mí. Al principio creí que si, hasta que descubrí por qué salían siempre a la noche.

Ellos eran crueles, astutos, pero sus impulsos casi siempre cegaban su mente.

Cuando llegué a última casa de ese vecindario toqué dos veces la gran puerta de entrada.

Enseguida se abrió dejando ver a un chico que yo conocía muy bien. Me hizo entrar a la casa y me interrogó en cuanto cerró la puerta.

— ¿Lo trajiste?

Revolví mi bolso y saqué el celular. Se lo tendí y él lo revisó con cuidado.

— No pensé que me lo traerías tan rápido — confesó guardando el celular en el bolsillo de su pantalón.

— Me subestimas mucho. — dije y él asintió dándome la razón con su habitual gesto neutro.

— ¿Le sacaste el chip rastreador?

— Sí, te sugiero lo rompas ahora mismo — le señalé el celular — La policía esta cerca.

— Ya lo sé, lo pondré en agua — nos quedamos un momento en silencio y luego volvió hablar — Sé que no te gusta estar aquí.

— Bueno — sonreí sarcásticamente — también sabes que quiero una recompensa.

— Y te la daremos, tienes nuestra palabra.

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Kerstin Weber:

Temble ligeramente al ver como la puerta se abrió y entraba el señor Nakamura.

— Hola linda — dijo y a mi se me pusieron los pelos en punta.

Como odiaba que me dijera así.

Caminó hacia mi y yo me agazape en el colchón, sabiendo lo que se venía ahora.

— ¿Qué quiere? — cuestioné a la defensiva.

— Ya sabes lo que quiero — me provocaron nauseas cuando empezó a jugar con mi pantalón.

Lo alejé de una patada y él me lanzó una cachetada.

— ¡Sueltame! — me agarró de la cintura y me extendió sobre el colchón.

— Shhh, no grites — apreso mis manos con una de las suyas y con la otra empezó a bajarme el pantalón de piyama que tenía.

Intenté patearlo pero sé puso a horcajadas en mis piernas impidiendo que las moviera.

— ¡No! ¡Déjeme! — empecé a sentir sus manos indagando bajo mi ropa interior.

Empecé a gritar más fuerte cuando empezó a tocarme en mis partes, mientras lo hacía miraba mi cara para observar cualquier reacción en mí, pero lo único que veía era mi total desagrado.

En un momento cuando había dejado de jugar con mi vagina y se dirigía hacia mis pechos yo le escupí en la cara, logrando que me soltara mientras maldecía en voz baja.

Yo corrí hacia un estante y agarre un frasco vacío de allí, amenazándolo con hacerle daño si se me acercaba de nuevo.

Él se detuvo en su lugar sin dejar de observarme, yo no podía dejar de temblar.

— Deja eso, no puedes hacerme daño — se acercó a mí y yo no dude en lanzarle el frasco, dándole de lleno en la cabeza. Por un momento me miró confundido y lleno de asombro, luego hizo una mueca de dolor y finalmente se desmayó cayendo duramente contra el suelo.

Dí unos pasos adelante para comprobar si estaba realmente inconsciente, y sí lo estaba. Oí cómo la puerta del sótano se habría y entraba Haru mirando a su padre en el suelo y luego a mí.

Yo me alejé cuando se acercó pero él lo único que hizo fue mirar al hombre tendido en el suelo.

— No volverá a pasar. — me dijo mientras sacaba a su padre a rastras de ahí y luego cerraba nuevamente la puerta dejándome nuevamente encerrada.

Una vez sola no pude evitar ajustar mi pantalón y tocarme la vagina levemente.

El hijo de puta me había hecho daño.

Me acosté en el colchón y lloré, eso se a vuelto una parte cotidiana de mi vida.

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HOLA!! Estoy compitiendo en el torneo de MANGATOON así que si les gustó el capitulo déjenme su voto, ayudaría mucho. 🖤🖤

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