Caótico desastre

Nos encontrábamos otra vez en la casa de Haru y yo pedí ir al baño apenas entré para poder averiguar qué eran esas pastillas.

Entré nuevamente al baño y abrí el espejo-armario, para encontrarme otra vez las pastillas, definitivamente eran unas pastillas para el insomnio, otras eran unos antipsicóticos y pude encontrar al fondo del mini armario una tableta de olanzapina.

Al parecer Haru debe de estar dándole todas estas cosas a su hermano, pero... ¿No debería de vigilarlo un adulto?

Guardé todo en su lugar nuevamente y salí del baño para encontrarme a esos dos haciendo el trabajo.

— ¿Estabas descompuesta? — me preguntó Haru en cuanto me senté a su lado.

Miré a Jessica con una mirada de auxilió pero ella estaba con la vista puesta en su celular.

— Si algo así — dije y empecé buscar la información que nos faltaba en la lámina, tratando de parecer normal.

Después de eso nos pusimos a terminar el trabajo, íbamos a pintar lo ultimo que nos quedaba para poder tener lista la lámina cuando decidí hacerle la pregunta que me había llevado hasta allí.

— Haru — lo llamé y el me miró dejando de remarcar el titulo del trabajo — No quiero sonar entrometida pero... ¿Sabes quién te recetó esas pastillas que están en tu baño?

Él lanzó un bufido y dejó el lápiz con que estaba remarcando, se cruzó de brazos mirándome fijamente.

— Pues estás sonando entrometida.

Mierda, Haru se está enojando.

— Ya lo sé, per-

— No — exclamó mirando el piso, cualquier cosa menos yo.

— No... ¿Qué?

— Esas pastillas se las dio mi padre, él también sufre lo mismo que mi hermano. — se encogió de hombros.

— ¿Pero se las estás dando de la forma correcta? Por qué con una pastilla así no se puede jugar.

— No es tu asunto Kerstin. — dijo levantándose del suelo y yéndose a lo que parecía ser una cocina.

— Solo quiero ayudar, eres menor como para estar administrando ese tipo de droga.

— ¿Y qué con eso? Las personas nunca son lo suficientemente mayores para la vida — refutó mientras tomaba de una botella de agua.

— ¿Sabes que si toma mucha cantidad puede llegar a morirse? — le avisé

— Eso pasa con todas las drogas, si las tomas en exceso te mueres.

— Pero eso debe estar controlado por un adulto, ¿Cuantos años tiene tu hermano?

— Deja a mi hermano fuera de esto — su tono fue aterrorizador pero yo lo pasé por alto.

— Pero sin tan solo lo llevas al médico y haces que lo revisen. Le tienes que dar una dosis diferente variando su peso, ¿Por qué no lo cuidan tus padres?

— ¡No te importa Kerstin! — gritó Haru y yo me quedé muda — ¡No es tu asunto! ¡Deja de meterte en mis cosas!

Nos quedamos en silencio, solo mirándonos fijamente como si pudiéramos incendiar al otro. Ese chico tan calmado, impasible y casi somnoliento que se había mostrado en el colegio ya no estaba, en su lugar había un chico que era totalmente desconocido para mí.

Ante mí había un chico que parecía a punto de hacerme daño, como si quisiera atacarme en cualquier momento.

¿Donde había quedado ese chico lindo tomando de su jugo o dibujando sin prestarle atención a su alrededor?

— Tienes razón, no me importa — finalmente hablé levantando mis manos en son de paz — ¿Pero sabes qué? Quizás le hable de esto a un doctor a ver que me dice al respecto.

Claro que no lo iba hacer, pero solo lo había dicho por qué realmente estaba enojada con él.

Haru caminó a grandes zancadas hacia mí. Yo tan solo pude permanecer en mi lugar para no verme tan débil delante de él. Pero en cuanto su frente tocó la mía, su respiración impactó contra mis labios y sus ojos miraron fijamente los míos, juro que creí que todo iba acabar en ese momento. Que iba a volver a mi casa con la cara magullada y mi madre iba a preguntarme que me pasó.

Y en ese momento yo le contestaría: un chico me golpeó.

Pero nada de eso sucedió.

— ¿Que está pasando aquí hermanito? ¿Por qué gritaste? — sonó una voz que parecía venir desde el otro lado de la sala.

Era su hermano, un chico alto, más alto de lo que pude imaginar, tendría unos veintitantos años por la barba que poseía, su pelo era largo y negro igual que Haru pero este parecía ser más ordenado. Su rostro mantenía unas ojeras impresionantes y sonreía mirándome.

— Esta es tu amiguita — luego miró a Jessica y su sonrisa se ensanchó — Así que tienes dos amiguitas.

— Te dije que te quedaras en tu habitación — le reclamó Haru dejando de mirarme, todavía respirando errático de la rabia.

— Esta es la chica de la que me hablaste, ¿Verdad? Kerstin Weber — saboreó mi nombre en sus labios y luego se acercó más a mi. De cerca era más terrorífico — Que linda que eres, pero que lastima que te empeñes tanto en nosotros.

¿Qué? ¿Y ahora qué me quiere decir este idiota?

Me alejé unos cuantos pasos de él, y miré a Jessica que estaba llorando en una esquina del sofá junto a nuestro trabajo.

Mierda.

Miré de nuevo a los hermanos Nakamura y solté un suspiro.

— Creo que ya terminamos Haru — solté alejándome de ellos y agarrando la lámina.

— Oh no, tú no te vas a ningún lado — dijo el hermano de Haru agarrándome del brazo y obligándome a encararlo — ¿No te preocupabas por mí?

Lo miré a los ojos, esos ojos rasgados iguales a los de Haru, con la única diferencia es que estos no eran para nada lindos, sus ojos parecían desbordar de locura.

— Ahora veo que fue un error haberlo hecho — confesé y él me pegó una bofetada.

— ¡Eres una bastarda! — hizo un amargo de acercarse a mí pero Haru lo golpeó y jaló hacia él.

— ¡Ya váyanse! — gritó Haru mientras intentaba detener a su hermano de ir a nosotras.

Sin perder el tiempo, agarré a Jessica y corrimos hasta la salida. Una vez salimos de esa casa empezamos a correr por ese horrible vecindario hasta llegar nuevamente a la escuela, que ya se encontraba cerrada.

— ¡Diablos! ¡Eso fue un infierno! — gritó Jessica y yo no pude estar más de acuerdo con ella mientras me tocaba la mejilla que había sido golpeada anteriormente y que de seguro tendría marca.

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HOLA!! Estoy compitiendo en el torneo de MANGATOON así que si les gustó el capitulo déjenme su voto, ayudaría mucho. 🖤🖤

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