JAMES (CAP. 16)

Le di todos mis datos, para que vea que no soy una amenaza a su anonimato.

A la hora tocaron mi puerta.

Abro y me encuentro a un chiquillo. Se le veía relajado, sobre todo por el cabello largo hasta el hombro. Traía dos maletas de viaje y una mochila de laptop.

*- ¿Vas a dejarme entrar o primero me vas a cachear?

Me dice con una sonrisa.

* ¿Eres el santo por quien los vírgenes aclaman en los pasillos?

*- Me rezan más que a un santo, amigo.

Luego voltea rápido su cabeza, para mirar los pasillos.

*- Si mi madre me escuchara me molería a golpes, porque lo tomaría como sacrilegio.

Suelta las maletas, se abraza y tiembla. Me río y lo dejo pasar. Lo veo sacando un montón de cajas tipo cpu pequeños. Conecta todo con su laptop y la mía.

Pasan unos 20 minutos y recién hace un sonido de silbido.

*- Fiiiiiu. Sí que eres confiado.

* ¿Disculpa?

*- No estás disculpado. Fuiste atacado por terroristas y, ¿no cambiaste tu nombre o protegiste tu información? Imprudente, eso es lo que eres. Crees que porque sigues teniendo lazos con los Marines, ¿los del otro lado no te buscarán?.

Sí que es bueno, no le tomó mucho tiempo saber mi historia.

* Su líder murió hace 5 años.

- Pues su segundo al mando no te olvidó, perdió a su hermano menor en esa misión. La ventaja es que me tienes aquí.

Pone una sonrisa arrogante mientras sus dedos bailan por su teclado y el mío.

Después de media hora imprime una hoja. En ella se muestra una larga lista de nombres, edad, procedencia, dirección y cuentas bancarias.

Me quedo anonadado, es información de primera de un grupo que estuvo entre los 20 más buscados.

Veo que extiende su palma hacia mí.

*- Soy fenomenal, lo sé.

Sí que lo es, pero no lo escuchará de mí.

* No está mal, ¿qué te parece si te ofrezco un trabajo?

*- Ya tengo uno. Además, como te habrás dado cuenta, soy un hacker travieso y no siempre estoy del lado correcto. Me presenté a ti porque ya te había investigado. Por más que trabajes para los marines y tengas tu camino ya casi hecho al FBI, sé que no me venderías.

Encoge sus hombros, mientras va guardando sus cosas.

* En ese caso, ¿Cuánto te debo?.

*- Ya me cobré.

Achico los ojos y voy sacando mi arma.

*- No te pongas susceptible. En la información que te di, falta un nombre. Tengo un cliente que lo busca para ajustar cuentas y no lo encontraba, hasta ahora. Igual pagará, no lo dudes.

* Bueno, en ese caso, contaré contigo para algunas cosas, mocoso.

*- En caso que me quieran, no soy nada barato. Si los marines quieren gastar buen dinero, pero con resultados, me avisas. Soy y seré siempre solo Conde, para ellos. Espero contar con tu discreción.

Estiro la mano, esperando la suya, para estrechársela.

Pasa un año, en el cual Cruz fue hasta Virginia y nos ayudaba en algunas cosas difíciles. Se conoció con Martín y también entablaron una amistad.

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