JAMES (CAP. 15)

Provengo de una familia de Marines. A comparación de otros niños que deben mudarse constantemente, yo no debo hacerlo. Mi padre es un comandante (O-5), por lo que debe permanecer en Little Creek, Virginia. La base era mi hogar, me conocía todos los rincones. Desde los 10 años, pasaba más tiempo ahí que mi padre. Por lo que empezó a llevarme a unas reuniones de investigación con su mejor amigo, mi padrino. Yo le soltaba ideas, a veces descabelladas, y resultaban.

Todo iba genial, pero quién iba a pensar que a los 16 años la vida daría un giro de 180° grados.

Ese privilegio de no mudarse, nos jugó en contra. Por años estuvimos en la mira de un grupo terrorista y ya que nuestra residencia era fija, nos atacaron de noche.

Quisieron ser discretos, por lo que solo entraron siete. Pensaban que nosotros siendo tres tenían las de ganar. No fue así. Los tres manejamos armas, por lo que al darnos cuenta a tiempo, nos preparamos.

De todas maneras, ninguna medida fue suficiente. Entre avisar a mi padrino y la lluvia de disparos, todos murieron, excepto yo. Salí de mi casa en una camilla, con una rozadura de bala en mi pierna izquiera y otra en mi cadera.

No solo maté ese día, sino que perdí mi hogar. Eso eran mis padres, mi hogar. En un estado semiconsciente, unos abogados me hicieron firmar unos documentos. Nisiquiera pregunté que era. Hasta que un mes después, viene un agente del FBI y me dice que no pudieron recuperar toda mi herencia.

En cuanto dijo eso, alcé la mirada y vi a un señor con postura firme y una mirada seria. Me dijo que lo había perdido todo cuando firmé unos documentos, pero él estuvo atento a este caso y se dio cuenta. Pudo recuperar un 60%. Lo vi tan profesional y, después de todo el dolor, pensé que yo quería ser así.

De esa manera, mi objetivo era ser un agente del FBI y no cualquier agente, sería el mejor. Sería como ese señor, que no perdió su humanidad.

Mi padrino había estado en una misión en Oriente y cuando volvió se convirtió en mi tutor.

A los 18 años, empecé a estudiar Leyes en Standford mientras seguía mi trabajo como investigador en la Marina, de manera virtual. A cada termino del año universitario, regresaba a Virginia.

A los 21 años, conocí a dos personas interesantes.

Uno era alumno de primer año. Apenas ingreso, hizo una travesura y se metió en todos los servidores de las universidades. Todavía hay algunos chicos que susurran "Conde" como una plegaria, porque les hizo compartir cuarto con una chica.

El otro era un nuevo recluta de mi padrino, que ahora es O-5, para los SEALs. Un tipo de 20 años experto en combate y armas. Martín Meehan. Era lógico que tenía un pasado, con ese apellido y esa pericia. En mis vacaciones entrenamos juntos y nos hicimos amigos.

Cuando regresé para mi último año, vi una acción extraña en mi laptop. Mientras estaba revisando un libro, vi el cursor moverse un poco. En ese momento entré al foro creado por este tal Conde y dejé una petición.