El Amor Que No Te Puedo Dar

El Amor Que No Te Puedo Dar

UNO

...EL AMOR QUE NO TE PUEDO DAR es una obra original de IRWIN SAUDADE (Chico Literario)....

...Instagram: @winsde3...

...©️Todos los derechos reservados...

...©️Irwin Saudade ...

...La presente obra está escrita con todo el cariño y valor de mi vida, espero que te guste. ...

...Este libro es la continuación al libro titulado ¡PÍDEME QUE TE OLVIDE!...

...Este es un borrador, me disculpo por los errores que encuentres al leer. ...

...🍃🍃🍃...

...EL AMOR QUE NO TE PUEDO DAR (LIBRO DOS)...

...Primera parte. ...

...“SI FUERAS LLUVIA”....

...CAPITULO 1...

Hoy era el primer día de clases. Agradecí mucho que la escuela estuviera cerca de mi casa, así no tendría que viajar demasiado. Todos parecían estar emocionados, había muchos chicos y chicas en la entrada haciendo locuras. Me pareció muy padre el uniforme. Falda cuadriculada y entablada en color gris. Camisa blanca. Suéter azul. Decidí comprarme unos zapatos de charol para lucir mejor.

En mi caso, yo era la alumna nueva de este año. ¡Eso me provocó mucha emoción! Estaba por cursar mi último año de bachillerato y cuando me inscribí, decidí que esté año no sería la chica tímida, antisocial y reservada que solía ser antes. Este año sería muy diferente. ¡La nueva Miranda estaba con vida y a todo volumen! Mi pasado se había quedado en la ciudad.

El timbre sonó a las siete en punto anunciando que las clases comenzaban, así que me dirigí a mi salón. Quería empezar bien el año escolar. Tuve que preguntar al conserje donde estaba el salón de tercero B. ¡Me gustaba como clasificaban los salones aquí! Me detuve justo en la puerta, estaba abierta y había una maestra cerca del pizarrón. Cuando me vio, me animo a entrar, le sonreí.

—¡Hola! Tú eres la nueva alumna, ¿cierto?

Asentí.

—Si. Soy yo. Me llamo…

—Está bien, te parece si te presentas ante la clase —dijo interrumpiéndome

—Si. Está bien.

La maestra parecía agradable.

—¡Buenos días chicos! —saludó a la clase.

—¡Buenos días profe! —saludaron al unísono.

—Pues un gusto estar como su maestra este año, sé que nos esperan cosas emocionantes —ella era muy entusiasta—. Antes de proseguir, quiero que conozcan a su nueva compañera.

Hizo un ademán para acercarme a ella. Me cedió la palabra. Mis compañeros no eran intimidantes.

—¡Hola a todos! Mi nombre es Miranda, hace un mes que me mudé a San Francisco. Tengo diecisiete años, me gusta la fotografía, me encanta leer y recientemente estoy trabajando en un proyecto, quiero poner una granja —mis compañeros sonrieron junto conmigo—. ¡Y pues espero llevarnos bien!

Todos me recibieron con un aplauso. La maestra me pidió que ocupará un lugar. Elegí sentarme junto a la ventana, en la parte de en medio del salón. ¡Cómo en mi anterior escuela!

A la hora del receso, fui a la cooperativa escolar. Me compré una torta de milanesa, mientras esperaba, se me acercó una chica. Ella estaba en mi clase.

—¡Hola! —saludó ella.

—¡Hola! —Respondí a su saludo—. ¿Que desayunaras?

Ella era casi de mi estatura. Quizá un poco más chaparrita.

—Pedí una torta de jamón ¿y tú?

—Una de milanesa.

Las dos sonreímos.

—Me llamo Rosa, Rosí para los cuates.

—¡Un gusto Rosí!

Desayunamos juntas, ella era agradable y pensé que podríamos ser buenas amigas. ¡Lo intentaría! La invite a mi casa después de clases, ella acepto con gusto.

Cuando estábamos viendo historia mí celular empezó a vibrar. Era una llamada de Marcos. Pedí permiso para ir al sanitario.

—Marcos.

—Miranda ¿Cómo estás? ¿No te interrumpo?

Me quedé hablando cerca de la biblioteca.

—Pues estaba en una clase y tuve que pedir permiso para ir al baño. Tengo unos minutos.

Escuché su risa a través de la distancia. Parecía que él estaba en su receso.

—De acuerdo, pues mira, tengo algo que decirte —su pausa repentina me hizo sentir preocupada de repente.

—¿Está todo bien por allá?

—Sí, todo parece ir bien. Es solo que Emilio vino hoy a mi casa, antes de que me viniera para la escuela. ¡Él quiere verte!

Lancé un suspiro.

—¿Y qué le dijiste?

—No le dije nada porque él no me dejó hablar, solo me dijo que quiere verte y revisa tus archivos de WhatsApp, te acabo de enviar una carta que escribió él. ¡Me pidió tu número!

Recibí un PDF con el título ¡Te extraño!

—¿Le explicaste…?

—Por supuesto. Siempre le digo lo mismo y al final parece que eso le da más razones para tratar de averiguar tu ubicación. ¡De verdad le importas!

Arquee las cejas. Suspiré. Yo sabía perfectamente que Emilio estaba demasiado interesado en mi bienestar.

—Y bueno, cambiando de tema, Édgar me pidió que te mandara un paquete. Se supone que te llega hoy.

—¡Oh está bien! Supongo que él mismo podría haberlo enviado. Recibí sus geranios cuando recién llegué aquí.

Dejó escapar una risa chistosa.

—¡Miranda! Él es un espía es obvio que sabía a dónde irías. No me sorprende que sepa sobre lo que haces actualmente. Si no ha ido a verte es porque tú misma se lo pediste y creo que Édgar tiene palabra.

Terminamos la llamada cinco minutos después.

Al final de clases resultó que Rosí no podría acompañarme a mi casa. Pasé a comprar algunas verduras para la comida, pensaba en preparar un poco de espagueti y milanesas de pollo.

Estaba caminando hacia mi casa cuándo su camioneta se detuvo a mi lado. Fernando me estaba mirando, llevaba el cabello despeinado y un poco de aserrín en el rostro.

—¿Te llevo a tu casa?

Mi vecino era agradable. Camine hasta la puerta del copiloto, la abrí con toda confianza y subí a su Chevrolet Silverado.

—¿Entregaste algún mueble?

Su playera también tenía impregnada una buena cantidad de partículas de aserrín.

—Sí, a una clienta que quería un ropero —sus manos estaban bien aferradas al volante—. ¿Qué tal tú primer día?

—¡Muy bien! Me gusta esa escuela, es muy diferente en muchas cosas, pero me gusta mucho.

No tardamos mucho en llegar. Estacionó la camioneta debajo de los fresnos.

—¡Gracias por traerme!

—¡De nada! Ya sabes, es una ventaja que seamos vecinos.

Sonreí.

—Si. Pues te veo luego. Salúdame a Fran por favor.

Asintió. Comenzamos a alejarnos.

En ese momento el sonido de un auto llamó nuestra atención. El vehículo era un Audi color negro, brillante como la noche y despampanante como la gente rica. Samuel abrió la puerta de mi casa y se detuvo en seco sorprendido por el vehículo. Se había estacionado justo enfrente de mi casa. ¡Samuel iba tarde a la escuela!

Una puerta trasera se abrió, segundos después pude reconocer de quién se trataba.

—¿Tú vives aquí? —preguntó el abuelo a Samuel.

—¡No señor! Yo vivo en frente, pero trabajo aquí.

Samuel me lanzó una mirada, parecía nervioso. ¡Nunca pensé que mi abuelo fuera el primero en venir a mi nuevo hogar!

—¿Para quién trabajas?

Samuel levantó su mano y con el dedo índice me señaló. Mi abuelo se giró y al fin pudo verme. Me sorprendió escuchar la voz de Fernando detrás de mí.

—¿Lo conoces?

Su respiración retumbaba en mi cuello.

—Si. Es mi abuelo.

***

—¿Cómo ha estado? —le pregunté.

Estábamos sentados en la sala, le ofrecí un poco de té de manzanilla.

—Bien. Creo que en un estado intermedio, ya sabes, no tengo veinte años.

—Es verdad, pero aun así yo creo que su corazón se siente como si tuviera veinte.

Sonrió. Vestía pantalones grises, una camisa blanca y una corbata de moño en color morado. Sentí un poco de confianza hacia el abuelo.

—Solo vine de rápido a saludarte. Pensé que me llamarías, pero parece que estás bien y eso me da gusto.

—¡Ah! Si. No quería importunarlo con…

—No digas eso. Eres mi nieta. ¿Por qué me causarías molestia? Después todo, soy yo el que te debe mucho.

Negué con la cabeza.

—¡Descuidé! Entonces estamos a mano.

Asintió. Dio un sorbo a su taza de té y se animó a hablar de forma directa.

—Tom está en la cárcel. Sé que eso no te devolverá a tu madre, pero al menos, el hombre podrá pagar un poco de todo lo malo que hizo. ¡Cadena perpetua! Y Miguel, bueno, intentó localizarte, pero ya me he encargado de eso. Está en la misma situación que su hermano.

Esa noticia no me sorprendió. Hablar de Tom no era algo necesario. Hablar de papá tampoco era algo que me causará alegría. ¡Me daba igual la vida de esos dos hombres!

—¿Y cómo pudo encontrarme? —cambie el tema.

—Édgar. Tú sabes que es mí sabelotodo.

Era verdad. Édgar era espía, era mi anónimo.

—Es verdad. ¡Sí que lo sabe todo!

—Le pedí que viniera conmigo para que pudiera saludarte, pero por alguna extraña razón no pudo venir.

La sonrisa del abuelo era agradable. Así que Édgar estaba respetando mi petición. Le había dicho que no me siguiera, que no intentará venir a mí. ¡Y me estaba respetando! ¿Hasta cuándo serian así las cosas entre nosotros?

—Estoy planeando hacer una cena o comida dentro de quince días, vendrán amigos de la familia y toda la familia en sí. ¡Me gustaría que pudieras venir!

Su invitación me sorprendió.

—Ah. Yo, no sé si debería…

Pensaba rechazarlo.

—Eres parte de mi familia. ¡Me gustaría bailar contigo el vals del abuelo y la nieta! Espero que puedas venir. ¿Necesitas que venga alguien por ti? Puedo mandar a Édgar si tú quieres.

Me lo pensé unos segundos. ¿Estaba bien que yo intentara recuperar mis lazos familiares? Quizá sí debería ir. Quizá no. ¿Realmente éramos familia? ¿Por qué después de tanta tragedia hay interés por mí?

—¡No se preocupe! Yo llegó sin problema.

Mi abuelo sonrió. Su piel arrugada se arrugó más a causa de una sonrisa. ¡Como una ciruela pasa súper viejita!

—Está bien. Le diré a Édgar que te envié la invitación.

***

Eran las seis de la tarde. Había decidido salir a caminar un poco a tomar algunas fotografías del bosque. Resulta que atrás de mi propiedad había un terreno grande, extenso con muchos árboles. Un pozo llamo mi atención, me asome con mucho cuidado y pude comprobar que estaba muy profundo. Tomé una piedra del tamaño de mi mano y la lancé dentro. Después de unos segundos escuché el impacto.

—¡No te vayas a caer! —su voz captó mi atención.

Me resbale, sentí nervios y casi me voy al hoyo. Él corrió a mí y me sujeto rápidamente, me puso en suelo seguro.

—¡Gracias! —dije entre nervios y suspiros.

Se me puso la piel de gallina.

—¿Estás bien?

—Si. Todo bien. ¡Gracias! Creo que si no hubieses estado aquí, yo estaría allá abajo ahora mismo.

Reí. Empezamos a caminar entre el pequeño bosque. El viento era fresco y me gustaba estar aquí. Me sentía tranquila.

—¿Ya tomaste fotos?

—Si. Ya tomé algunas. ¿Quieres ser mi modelo?

Él se sorprendió un poco. Pero al final asintió.

—¿Qué tengo que hacer?

—Mmmmm solo tienes que posar para la foto, intenta hacer algo casual y no te me pongas nervioso.

Se lo pensó unos segundos. Su mirada estaba puesta en mí y nuestro alrededor, sonrió. Comenzó a caminar hacia un árbol de colorines y trepó. Una rama. Otra. Y luego otra. Se sentó ahí.

—¡Estoy listo!

Sonreí. Asentí. Apunté. Comencé a fotografiarlo. Fernando se veía bien. Cómo si mi lente pudiera inmortalizar su belleza casual, su sonrisa y su mirada tan tierna llena de compasión. Cambiaba de poses y parecía divertirse con lo que estaba haciendo. ¡Fue un momento agradable!

—Saliste súper bien. ¡Gracias por ser mi modelo!

—De nada. Pensé que sería más complicado.

Comenzó a bajar.

—Imprimiré algunas y te daré las copias.

Apagué mi cámara. Empezaba a oscurecer, el sol ya se había ocultado, una luz tenue todavía nos alumbraba.

—Pensé que tu abuelo se quedaría más tiempo.

—Solo venía de rápido. Ya sabes, una visita exprés.

—¿Él está de acuerdo en que vivas sola?

—Supongo que sí.

—¿Has hablado con tu papá?

Su pregunta me desconcertó un poco. Yo no había contado mi historia completa a doña Fran y supongo que mi querida vecina no le había contado de mí a su querido nieto.

—Fernando, si tú hubieses recibido una gran herencia. Dinero, propiedades, una compañía algo millonaria y poder, ¿cómo te sentirías?

Hizo un gesto de imaginación. Quizá pensó que le estaba cambiando el tema.

—¡Pues muy feliz! Supongo que eso estaría bien para mí y mi familia. Nuestra vida cambiaría por completo.

—¿Te gustaría cambiar tu vida?

—No estaría mal. Quizá así podríamos tener lujos y vivir bien.

—Yo pienso que ustedes viven bien. Están juntos, tienen lo necesario y son muy agradables. ¿Realmente te gustaría cambiar todo eso por un poco más de dinero?

Ahora él lo meditó unos segundos. Su gesto cambio por completo.

—¡Es verdad! Creo que no tengo necesidad de pensar así.

Asentí.

—En mi caso, me hubiese gustado tener una familia como la tuya. ¡Ni siquiera tengo padres! Y mi abuelo, hace un mes que lo conozco. ¡Si tú supieras todo lo que he pasado!

***

Querida Miranda:

Se pasó muy rápido el tiempo desde que decidiste huir. ¡Un mes! Aún no me lo creó y la neta te extraño.

Últimamente he estado pensando y repensando en la decisión que tomaste. Saliste en las noticias, te veías mal, había vidrios rotos en la calle y el fuego era lo más preocupante. Saliste corriendo de tu casa y Tom fue la sombra que se asomó por la ventana. Te fuiste de ahí, la policía no tardó en llegar. Llegaste a mi habitación. Me diste mi regalo y me besaste. ¡Me sorprendió aquel beso!

Tantas veces me dijiste que necesita a una chica en mi vida, que necesitaba iniciar una relación, pero tú eras la única chica con la yo esperaba iniciar una relación de enamorados. ¡Pero te escapaste de mí!

En la graduación, mi mente no dejaba de pensar en ti. Te veías muy mal, herida, sangrabas y así con todo el dolor seguiste sonriendo. ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Por qué no me habías contado tu plan? ¿Por qué me habías besado? ¡Quizá estaba imaginando todo! Pero la realidad me golpeó cuando escuché tu voz en el altavoz.

Aldo estaba intentando sobrepasarse contigo y fuiste muy valiente al enfrentarlo.¡Toda la escuela dejo de quererlo en ese momento! Sus padres intentaron limpiar su reputación y perdió un lugar en el equipo. Su universidad lo mancho por completo.

Volví a casa. Tomé las llaves de mi auto y conduje hasta tu casa. Tu ventana estaba rota, había una cinta amarilla de precaución en el perímetro y ahí confirmé que te habías ido. Yo seguía pensando, preguntándome y mi mente daba vueltas alrededor de todos nuestros recuerdos. ¿Realmente te habías ido por lo que había pasado con tu familia? ¿A dónde fuiste? ¿Me querías de verdad?

Miranda, hay cosas que necesitamos hablar y estoy dispuesto a ayudarte como siempre lo he hecho. Más que una amiga, tú eres esa parte que altera mi corazón, me haces sentir mariposas en el estómago pero me faltan las alas porque no estás aquí. ¡Vuelve! Al menos háblame por teléfono. Necesito que me digas que estás bien. Necesito que me digas que todo está bien entre nosotros.

¡Por favor! No te escondas de mí...

Era verdad. La vida seguía cambiando para todos, pero yo no me estaba escondiendo. La razón por la que Emilio no sabía de mi plan, es que yo no quería distraerlo más con mis problemas. ¡No se merecía estar encadenado a una chica moribunda! Él se merecía ser feliz sin tener que cargar con una chica deprimida. Además yo quería saber la verdad sobre mí, mis padres y mi verdadero origen.

***

—Este fin de semana será la quermes de bienvenida —dijo la maestra. Todos mis compañeros comenzaron a aplaudir y a gritar emocionados—. Y nos tocó el puesto de baile.

La emoción aumento por completo. Rosí me dijo que en la quermes de bienvenida, tanto el turno matutino y vespertino se unían en una celebración donde invitaban a todo el pueblo. ¡Era como una costumbre donde todos participaban!

—¿Crees que alguien se quiera casar conmigo? —Me preguntó Rosí—. ¡Ojalá Juan se quiera casar conmigo!

—¿Cuándo te vas a casar? ¡Estás muy chica para casarte!

Ella sonrió. Yo me sorprendí, me saque de onda.

—Pues el día de la quermes me quiero casar. ¡Ya sabes! En el puesto del registro civil. ¡Es uno de los mejores puestos! Te puedes casar con tu crush.

Su comentario me sorprendió. ¡Yo nunca había ido a una quermes! Sonaba divertido.

—¿Juan es tu crush?

—Si. Obviamente. ¿Y el tuyo? ¿Quién es tu crush?

La pregunta me tomó desprevenida.

—Yo no tengo crush. No he tenido tiempo para pensar en alguien que me guste.

Era verdad. No me había puesto a pensar en eso. Emilio. Édgar. ¡Besé a los dos! Me había ido de ambos.

—¡Descuida! Si aún no tienes crush, la clase se encarga de buscarlo por ti.

—¿A qué te refieres con que la clase lo busca por mí?

Ella tenía un gesto curioso. Sonrió emocionada.

—Cada salón escoge a sus favoritos. En nuestra clase todos votaron por Miguelito y por ti.

—¿Votaron ya? ¿En qué momento?

—Cuando la maestra nos dio aviso de la quermes. Bueno, el punto es que cada salón tiene a sus dos favoritos, sus nombres se envían al club de arte y el club de arte se encarga de sortear y emparejar a cada favorito. Luego se publica la lista de posibles parejas y todos votan por la pareja favorita. Al final, la pareja más favorita se termina casando en el registro civil de la quermes. ¿No es emocionante?

—La verdad...

—¡Tu nombre ya les pertenece Miranda! Todos tenemos fe en que tú ganarás.

¡Vaya que está escuela tenía una interesante tradición!

—No lo sé Rosí. Creo que eso es algo cruel. Ni siquiera me preguntaron si quería estar en esa lista. ¡No estoy lista para casarme!

—Tranquila. Todo es parte del juego. ¡Espero que ganes!

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Comments

Edith Meraz

Edith Meraz

ME ENCANTA LOS ESCRITORES DE NOVELTOON Y ESTA 2 PARTE DEPIDEME QUE TE OLVIDE DE IRWIN ESTA EXELENTE. ME ENCANTA MIRANDA UNA CHICA FUERTE FUERA DE SERIE.

2023-08-30

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