DIECIOCHO

¿Por qué razón quedaría embarazada una mujer? ¿Fue culpa de ella? ¿No fue cuidadosa? ¿Anduvo de loca? ¿Se volvió una puta? ¡Esta sociedad es demasiado injusta con tantos ideales y pensamientos crueles! Al menos se necesitan dos células para poder engendrar vida, ¿y de donde provenía la célula externa al cuerpo de mi amiga? ¡Exacto! La cual no solo fue de ella.

Mi corazón no dejaba de latir intensamente, mis pensamientos estaban todos revoloteando en mi cerebro y sentí que mis piernas temblaban. ¿De verdad estaba pasando esto? Había recorrido todo el consultorio médico con la intención de intentar calmarme. ¿Y si era verdad? ¿Y si ella estaba a punto de convertirse en madre? ¿Qué pasaría con su futuro? ¿Sus padres la apoyarían?

Escuche la puerta del sanitario abrirse. ¿Cómo se sentiría mi amiga en estos momentos? Camine hasta detenerme frente a ella. Su rostro estaba cubierto de lágrimas y los ojos se le habían puesto de color rojo. En su mano derecha estaba la prueba de embarazo.

—¿Rosita?

Alzó su mirada a mi, ni siquiera fue capaz de decirme algo. Las lagrimas comenzaron a escurrir por sus mejillas y me sentí con la necesidad de protegerla. Con todas mis fuerzas decidí cobijarla entre mis brazos.

—¡Todo estará bien!

—No creo que este bien.

—¿Por qué lo dices?

—¡Estoy embarazada! La prueba dio positivo.

¿Cómo se supone que debe sentirse una mujer al enterarse de tener un embarazo no deseado? ¡Quizá el mundo se les venga en encima! Ahora mi amiga parecía estar en una situación bastante complicada. ¿Habrá pasado por esto mi madre?

—¡Lo se! Se que estás embarazada, pero todo estará bien. Lo prometo. ¡Tranquila!

—¿Qué va a pasar conmigo? ¿Qué me dirán mis padres? ¿Qué pasará con este bebé? ¡No se que voy a hacer!

La angustia estaba atada al corazón de mi amiga. ¿Cómo podría ayudarle? Ambas éramos tan jóvenes e inexpertas. ¿A quien podríamos recurrir?

—¡Tranquila! Todo saldrá bien, yo prometo ayudarte en estos momentos y en lo que sea que pase en el futuro.

¿Cómo le iba ayudar? Ambas teníamos diecisiete años, estábamos a punto de graduarnos de la escuela preparatoria y seguro que ambas teníamos planes para el futuro. ¿Qué iba a pasar entonces?

—¿Debería abortar?

La opción estaba en el aire. ¿Debería hacerlo?

—¿Quieres hacerlo?

—¡No se Miranda! ¡No se que es lo que voy a hacer! Yo, no creí que esto pudiera pasarme.

A veces el llanto y los sentimientos encontrados pueden hacer que nuestra visión de las cosas se vuelva nublada; nos sentimos acorralados en una presión bastante pesada. ¡Necesitamos más tiempo para aclarar nuestra mente!

—Primero que nada deberías intentar calmarte. Probablemente pienses que ahora todo está mal contigo y que el futuro será realmente un sufrimiento enorme; pero debes tranquilizarte. ¡Solo así podremos tomar una decisión!

Y dije “podremos” porque ambas estábamos juntas en esta situación complicada. ¡No pensaba abandonar a mi querida amiga!

—¡Está bien! Lo intentaré.

Asentí.

¿Es culpa de la mujer llena de inocencia querer hacer feliz al hombre que tanto ama? ¿Es culpa de un corazón puro entregar su sentir a un corazón que solo quiere jugar? ¡La culpa es de esta sociedad que tantos problemas nos ha ocasionado con sus ideales de solo satisfacer deseos egoístas!

Resultó ser que Juan fue tan estúpidamente egoísta al pedirle la famosa prueba de amor a mi querida amiga rosita. ¿Qué haría ella? Su mayor ilusión era poder estar con el amor de su juventud, ella deseaba poder estar con su crush y su inocencia era demasiado grande como para dejarle ver que él solo la utilizaría para intentar demostrar su hombría. Fue así que el día en que supuestamente ellos tendrían su cita para comer pizza, Juan decidió querer acostarse con mi amiga y no le fue tan difícil el persuadirla. ¿Y los límites? ¡Los límites desaparecieron cuando este hombre intentó manipular los sentimientos de mi amiga para poder conseguir placer! ¡Idiota! Ese chamaco irresponsable terminó entrando al cuerpo de mi amiga sin ninguna barrera que limitara el acceso de sus células. ¿Y que fue entonces? Dos adolescentes crearon vida esa noche y sus cuerpos fueron capaces de sentir más de lo que estaban acostumbrados. ¿De quien fue la culpa? ¿De ella? ¿De él? ¿De no usar protección? La culpa fue de esta sociedad al hacernos creer que solo importan nuestros deseos y que se debe vivir disfrutando sin pensar en las consecuencias de nuestras acciones.

Mi amiga intentó regresar a casa pensando que todo sería normal; que las cosas seguirían su curso. ¡Su mayor felicidad era que Juan había estado con ella de una forma especial! ¿Realmente fue especial? Los días pasarían, aparentemente nadie sabría lo sucedido y las sonrisas de ambos eran genuinas. ¡Las consecuencias nunca tardan en llegar! La fecha en que la regla llegaba al cuerpo de mi amiga ni siquiera se asomó en lo más profundo de su secreto. No hubo sangrado, no hubo cólicos y al ver que su cuerpo se había detenido de expulsar su femineidad ella se preocupó muchísimo. Intentó buscar información en los libros de texto, la desesperación comenzó a inundar su cuerpo y el pensamiento de estar en una circunstancia pésima le hizo sentir infeliz. ¿Había hecho lo correcto al acostarse con su crush? ¿Que pasaría con el amor que ella sentía por él? ¿Qué consecuencias tendría por el resto de su vida? ¿Estaba lista para afrontar la realidad?

—¿Le piensas decir?

—¿Crees que me quiera apoyar?

—Eso solo lo sabremos si se lo preguntas.

Hizo una mueca curiosa, como si dudara de si misma.

—¿Y si no quiere?

—Entonces también lo sabrás cuando te responda. No te mentalices. ¡Yo estaré contigo! Aún si Juan es un completo cobarde, me tienes a mí.

Sonrió . Habían pasado varios minutos desde que el llanto ya no hacía presencia en el rostro de Rosi. Ambas estábamos sentadas ocupando una mesa en la peletería cerca del centro de San Pedro. La doctora había sido muy amable con nosotras.

—¿Qué crees que me digan mis padres?

—¿Cuándo piensas decirles?

—¿Debería decirles hoy mismo?

Enarcó sus cejas. De pronto me acordé de mi pasado.

—Si. Creo que entre más rápido empieces a desahogar esta situación más rápida podrás saber que decisión tomar.

Dejó escapar un suspiro.

—¿Y si mis padres me corren de la casa?

Le lance una mirada serena, sonreí para ella.

—Entonces te mudarás conmigo. ¡Yo te apoyaré!

Sus labios se curvaron en una sonrisa amplia.

—¡Gracias Miranda!

—¡No es nada Rosita! Después de todo somos amigas y yo te quiero mucho.

Para que la mente de ella pudiera despejarse del todo aproveche para hacerle una sesión de fotos en el zócalo de San Pedro. Mi amiga parecía ser muy buena posando, su sonrisa brillaba demasiado bien y la pasamos realmente increíble en ese momento. ¡Ahora ella era una muchacha embarazada! Ver a mi amiga en esta situación me hizo pensar mucho en mi madre. ¿Así habrá sido la vida con ella? ¿Se sintió desconcertada? ¿Habrá sufrido mucho? Lo único que se es que mi madre, mi querida María fue capaz de afrontar cosas fuertes por si sola.

Regresamos a San Francisco a eso de las cuatro de la tarde. Habíamos comido pizza en un lugar cercano al zócalo; mientras viajábamos de regreso en una combi llena de pasajeros, conecte mis audífonos y puse algo de música para nosotras.

—¡Tengo un poco de nervios!

—¿Por decirle a tus padres?

—Si. Papá es un hombre áspero.

Lo más probable es que ella no lo tuviera tan fácil.

—Entonces intenta mentalizarte en cuál sería su posible respuesta. Si es necesario yo estoy dispuesta a intervenir por ti.

—¡Lo se! Se que me apoyarías bastante.

—¡Entonces ponte tranquila! Saldremos bien de esta.

Pasaron alrededor de veinte minutos hasta que al fin llegamos a San Francisco. El sol de la tarde comenzaba a disminuir su intensidad y el viento comenzaba a ser demasiado intenso. Bien dicen que febrero es loco porque el clima es una completa inestabilidad. Nos bajamos justo frente a la iglesia del pueblo y empezamos a caminar hasta la casa de ella.

—¿Tienes hambre? —me preguntó Rosi.

—No realmente, no ha pasado mucho tiempo desde que comimos la pizza.

—¡Ah! Tienes razón. Supongo que entonces sólo soy yo. De repente me empezó a dar hambre.

Le lance una mirada curiosa.

—¿Se te antoja algo?

—La verdad no es algo en concreto, solo tengo hambre.

—Entiendo. ¡Es que ahora tu cuerpo comienza a nutrir la vida de ese pequeño!

Sus cejas se enarcaron por completo.

—¡Tienes razón! Eso significa que de ahora en adelante voy a subir de peso. ¡Me voy a poner panzona!

El tono de su voz sonaba a tragedia.

—¡Hey! Solo será por un tiempo. La doctora dijo que este es un proceso nuevo tanto para tu cuerpo, como para tu vida.

—¡Vaya proceso! Todo por andar de enamorada.

—¡Hey! No te culpes. Lo pasado ya paso, ahora estamos aquí, valientes para enfrentar esta vida.

—Eso si. ¡Me encanta como es que siempre estás siendo tan madura y recta! Ojalá yo fuese como tú.

Sonreí. ¿Hablaba en serio?

—¡Ay Rosita! Tú tienes lo tuyo y yo tengo lo mío; pero nunca quieras cambiar tu vida por la de alguien más. ¿Que no te consideras una chica valiente?

La mueca de sus labios me hizo sonreír.

—¡Quiero ser valiente!

Y casualmente mientras caminábamos por la banqueta lo encontramos saliendo de una tienda. Los ojos de mis amiga se abrieron por completo.

—¿Debería decirle ahora mismo?

Lo pensé por algunos segundos y entonces llegue a la conclusión de que tarde o temprano él tendría que enterarse.

—Dame tú celular.

Ella se sorprendió por mi petición. Me dio su móvil.

—¿Que harás?

Busque su número y marque. Empezó a timbrar. Él sacó su celular, aún no descubría que estábamos detrás.

—¡Hola!

Le di el móvil para que contestará. Active el altavoz a un volumen considerable.

—¡Hola Juan! ¿Estás ocupado?

—¡Hola Rosi! Ando fuera de mi casa. ¿Necesitas algo?

Ella me lanzó una mirada nerviosa.

—Es que necesito decirte algo importante.

—¡Oh! ¿Y no puedes esperar a decirme mañana en la escuela? La verdad Rosi todo lo que paso entre nosotros… eso hay que olvidarlo.

¿Olvidarlo? ¿De verdad le estaba pidiendo eso a mi amiga?

—¡Esto es realmente importante!

—¡Pues mañana me dices! Voy a colgar.

—¡Hey zoquete! —le dije—. Estamos detrás de ti.

Rápidamente se giró a mirarnos y su semblante pareció asustado. Colgué la llamada, le hice una seña para que ella se acercara. Prendí las notas de voz de mi celular y comencé a grabar. ¡Esta técnica siempre daba buenos resultados!

—¿Que es Rosi? ¿Que cosa quieres?

Me detuve al lado de mi amiga, pude escuchar el sonido de su respiración; hacer esto requiero mucho valor por parte suya.

—¡Estoy embarazada!

Juan se quedó impactado, parecía que el aire no había entrado en su cuerpo. ¡Se puso bien pálido!

—¿Y? ¿Que tengo que ver con eso? —preguntó después de algunos segundos, tuvo que aclarar sus garganta.

—¡Tú eres el padre!

—¡¿Como que yo?! Rosi no digas tonterías.

—No estoy diciendo tonterías. Te estoy diciendo lo que en verdad paso. ¡Tú eres el padre!

—¡Yo no…!

—Tu eres el primer hombre con el que me acuesto.

—¡Yo que culpa tengo que no te hayas cuidado! Era tu responsabilidad.

—¿Mi responsabilidad? La responsabilidad es de los dos.

—¡No es mi culpa que te hayas quedado embarazada! Seguramente anduviste de zorra con los demás chicos de la escuela y ahora quieres que yo me haga cargo de algo que solo paso una vez. ¡No me busques más! Yo no soy el padre.

¿Por que a veces los hombres son tan miedosos? ¿Que sería de la vida si ellos fuesen los que quedaran embarazados? ¡Quizá serían más empaticos!

—¡Juan! —le dijo ella.

El canijo solamente se dio la vuelta y nos dio la espalda. ¡Que cobarde! Mi amiga empezó a llorar, era obvio que Juan se había rendido. Sin dudarlo corrí hasta alcanzarlo y lo hice girar a verme.

—¿Que te pasa? ¿Acaso no eres muy hombre como decías? ¡Que cobarde!

—¡Tú no te metas!

—Es mi amiga con la que tú te metiste. ¿Acaso crees que no vas a tener consecuencias? ¡Es obvio que eres un cobarde!

—Mira Miranda, la neta no estoy listo para ser padre.

—¿Y tú crees que ella está lista para ser madre? Este problema es de los dos. ¡Tú fuiste su primera vez!

—¡Yo se que fui su primera vez! Pero es que no me pienso hacer cargo de este bebé. ¡No lo quiero!

—Pues eso hubieras pensado antes de andar de caliente con mi amiga. ¡Esta es tu consecuencia!

—¡Me voy a largar de este lugar!

¡Juan era un simple mocoso inmaduro! Empecé a reírme de él. No pude evitarlo.

—Si tú decides huir, hazlo. No quiero verte más por este lugar. ¡No vuelvas a acercarte a ella! Eso sí. Solo te dire que las cosas no serán fáciles para ti. ¡Yo misma me encargaré de hacerte pagar por todo esto!

Sus ojos se abrieron muy sorprendidos, mi furor estaba de vuelta.

—¿Que piensas hacer al respecto?

—¡No me conoces!

—Eres Miranda.

—¡Eso mismo! Soy la mejor amiga de la mujer a la que tú no le puedes cumplir como tanto le habías prometido. ¡Poco hombre!¡Largo de mi vista!

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Comments

Rocio Loayza Ruiz

Rocio Loayza Ruiz

jajajaja vamos Miranda.....saca el platal que tienes y mándalo a asustar primero jajajaja

2023-10-21

1

Edith Meraz

Edith Meraz

ESO MIRANDA!!!!!

2023-08-31

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