—¡Buenos días señorita! ¿Cómo está?
El director me observaba con una sonrisa en el rostro; estar aquí me confirmaba que el era un hombre accesible y amable.
—Muy bien, aparentemente todo va bien conmigo. Aunque pienso ausentarme esta semana por asuntos pendientes en mi familia.
—Eso es bueno, que bien que se encuentre en estado perfecto. Después de todo la juventud es un periodo de la vida en la que cada individuo debe esforzarse por ser feliz. ¡Me alegro por usted! Y si, sin problema alguno puedo conceder ese permiso para que pueda ausentarse.
Asentí. Recordé la primera vez que hablé con este profesor.
—Si, creo que tiene razón. ¡Ojalá todos los adolescentes fueran capaces de ver que así es! Estamos en los mejores años de nuestras vidas.
Por algunos segundos nos quedamos en silencio. Su escritorio era de color negro, había una placa de metal con el nombre de la escuela, detrás del profesor estaba la bandera envuelta y resguardada en un cofre de cristal. ¿Por que razón estaba aquí si yo sabía perfectamente que no necesitaba pedir permiso para ausentarme? ¡La razón era obvia!
—Y aparte de comunicarme esto, ¿A que debo el honor de su visita?
—Necesito comentarle sobre una situación en la que me he involucrado, más que nada porque se trata de mí amiga.
—¿Está todo bien?
—Ahora lo está.
—¿Es una compañera de clase?
—Así es.
—¿Como se llama ella?
—Rosa. Estamos en tercer grado.
—¿Con el profesor en jefe Clemente?
—Si, él es nuestro profesor principal.
El director parecía estar pensado en Rosi.
—De acuerdo, ya se de que chica se trata. ¿Que pasa con ella?
Mi amiga no había venido a la escuela. Prefirió quedarse en mi casa intentado recuperar la calma tanto en sus pensamientos como en sus sentimientos. ¡Pobrecita de mi amiga!
—Está embarazada.
El semblante del profesor cambió por completo rápidamente. ¡Esta noticia era realmente inquietante para un profesor!
—¿Eso es verídico?
—Lo hemos corroborado el día de ayer con ayuda de una doctora y una prueba de embarazo. Rosita está embarazada, al menos tiene un mes con una semana.
El profesor dejo escapar un suspiro largo. ¿Sería un problema para él?
—¿Sus padres saben?
—Les hemos informado ayer.
—¿Cuál fue su reacción?
—La corrieron de su casa.
—¿De verdad?
—Si. Ahora Rosi vive en mi casa.
El profesor parecía estar pensando mucho en esta situación. ¿Que podría hacer para ayudar? ¿Que decision podría tomar con respecto a mi amiga? ¿Como podrían apoyarla para que ella concluyera sus estudios de preparatoria? ¿Si quería sería capaz de graduarse? Aún había cosas en las que no habíamos pensado.
—Señorita Miranda.
—¿Si?
—¿De casualidad sabe quien es el muchacho involucrado en esta situación?
—Si. Se quien es él.
—¿Él sabe?
Asentí.
—¿Y que dijo?
Enarque mis cejas, deje escapar un suspiro; por alguna razón esto se sentía como si fuera algo sumamente incómodo. ¿Que tenía que ver yo en todo esto? ¡Todo era por el bienestar de una amiga!
—No fue accesible, tuve que intervenir entre ellos. Este muchacho se portó muy grosero con mi amiga y terminó despreciándola de forma muy cruel.
—¿Que fue lo qué pasó exactamente?
—Le mostrare.
Saque mi celular y abrí la aplicación de notas de voz. Le puse play a la conversación, el director escuchó con mucha atención. ¿Yo estaba haciendo lo correcto? Esta no era la primera vez que me encontraba ante una situación angustiosa. El tener que enfrentar el abuso sexual a solas no era algo que me hiciera sentir mejor; fue Emilio quién me ayudo a no sentirme sola aún cuando yo no tenía ganas de sonreír. ¿Que pasaba ahora conmigo? De alguna forma yo entendía los sentimientos que Rosita probablemente experimentaba en estos momentos; aparentemente ella se encontraba sola y sin el apoyo de sus seres queridos. ¿Está bien que yo intente ser su sostén emocional? ¡Por supuesto! Esta chica es la única amiga con la que me siento realmente a gusto. ¡Ojalá las cosas fuesen totalmente diferentes para ella en este momento!
Después de algunos minutos la grabación terminó.
—¿Cuál es el nombre de este muchacho?
—Juan. Esta en el mismo grado que nosotras.
—¿Juan Cortes?
—Si.
Negó con movimientos leves en su cabeza.
—Hablaré con él.
Asentí.
—Se lo agradecería mucho director.
La mirada del hombre parecía ser compasiva, en la solapa de su saco había un pin con la figura de un timón de barco. ¿Que significaba eso? Desde la primera vez que conocí al profesor nunca lo he visto sin el pin.
—¿Como está Rosi?
—Dentro de lo que cabe ella se encuentra bien. La doctora le ha dado pastillas de ácido fólico y algunas otras pastillas para que su cuerpo se compense en cuanto a las vitaminas.
—¿Decidió tener el bebé?
—Si. Ella no quiso abortar.
—¡Que bueno que ha decidido conservar esa vida!
—Lo se. Yo también comparto la opinión de usted.
—Y entonces, ¿tú la estás ayudando del todo?
—Si. Es lo menos que puedo hacer por una amiga. De hecho, también quiero pedirle permiso para que Rosi pueda ausentarse esta semana, la pienso llevar a un médico en la ciudad para que le lleve el control de su embarazo.
—¿Tú te harás cargo de apoyarla económicamente?
—Si. Puedo hacer eso por ella, aún así agradecería mucho si usted intenta persuadir a Juan para que se haga responsable de su hijo. ¡Creo que sería una buena decisión para el bienestar de ese bebé!
—¡Claro! Hablare con él.
—Solo no le cuente que yo estoy apoyando del todo a mi amiga. No todos conocen mi historia aquí y preferiría discreción ante mi situación. ¡Tampoco me gusta ser una chica millonaria y que la gente me mire como una!
Asintió.
—Respetaré tu decisión tal y como me la expusiste el primer día de clases.
—Se lo agradezco mucho señor director.
—Para eso estamos. Después de todo soy el responsable de cuidar una porción de tiempo a muchos chicos.
—Creo que hace un buen trabajo como docente.
Asintió. Su mirada se detuvo sobre mi por algunos segundos.
—¿Como van las cosas con usted? ¿Se encuentra bien con esta situación?
Medite en mi respuesta, era obvio que cuando a uno le preguntan por su sentir la respuesta no debe ser sencilla. ¿Como me sentía en este momento? ¡Tantas cosas estaban pasando!
—Sí. Por alguna razón esta situación me hace pensar en mi pasado.
—¿Que es?
—Mi madre. Constantemente pienso en ella imaginando que probablemente se encontró en la misma situación que mi querida Rosita. Mi madre tampoco tuvo el apoyo de nadie y tuvo que ver por si misma sin la ayuda de algún ser querido.
—¡Lo lamentó mucho!
—Descuide. Yo se bien qué hay cosas que están fuera de nuestro alcance. ¡Usted no es el culpable de que los sucesos se dieran de esa forma!
—Yo se qué hay cosas que no se pueden evitar, pero me sorprende mucho ver tu madurez.
Sus palabras me hicieron sorprender.
—¿Mi madurez?
—Sí. Ojalá todos mis alumnos fuesen como tú, con ese pensamiento tan fuerte y centrado. ¡La juventud sería diferente!
—Si supiera que hubo días en los que no me sentía fuerte. ¡Tuve que pasar por mucho!
—Imagino que fueron cosas complicadas. Por eso es que estoy seguro de decir que ahora mismo veo a una chica que no le teme a las dificultades. ¡Tú pasado te ha hecho fuerte! A eso me refiero.
—Creo que si.
—¡Eres una mujer fuerte! Ojalá los demás chicos de tu edad fuesen como tú.
Intente sonreír. De una forma u otra muy en mi interior yo sentía que no podía dejar de mirar el pin del señor director.
—¿Puedo preguntarle algo?
—Si.
—¿Que significa el timón de su solapa?
Bajo su mirada hacia la insignia y no me respondió al instante. Sus dedos acariciaron el metal de la pieza.
—Fue un regalo de mi esposa.
—Es un buen detalle. Estoy segura de que usted la ama mucho.
Sonreí. Él correspondió a mi gesto.
—Si. La verdad es que fui muy afortunado de tenerla.
El tono de su palabra irradiaba nostalgia, dolor, algo trágico.
—¿Ella?
—Murió hace tres años. El cancer me la quito.
La mirada del profesor parecía estar en un mar de muchos sentimientos.
—¡Lamentó su pérdida señor!
—Descuida. Como bien dijiste, no fue culpa que ella muriera. Hay cosas que están fuera de nuestro alcance.
Asentí.
—Estoy segura de que ambos fueron muy felices juntos.
—Fuimos más que simple felicidad.
Y que bonito sería si la vida durará más que un simple suspiro. Porque resulta que todos tenemos sueños, ideales y pensamientos que nos gustaría llevar a cabo a la perfección. ¿Y que es lo que nos limita? ¿Que es eso que nos corta las alas? ¡Si tan solo la muerte no existiera la vida sería más que solo un instante!
***
—¿Como te sientes? —le pregunté.
—¡Estoy bien! La verdad es que nunca había salido de San Francisco.
Sonreí. Ella estaba mirando con mucha atención por el vidrio de la ventanilla.
—Así que esta es tu primera vez en la ciudad.
—Sí. Las únicas ciudades que conocía eran las que aparecen en los libros de la escuela. ¡Aquí hasta hay varias torres!
—Son edificios.
—¿Y la gente vive allí?
—En algunos si. Algunos edificios solo son oficinas donde las personas trabajan y algunos otros son hospitales.
—¿Un hospital?
—Si. Ahora más que nunca visitarás el hospital para que el médico te revise y compruebe que estás bien.
Sonrió. Fernando era nuestro conductor.
—Oye.
—¿Que paso?
—¿Crees que sea niño o niña?
Me encogí de hombros. Ver a mi amiga sonreír me causaba felicidad; parecía que ahora ella se sentía más tranquila.
—¡Quien sabe! Creo que será una sorpresa.
—Eso si. La verdad es que ahora que lo he pensado no tengo problema con el sexo de mi bebé.
Sonreí.
—Perdón que las interrumpa, ¿vamos a la casa o a donde? —dijo Fernando.
Sus ojos se encontraron con mis ojos a través del retrovisor.
—Si. Vamos a la casa, pediré comida y así podemos descansar.
—¿Pedirás comida?
—Si. Un repartidor vendrá a dejárnosla a la casa.
—Esas cosas no pasan muy seguido en San Francisco.
Asentí. La ciudad y San Francisco eran mi contraste entre lo rural y lo urbano.
—Lo se, pero bueno. Mientras estamos aquí lo aprovecharemos. ¿Que les gustaría comer?
—¿Una cemita? —preguntó Fernando.
—Vale. Te pediré una cemita. ¿A ti que se te antoja Rosi?
—Pues también pídeme una cemita.
Asentí. No faltaba mucho para llegar a la casa nos detuvimos a causa de un semáforo en rojo. Mi celular vibro a causa de un mensaje de WhatsApp.
Édgar: ¿Ya llegan?
Miranda: Estamos a cinco minutos. ¿Tú dónde estás?
Édgar: Yo estoy ansioso de verte. ¿Pediste algo de comer?
Miranda: Si, pedí cemitas.
Édgar: ¿Pediste una para mí?
Miranda: Te pedí tres porque se que eres de estómago profundo. ??
Édgar: ¡Me alegra saber que ya me conoces bien! ?
¿De verdad lo conocía bien?
Miranda: Difiero de eso. Tú eres el que me conoce en realidad a toda perfección.
Édgar: Te conocía a la perfección.
Miranda: ¿Como está eso?
Édgar: Ahora mismo desconozco si tú corazón es para mí. ❤️
Sonreí. ¡Él estaba siendo un poco cursi!
Miranda: No digas esas cosas. Tú estás en mi corazón. ¡Somos buenos amigos! ??
El mensaje se envió rápidamente y en ese instante recibí a un remitente diferente.
Emilio: ¿Llegaste a la ciudad? ¡Ya quiero verte! ??
¿Era mi momento para decidir a quien darle mi amor? ¿Tú que hubieses hecho en una situación cómo está?
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Bella Maldonado Beltran
emilio de.todas maneras .
2024-04-01
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Edith Meraz
A EMILIO MIRANDA
2023-08-31
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