La insistencia puede matar

Eres impresionante Loraine... - dijo el hombre que tenía entre las piernas, ella sonríe pícara, sin embargo no era más que mentira pues en la mente de la mujer solo estaba la imagen del joven apuesto Claude.

- Y tú eres... - trató de buscar una palabra para halagarlo - todo un semental - finge excitación, pues siente un poco de placer más no el que ella desea.

El hombre termina de derramarse con la última estocada, sale de ella y retira el preservativo para echarlo al bote de basura del baño. Se coloca la ropa y sale dejando un beso en la frente de la mujer.

- Nos vemos otro día - dice, ya sin la emoción de hace un rato mientras coitaba con ella.

Una vez sola camina desnuda hacía el ventanal de la sala de su departamento, coloca sus manos sobre el cristal y cierra los ojos pensando en cuán diferente sería si ese hombre hubiera sido Claude Thompson, sin duda alguna, no lo dejaría ir solo para verlo al despertar.

Debía buscar la manera de terminar con esa relación entre él y esa niñata peliblanca, ya antes lo había hecho, se proponía a tener al hombre que le gustaba, no importando si este tenía compromiso o no. Claro está, después debía cambiar de ciudad porque esos mismos hombres terminaban obsesionándose y ella suele aburrirse muy rápido. Aunque Claude no era como los demás, tenía un aura especial e imponente que bien sabía, sería su perdición... literalmente, porque esta mujer desconoce la procedencia de su actual rival.

El pequeño cuerpo desnudo de Loana descansa sobre el masudo y musculoso de Claude, quien acariciaba el cabello de su amada mientras aspiraba su delicioso aroma a frambuesas.

- Mi pequeña brujita podría pasarme el resto de la vida así contigo - aspira un poco más su olor y la apretuja un poco más - Ya quiero tener cachorros.

- Yo también quiero que tengamos cachorros, antes nunca lo llegué siquiera a pensar - ella también aspira el olor a jengibre y cardamomo que tanto ama.

Se envuelven en la ternura de un beso pasional que los enciende para continuar gozando del amor que emana entre ellos.

- ¡Diosa! Eres tan cálida y apretada... - apretaba sus caderas para que el acceso fue más profundo, llegando a ese punto cumbre del placer. Ambos alcanzan el nirvana cuando el lobo reafirma la marca - juro que eres la perfección hecha mujer.

- Y tú eres perfecto para mí, hecho a mi medida - lo besa varias veces con picos - debemos ir a la universidad, hoy tenemos evaluación con la estúpida de Sullivan... ¡Aaish! Te juro que quiero convertirla en ratón y dársela de cena a Solom, pero le daría indigestión - Claude sonríe divertido por los celos de Loana.

- Ninguna mujer, ni loba, ni bruja, ni humana, ni de cualquier otra especie, se iguala a ti, la diosa Luna no pudo darme mejor compañera que tú, mi brujita hermosa ¡Te amo, nena!

Se levantaron y fueron a darse una ducha, se lavaron uno al otro sin llegar al sexo, pues la evaluación sería al iniciar la clase. Una vez listos salieron directo a la facultad. Al llegar al aula el olor a celos que desprendía Loraine, les invadió las fosas nasales a ambos e hicieron una mueca de desagrado. No es lo mismo sentir el olor a celos de tu destinada o destinado, al olor de otra persona.

- Buen día, casi que no llegan - la molestia se podía percibir en su voz.

- ¡Buen día! Estábamos realizando una actividad física importante - dice Loana, con voz de triunfo.

Loraine quería arrancar esa sonrisa petulante del rostro de la bruja.

- La próxima vez hablaré con el decano por llegadas tardes.

- Como usted quiera - le dice despreocupada, Loana.

La pareja pasa y se sienta en sus respectivos asientos, muy acaramelados como siempre desde que se marcaron. Lo que provoca una rabia desmesurada en Loraine quien golpea con la palma de la mano la mesa delante de ellos.

- ¡Ya basta! - alza la voz, logrando que todos la miren sorprendidos, pero ella no parece notar tal cosa pues está centrada en los enamorados, a quienes no parece importarles en lo más mínimo - podrías dejar de ser tan zorra... tan... ofrecida.

Un silencio se hace en el aula, y cuando Loana levanta por fin la vista, la profesora percibe que ya no son azules, sino que son negros en su totalidad, provocando que la mujer se eche hacia tras y caiga de pompas. Al reaccionar, se da cuenta que el tiempo parece haberse detenido; cosa que improbable.

- ¿Qué le pasa a todos? - pregunta con miedo.

- Pasa que tú deseas algo que me pertenece, y si sigues de resbalosa te voy a convertir en ratón para que seas alimento de Solom, ¿me entiendes bien?, estúpida humana.

La mujer salió corriendo despavorida, dejando a todos intrigados porque parecía huir de algo o alguien.

- Eso le enseñará a no desear lo ajeno, la insistencia puede matar - expresó Loana, dando un ligero beso a su amado, quién se reía divertido por las travesuras de su brujita.

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