Una boda

Llegó el día de la boda entre el joven lobo y la bruja, aunque esa era una cuestión más para humanos que para seres sobrenaturales, sin embargo, Rebecca quería algo especial para su amiga, ella era una casamentera oficial. El pobre Antoine solo podía seguirle el paso a su entusiasta mujer, pues no quería volver a dormir en el sofá. Loana, Gretta, Rebecca, Fanny, Marlene, la alfa Antonietta, Margueritte, Lucile, Amelie y Maritza la hermana del novio, se encontraban en la habitación siendo preparadas para la ceremonia. Las primeras en salir fueron las más jóvenes quienes serían las damas de honor, luego irían las dos testigos que son Rebecca y Marlene. Ya estaba en el altar la alfa y el juez, quienes oficializan la boda.,

Claude miraba orgulloso a su pequeña peliblanca, quien caminaba al lado de Antoine quien la entregaría.

- Cuídala muchacho, porque no solo te llevas a una joya, sinotambién a mi mejor amiga.

- Por supuesto que la cuidaré, con mi vida y más.

Alfa y juez iniciaron el rito que fue muy emotivo, debido a los votos que se dijeron.

- Mi pequeña brujita, desde que llegaste a mi vida y supe que eras mi destinada, el agradecimiento hacia nuestra diosa Luna, es muy poco. Eres simplemente perfecta, te amé desde el primer segundo y te voy a amar por el resto de nuestra existencia. Gracias mi amada Loana por aceptar mi amor.

La sonrisa de la peliblanca se ensanchó mucho más.

- Mi amado, mi amante, mi amigo; eres también lo mejor en mi vida que antes era solitaria. Creo que la diosa me escuchó aquella noche cuando le pedí un compañero lobo por el tesón y la fuerza que ustedes tienen para amar a sus mates... Gracias mi amor bonito.

- Yo siempre les concedo a mis hijos las mejores parejas - esta vez habló Selene, sorprendiendo a todos - Loana y mi pequeño Claude, deberán demostrar de qué están hechos cuando el momento llegue.

Loana sabía a qué se refería la diosa, debía estar preparada para cuando su mayor enemigo atacará, esta vez ella lo acabaría para siempre.

La pareja disfrutó de su fiesta al máximo, para después de media noche irse a su luna de miel a las montañas alpinas, donde pasarían toda la semana. Ambos eran amantes de la nieve, así que era justo lo que querían.

- Estaba ansioso por tenerte entre mis brazos de esta manera - decía el joven lobo a su amada mientras ésta retozaba encima de él, metidos en el jacuzzi de la cabaña - te amo, nena - se metió un seno en la boca para deleitarse con él.

- Y yo a ti, mi amor - hablaba Loana con voz un poco agitada debido a sus movimientos sobre él, más el placer que este le proporcionaba.

Después de una deliciosa sección de amor y placer, Claude la llevó cargada a la cama para que descansara. Pasó la mayor parte de la noche envelesado admirando la bella de su brujita, ya quería poder verla con una pancita y luego tener un cachorrito o cachorritos o bien sean hembras con la belleza de su madre. Con ese pensamiento se dejó llevar al mundo de los sueños donde justamente se vio junto a ella, jugando con dos preciosos bebés de cabellos blancos y naricitas respingonas.