Compañeros

Eres una alimaña traidora, ibas a atacar por la espalda a quien dices amar, agradece que él ha intervenido por ti y solo borraré tu memoria - habló Loana.

Afuera del círculo nadie notaba nada, era como si ellos no estuvieran ahí, las chicas veían pasar a la gente, pero nadie parecía notar lo que les estaba pasando.

- Damnatio memoriae - las cinco chicas entraron en estado de letargo, segundos después se miraban entre ellas y no recordaban absolutamente nada.

Loana puso en la cabeza de Julia la idea de terminar con Claude, para así tener vía libre con su compañero.

- Claude, debemos terminar - el lobo miró con los ojos entrecerrados a la bruja - me he dado cuenta de que no somos compatibles, eres demasiado perfeccionista.

Las demás chicas la siguieron sin entender qué pasa y por qué terminó con Claude.

Los dos se miraron fijamente una vez estuvieron solos, un impulso loco arrastró a Claude a tomar entre sus brazos a esa aparentemente frágil chica.

- ¿Así que soy un perfeccionista? - ese chico sí que poseía una sonrisa sexy.

- Debía buscar una excusa adecuada para que esa loca te dejara - sonrió inocente.

- Vamos a un lugar privado - propuso.

La Bruja hizo un portal, llegaron a un bello bosque donde había una cabaña pequeña pero muy hermosa.

- Este lugar es maravilloso - expresa el joven lobo.

- Sí quieres correr en tu forma de lobo, lo puedes hacer.

Claude se transformó de inmediato para correr en libertad, sus padres habían comprado una propiedad a las afueras de Nueva York con varios acres de tierra para que él, sus hermanos y su mamá, pudiera correr en total libertad. Crearon un bosque espeso donde ningún drom los espíe, pero este bosque era fuera de serie, el aire era menos denso, tan parecido a la gran manada de su tío Antoine. La bruja se deleitó viendo correr a su lobo de pelambre gris plateado, era sin duda, un lobo hermoso y dado a su naturaleza beta, era grande. El Lobo se acercó a ella e incó sus patas delanteras para indicarle que subiera en su lomo. Ella ni corta ni perezosa se subió, el lobo empezó a correr para darle un paseo a su mate. La brisa fresca del bosque los bañaba a ambos de frescura. Cuando llegaron a un claro, ella descendió de su lomo y él volvió a tomar su apariencia humana, quedando como Dios lo trajo al mundo. La mirada de la bruja lo recorre sin vergüenza alguna, todo lo contrario, se relame los labios cuando ve el gran regalo que la diosa le regaló.

- ¿Te gusta lo que ves, bruja? - pregunta con una sonrisa ladeada.

- Me fascina, precioso lobo - responde acercándose hasta estar pegada a su cuerpo sudoroso - tanto que quiero probarte.

Como si fuera una orden la apretó más en la cintura y la tomó también por la nuca, dándole un beso de esos que hacen mojar panty. La lengua invasora del lobo entró apoderándose de su lengua, definitivamente la diosa la premió con uno de sus hijos, uno muy grandote. Se separaron por falta de aire.

- Mi lobo está loco por marcarte - dijo jadeante.

- Dile a tu lobo que les pertenezco a ambos.

La levantó y estampó contra un árbol, para besarla de manera frenética, sacó la blusa blanca que ésta traía, quedando solo en sostenes.

- Eres perfecta para mí, nena - volvió a besarla.

Los gemidos y gruñidos no se dieron a esperar. La volvió a poner en el suelo para quitarle el pantalón, cuando la tuvo solo en panty y sostén, se arrodilló frente a ella que se mantenía recostada al árbol. La miró con lujuria y se acercó al punto del placer.

- Desde que te vi en la decanatura te quise probar, ahora lo quiero mucho más al saber que eres Mía - su lengua pasó por aquel punto, sacándole un gemido que volvió loco al lobo. Comenzó a devorar su intimidad como todo un experto, la bruja solo agarraba sus cabellos negros con la vista nublada por la lujuria - sabes mejor de lo que imaginé.

Cuando llegó, no le dio tiempo de reponerse y entró en ella con ansias. No mentía, la primera vez que la vio en la oficina del decano, no comprendió por qué se imaginó haciéndole el amor a la peliblanca, lo cierto es que se sentía muy atraído por ella. No, claro que no era lo mismo que sentía por Julia, era algo inexplicable aquella sensación de pertenencia. Sin embargo, no percibía olor alguno en ella, hasta hoy cuando liberó parte de su poder, fue entonces que sintió ese delicioso olor a frambuesas. Las estocadas cada vez eran más profundas

- Me voy a lle... gar, lo... bo - logró decir entre jadeos y gemidos.

- Libérate para mí mi preciosa brujita.

Las paredes internas de la intimidad de Loana, constriñeron la hombría de Claude, provocando que este ensartara sus colmillos en el cuello donde debe ir su marca, arrojándola a un abismo de placer.

- ¡CLAUDE! - gritó el nombre de su amado, dejando caer su cabeza en el pecho de este.

Momentos después este también llegó.

- ¡Mía! - dio un suave beso donde había clavado sus colmillos - ahora nos pertenecemos.

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