CAPÍTULO XVIII

°°°BLANCA°°°

Un mes ese es el tiempo que ha pasado, hace un mes que los labios de Sebastián y los míos se unieron en una perfecta sincronía.

—Blanca, nos vamos—alzo la mirada de mi libro de matemáticas, salgo de aquel salón con la compañía de Mary.

— Se enteraron del último chisme del instituto—la miro sin saber a qué se reviere—vamos en la cafetería, te cuento.

—Sabes, que no me interesan los chismes de pasillo—entramos en aquella cafetería, no entiendo por qué todos me miran, le doy un leve codazo en las costillas a mi acompañante—porque todos me miran.

—Sobre eso te quiero hablar—me dice levantando sus cejas—bien guardado que te lo tenías verdad.

No entiendo a qué se refiere.

Me compré una tarta de moras y un jugo de naranja, en cambio, Mary compro comida para todo un ejército.

No entiendo como come tanto y no engorda si yo hago eso uf, para qué les cuento.

—Bien comienza, a hablar—

—Tenemos que esperar a Kayla, ella fue a corroborar la información—

Esperamos como cinco minutos y mi otra loca amiga hace su aparición en la cafetería, de inmediato se sentó alado de Mary y comenzó a quitarle su comida.

—He, no esas patatas son mías—le grita la una loca a la otra—me las das si, te las intercambio por la tarta de chocolate

—Trato hecho—se intercambia la comida, y no aguanto más y unas risas salen de mi hace mucho tiempo que no me reía de esta manera—son tan infantiles chicas, que regresamos al periodo neolítico—ellas me miran con una gran sonrisa.

—Extrañaba que te rías amiga—dice Kayla, le muestro una sonrisa de boca cerrada.

—Mary, ya está aquí, me vas a decir que es lo que pasa—La pelinegra mira a Kayla.

—Confirmado—Pregunta

Kayla asiente con la cabeza, está muy concentrada en su tarta de chocolate.

Dos segundos fue los que les tomo a mis amigas para comenzar a gritar como locas asiendo un baile muy raro.

Comienzan a detener la danza de apareamiento, toda la cafetería está concentrada en las demostraciones de no sé qué es.

Sus miradas se centran en mí esa sonrisa del gato de Alicia en el país de las maravillas, me da miedo.

Me estoy preparando para salir corriendo, mejor dicho, ya estoy corriendo a la salida de la cafetería.

—No huyas cobarde—escucho gritar a mis amigas, regreso mi mirada a ellas, las cuales me siguen, pero no corren y no sé por qué.

Siento mi cuerpo chocar con algo, creo que es una pared, caigo de trasero.

—Joder—mi trasero duele, levanto mi cabeza y no es ninguna pared, es nada más y nada menos que el innombrable. Sus ojos azules mi miran con una pequeña sonrisa como si le alegra que haya chocado con él.

Me ofrece la mano, le rechazo estoy por levantarme cuando escucho aquellas voces.

—Sabía que no iría tan lejos—las dos locas chocan las manos.

—Ven, te ayudo, solo esta vez—Dice Sebastián, en el momento que nuestras manos rozan, hay está esa corriente eléctrica que me recorre todo el cuerpo.

Le susurro un pequeño, gracias.

Comienzo a caminar en dirección al salón de clases con mis amigas, cuáles están, que cuchichean, algo que no logro escuchar.

—He, Blanca—dice una voz a mis espaldas, al girar Sebastián se acerca me toma de la cintura, no sé cómo reaccionar a eso—Perdón.

—Que tengo que perdonarte—pregunto—Ya que tenemos varias cosas que aclarar...—mis palabras se quedan en mi garganta, su está en mis labios, una de sus manos sube a mejilla, estamos tan cerca que siento su respiración sobre la mía—

Se inclina más, y me besa con una suavidad. Un pequeño jadeo sale de mis labios, cierro los ojos y me dejo llevar. Siento un tsunami en mi estómago.

Los labios de Sebastián acarician los míos con una ternura, se separa de mí, apoya su frente sobre la mía—Te extrañé tanto—dice y vuelve a unir nuestros labios.

—Porque me haces esto—lo empujo para alejarme de él, pero él me sujeta del brazo presionándome contra su pecho, puedo escuchar su corazón que late muy rápido igual que el mío—no es justo.

—La vida no es justa, princesa—Levanta mi rostro, vuelve a besarme.

Sus labios son cálidos y suaves, su pelo me acaricia la cara. Trato de aferrarme a los detalles, pero se me escurren entre los dedos.

—Disculpen que interrumpamos, pero están en la mitad del pasillo sin mencionar que todo el instituto los está mirando—Dicen las chicas, levanto la mirada y efectivamente todo el instituto nos está viendo, me separo de Sebastián, siento mi cara arder.

Hago lo más coherente en estas situaciones, salgo corriendo, con mis amigas corriendo tras de mí.

Escucho gritar mi nombre, pero no me detengo.

Corro hasta llegar al salón, cierro la puerta y me dejo caer, pongo mi mano sobre mis labios, Lo bueno de los años es que curan heridas, lo malo de los besos es que crean adicción a ellos.

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**Diario**

Querido diario, hay volví a sentir los labios de Sebastián junto con los míos, Luego de aquel beso mi mente está en blanco, no entiendo como llegue a esta situación, bien dice que luego del gusto viene el disgusto.

Puede que pienses que exagero, pero lo cierto es que no miento cuando expreso. Cada vez que me habla me derrito y me siento importante y afortunada y a la vez miserable.

Como pude corresponder aquel beso, Sebastián tiene o tenía novia y es el demonio hecho mujer.

Según las chicas, no debo tener cargo de conciencia, ya que la loca y el innombrable no tienen ya nada.

Eso era lo que me querían contar. Te lo resumiré, la noche anterior al beso hubo una fiesta, sé lo que están suponiendo, una fiesta en inicio de semana a quien se le ocurre, pues al estúpido, manos largas de Shane. Aquella noche Sebastián tuvo una fuerte discusión con la loca, mejor dicho, él le grito al frente de todos los invitados que estaba enamorado de mí, si de mí.

Pero a pesar de todo igual se siente feo, ser como la segunda opción.

Hoy me paso algo muy raro, al llegar del instituto, fui al supermercado, sentí la mirada de alguien todo el tiempo, llámenme paranoica o loca, pero pienso que era aquel moreno el cual ha sido el dueño de mis pesadillas.  

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