CAPÍTULO VI

°°°Sebastián°°°.

Observo desde el auto el cuerpo en el asfalto, la chica se levanta y se arrodilló y comenzó a gritar y llorar a la vez.

Paso unos minutos se levantó y comenzó a caminar con dificultad y la cabeza agachada.

Bajo del auto a paso apresurado me detengo unos pasos adelante de ella, al parecer la rubia no ha notado mi presencia.

Hasta que choca con mi pecho.

Levanta su cabeza y la reconozco de inmediato es Blanca.

Se desploma, la alcanzó a sujetar de su cintura con mucho cuidado, la cargo hasta el auto, su rostro tiene rastro de sangre seca.

Llegó a la mansión, la subo por las escaleras con ella en brazos, la coloco en mi cama y me doy el tiempo de observarla.

— Que te han hecho—susurro.

Con la luz de la luna que entra por mi ventana, noto que su ropa está totalmente rota. Comienzo quitando cada una de sus prendas; quito su blusa, la cual está rasgada en el hombro y su pantalón. Queda totalmente expuesta. Observo todo su cuerpo, tiene varios moretones, unos ya casi no se notan, en cambio, otro están recientes. Está solo en ropa interior, la cual consiste de un conjunto blanco, algo, llama mi atención al instante sus bragas están manchadas de sangre.

La levanto con cuidado y la llevo a la tina del baño, agua tibia comienza a salir por la regadera y con una esponja comienzo a limpiar sus heridas, le quitó sus bragas y lave sus partes con mucho cuidado.

No entiendo por qué no se despierta, ya ha pasado mucho tiempo, ella está en mi cama con una de mis camisas e inconsciente desde que se desmayó en el cementerio.

No entiendo qué le pudo haber pasado. Decido acostarme un momento, me urge dormir un poco.

El pitido del despertador me hace abrir los ojos.

El dormitorio está silencioso y la primera luz de la mañana se filtra despacio por en medio de las cortinas.

Unos pequeños brazos rodean mi cintura para ser pequeña y delgada, es muy fuerte, no he podido moverme. Siento mi abdomen mojado y noto que está llorando dormida.

°°°Blanca°°°

Un recuerdo, de repente: yo era niña, pequeña todavía.

Yo tendría unos cuatro años. Mamá me llevaba de la mano por la vereda y de repente me caí: me raspé una rodilla y la nariz.  Ella me ayudó a levantarme, me limpio la cara con su camiseta (La recuerdo tanto).

Y después igual nos fuimos al supermercado y me compro un tarro de helado de chocolate.

Nebulosas del dolor instaló en mi cabeza y detrás de mis ojos.

No quería despertar.

Mamá ya no estaba.

Nadie está…

Siento que limpian mis lágrimas, abro mis ojos, de inmediato me cuesta acostumbrarme a la luz del sol hasta que lo noto que unos ojos cafés me miran.

Es Sebastián Walker, el chico más popular del Instituto.

Él me observa en silencio, mi cerebro no reacciona.

—Como amaneciste, ya me estabas asustando, llevas mucho tiempo inconsciente como te sientes— pregunto, es la primera, vez que lo escucho hablar.

Los recuerdo de la noche anterior regresan a mí como un balde de agua fría lo apartó de mí con búsqueda, me levanto de la cama y salgo corriendo a una puerta que creo que es el baño.

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Comments

Cristian Jesús Ovand

Cristian Jesús Ovand

tu novela es muy hermosa, en ese caso no merece estar en una app si no plasmado en un libro, una hermosa novela que merece ser reconocida por todo aquel que la lea

2022-02-14

10

Omaira Llamozas

Omaira Llamozas

realmente es una historia diferente muy tristes y sentida especial espero terminar de leerla gracias 🫂

2023-10-20

0

Adriana Araceli González Alonso

Adriana Araceli González Alonso

k la ayudé x favor se k eres bueno Sebastián

2023-04-27

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