CAPITULO XX PROMESAS PERSONALES

MAXIMILIANO

Cuando Salgo del baño donde dejé a Ana, Salí nadando en un mar de confusiones. No sé cuándo me convertí en un hombre desleal y me duele. Tampoco entiendo porque no puedo resistirme a Ana, pero ella me atrae como un imán a sus brazos y yo me vuelvo tan débil, no me puedo resistir.

Jamás me había sentido así. De pronto siento temor, porque cuando salí de ese baño tuve la sensación de que algo de mí se quedó allí con ella.

Me siento contrariado. Cuando estoy esperando que Christina aparezca observo a mí alrededor y mi vista se detiene en la mujer que hace unos minutos tenía casi desnuda en el baño de este lugar. Veo como se aferra a los brazos de un rubio hombre. Ja, Vaya que rápida y descarada esta mujer, aún huele a sexo y ya está con su próximo cliente.

Siento una punzada de ira y me da soberbia sentirlo y sobre todo me irrita no haberla podido follar y acabar de una vez con esta maldita necesidad que siento por ella, pero tal vez es lo mejor. No sé por qué diablos pasó por mi mente un sentimiento diferente por esa mujer, que no es más que una refinada ramera.

Tengo mucha ira encima, sobre todo porque no puedo dejar de sentir molestia por la pareja que aún sigue abrazada a pocos metros de mí. La estoy observando cuando siento unos brazos abrazarme, me volteo y es Christina. Ella me sonríe, se ve tan hermosa. ¿Cómo es que estoy pensando en otra cuando tengo esta maravillosa mujer a mi lado? Debo enfocarme en ella, me prometo hacerlo, Otra vez.

Le devuelvo el abrazo y sin pensarlo o esperar más la beso, un beso profundo que busca decirle ¡por favor perdóname! Además de cuanto la necesito y quiero que me ayude a olvidar a alguien más. Ella me devuelve el beso con la misma intensidad… la separo y acaricio su cabello.

Después de saludarla como debe ser, la animo a irnos, quiero salir de aquí ya, la tomo de la mano y con la otra su equipaje y caminamos hacia la salida. Justo allí me vuelvo a cruzar con Ana que aún va abrazada de ese hombre. La fulmino con la mirada y ella solo desvía la vista pegándose más al hombre. Pasaron delante de nosotros y la vi subir al auto con él. Maldita, espero en la vida volverte a ver. Camino con Christina a mi auto, guardo su equipaje, me acerco a ella nuevamente y le abro la puerta para que suba e hice lo mismo.

Con el propósito de olvidarme de Ana, tratar de hacer feliz a Christina y hacer de este fin de semana algo inolvidable, arranco mi auto directo a mi apartamento.

Al entrar no esperé y tomo a Cris en mis brazos para llevarla al dormitorio, nos desnudamos al unísono e hicimos el amor como solamente ella y yo sabemos hacerlo. No voy a mentir, hubo un momento en el que Ana pasó por mi mente, y es que me he quedado con una erección por ella que a toda costa quise evitar temprano, esa mujer realmente se ha convertido en un dilema en mi vida y al que tengo que darle que ponerle fin.

Me obligo a dedicarme, concentrarme y observar a la mujer que está conmigo en este momento y espero que para siempre. La tomé como siempre lo hice, incluso antes de que Ana invadiera mi mente. Le hice el amor una y mil veces y de las mil y una forma como a ella tanto le gusta y a mí complacerla. Ciertamente, en ningún momento cerré los ojos, tuve miedo, miedo de que esa mujer pudiera invadir nuestro espacio íntimo, de qué se apoderará de mis pensamientos y deseos y de qué incluso pudiera hacer que la confundirá, o peor aún la nombrará involuntariamente.

Y efectivamente, tampoco estuve muy concentrado, pero hice todo para que Christina no se diera cuenta y sobretodo, quedara bien satisfecha en cada encuentro que tuvimos, esperándome en darle lo que ella se merece. Quise entregarme a ella en cuerpo y alma, y tal vez, no lo logré, pero seguiré intentándolo.

El fin de semana en general, fue maravilloso, el sábado llegó mi hijo y estuve más que feliz de verlo y abrazarlo. Ese muchacho es mi vida, todo lo que he construido es por él y para él. Erick y yo somos muy buenos amigos, él es un excelente hijo y estudiante. Me alegré mucho saber que está cada vez más enamorado de su carrera.

Realmente la arquitectura es su pasión. Estaba seguro que cuando viera el diseño de la señorita Maxwell quedaría fascinado y así fue. Creo que quedó aún más impresionado al saber que es la misma arquitecta que se ha convertido en su inspiración. Una que ha dado conferencias y talleres en su universidad y a la cual el considera la mejor. Por supuesto, ha dejado claro que la quiere conocer, ya que la ha admirado desde que entró a la universidad. Eso sí que me sorprendió, ósea que la señorita Maxwell es una eminencia. Según mi hijo es así. Pues el lunes cumpliré su deseo.

Después de la llegada de Erick, nos fuimos todos a almorzar y no sé, pero de pronto me invadió una sensación de ansiedad en el restaurante donde entramos. Al mirar a mi alrededor, lo entendí, no era más, que allí se encontraba, nada más y nada menos que Ana con el hombre del aeropuerto. Pensé que esto ya era una especie de agonía, ahora resulta que salir a comer a cualquier restaurante se ha convertido en un peligro inminente.

En esta oportunidad, ella no me vio, estaba muy concentrada en su amante. No lo pude evitar y me llené de celos pero me obligué a no mirarla y mucho menos determinarla. Estoy comprometido a cumplir por una vez, la promesa que me he hecho tantas veces, y por ello, me senté dándole la espalda. No la quería ver y menos haciéndole cariñitos a ese hombre.

Con Christina vamos bien, la hemos pasado de maravilla.

Con ella siempre el trato y el compartir es agradable, la pasamos bien conversando o Bailando, que es lo que más le gusta a ella. En la intimidad no voy a decir que esta mal pero siento que algo ha cambiado, pero en general, lo pasamos bien.

No se lo he dicho, pero estoy pensando formalizar con ella y pedirle que se case conmigo. Considero que ya es tiempo, no creo que haya más que esperar. Tampoco es que estamos en la plena juventud y sé que Christina tarde o temprano querrá tener un hijo. No lo ha manifestado jamás, pero toda mujer desea eso en algún momento de su vida. El domingo en la noche la llevé al aeropuerto y la despedí con la promesa de vernos el fin de semana siguiente.

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