Tu noviecita la muerta

Elisa llega a donde está Estela y se sienta nerviosamente, negando con la cabeza.

- No\, no puede ser verdad. Es mentira. El abuelo James sólo está difamando a mi padre.

Estela, que observa su comportamiento extraño coloca su taza de té en la mesa.

- ¿Estás bien?

Pregunta Estela.

- Si\, estoy bien. Un poco cansada. Hoy fué muy agotador. Eso es todo.

Elisa sonríe fijidamente. Toma su taza de té y bebe un poco inmersa en sus pensamientos.

Robert está parado frente a su abuelo tratando de asimilar lo que le está diciendo.

- ¿Matarme?

Pregunta Robert con ironía.

- Robinson podrá ser corrupto\, un hombre que juega sucio con tal de tener más y más y dinero\, pero un asesino\, no creo.

Dice Robert negando con la cabeza.

- Conoces una cuarta parte de él. Ernesto Robinson es el diablo en persona. Es un asesino.

Dice su abuelo con determinación.

- ¿Y si es un maldito asesino por qué le pediste dinero? ¿Acaso no sabías a lo que te metías? ¿O te obligó?

Robert dice fuerte.

- No quiero que mi hija se entere.

Suplica su abuelo.

- Debiste haberlo pensado antes abuelo.

Robert le dice acercándose a su cara y luego alejándose.

- Tu enfermedad... Es mentira ¿O me equivoco?

Pregunta Robert a espaldas de su abuelo. Su abuelo lo observa con lágrimas en los ojos.

- Quería convercerte más rápido.

Dice su abuelo bajando la cabeza. Robert siente que no puede seguir escuchando.

- Suficiente. Ya no hables más.

Robert se toca el pelo y se voltea a su abuelo.

- Me siento muy decepcionado de ti abuelo.

Dice Robert acercándose a su abuelo y mirándolo fijamente.

- No me casaré con Elisa. Iré ahora mismo a hablar con Robinson.

- ¡No puedes ir!

Grita su abuelo abriendo los ojos y tomando a Robert por la chaqueta.

- ¡Ese tipo es capáz de cualquier cosa!

- No le tengo miedo.

Robert se suelta de su agarre y camina hacia la puerta.

- ¡Robert!

 Robert sale de la habitación cerrándola con fuerza.

- ¡Robert! ¡No vayas! ¡No vayas!

Su abuelo comienza a llorar mientras dice el nombre de su nieto. De repente, empieza a sentirse mareado y cansado. Daniel entra a la habitación con una bandeja de comida y jugo.

- Señor James ¿Se encuentra bien?

James se siente sofocado. Daniel coloca la bandeja en la cama y lo toma por los hombros.

- Señor James ¿Qué pasa?

- Ro... Ro... Robert...

Dice apenas soltando su voz.

- ¿Qué pasa con el señor Robert?

Pregunta Daniel sosteniendo a James a medias.

- Él... está... en peligro...

Dice James y cae desmayado sobre la cama.

- ¿Señor James?

Daniel toca el cuello de James.

- Aún respira. Quizás se alteró y eso le produjo el cansancio.

- Tienes que ayudar a Robert. Va hacia la casa de Robinson.

Dice James despertándose y Daniel se sorprende.

- Bien\, lo ayudaré.

Dice Daniel palmando la mano de James, James asiente y se vuelve a dormir. Daniel se levanta y sale de la habitación, dejando descansar a James.

Robert llega a la sala y Elisa se levanta reaccionando a su llegada.

- Te llevaré a tu casa.

Dice tomando a Elisa de un brazo.

- ¿A mi? No es necesario.

Dice Elisa y Robert le pone una mirada seria.

- Te llevaré. Necesito hablar con tu padre.

- ¿Mi padre? ¿De qué quieres hablar con él?

Pregunta Elisa nerviosa.

- ¿Qué pasa hijo? Te noto molesto.

Pregunta Estela observando la escena.

- Nada mamá. Me gustaría hablar con Robinson sobre la boda.

Robert sonríe y su madre frunce el ceño.

- ¿Y qué quieres hablar con él de la boda? Es el padre de la novia. No es su deber organizar la boda.

- Mamá\, debo hablar con él. Ya que soy el...

Robert voltea a ver a Elisa.

- El futuro esposo de su hija\, es mi deber hablar con mi futuro suegro.

- Entiendo. Pero...

- Nos vemos más tarde. Camina.

Robert se lleva a Elisa a rastras y Estela se queda con la palabra en la boca.

- Qué extraño. Robert no se lleva nada bien Ernesto. Y ahora le dice suegro.

Dice y vuelve a sentarse, ella sonríe mientras toma tu té.

Robert va manejando a toda velocidad. Elisa lo observa preocupada.

- Si sigues manejando así nos vamos a matar.

Dice ella.

- Esa palabra me recuerda algo.

Dice él mirando al frente. Elisa voltea a verlo.

- ¿De qué hablas?

Robert lo dijo sin pensar. Ahora que estaba teniendo una situación incómoda en donde tenía que casarse obligatoriamente con la hija de un mafioso asesino. Robert sonríe. La vida le estaba jugando una mala pasada. Mientras maneja pasa por un cartel que dice reduzca la velocidad, su mente vuelve a ese martes que salió con su prometida Elisa, estaban en una reunión con unos amigos, Robert había bebido más de la cuenta, pero se sentía sobrio aún para manejar. Elisa le pidió que no manejara, que ella podía hacerlo, pero él se negó. Robert recuerda ese cartel como la señal de que él es un asesino. Ernesto Robinson no podía matarlo, ya que él ya estaba muerto por dentro. Y peor aún. Había matado a alguien. Alguien que no merecía morir. Robert empieza a sentirse mal y Elisa lo mira.

- ¿Estás bien?

Él reacciona.

- Si\, ya llegamos.

Dice él y llegan a una gran mansión. Digna de los Robinson que son de las familias más poderosas de la ciudad. Robert estaciona el auto, se baja y Elisa lo sigue.

- ¿De qué quieres hablar con mi padre? Nunca te llevaste bien con él.

Pregunta ella alcanzándolo.

- Protocolo matrimonial. ¿Eso te dice algo?

Dice él con ironía y Elisa voltea la mirada. Ambos entran y ven a la sirvienta Leyla quitando el polvo de algunos adornos.

- ¿Donde está papá Leyla?

- Él está en su despacho.

Dice Leyla mirando de Elisa a Robert.

- Señor Robert. Bienvenido.

Dice Leyla bajando la cara.

- Gracias Leyla.

Él sonríe y Leyla siente que su sonrisa es tan refrescante que sonríe inmediatamente.

- Despierta Leyla. Sigue limpiando.

Dice Elisa.

- Si señora Elisa.

Elisa y Robert caminan hacia el despacho. Elisa abre la puerta y ve a su padre leyendo el periódico mientras fuma un habano.

- Papá\, ya llegué.

Dice ella entrando rápidamente y abrazando a su padre.

- Hija mía.

Dice Ernesto abrazando a su hija. Él ve una silueta masculina parada en la puerta.

- Ernesto.

- Robert. Tanto tiempo.

Robert pasa y Ernesto se levanta y ambos se dan la mano. Ernesto siente que Robert le está apretando la mano.

- Hija. ¿Cómo te está trarando Robert? Tiene fama de ser algo... Brusco.

Dice Ernesto enfantizando la última palabra. Robert reacciona con una sonrisa y Elisa lo sigue.

- Muy bien papá. Robert es un caballero.

Dice Elisa acercándose a Robert y tomando su brazo.

- Me alegra escuchar eso. Mi hija se merece a un hombre que la ame y la respete.

Ernest dice y Elisa sonríe.

- Quiero hablar con usted a solas.

Dice Robert de repente y Elisa y Ernesto lo miran.

- Mi futuro yerno es bienvenido.

Dice Ernest caminando hacia su bar y sirviendo dos whiskys.

- Los dejo para que hablen.

Elisa dice y camina hacia la puerta, pero la cierra del todo para escuchar su conversación.

- ¿Y bien? ¿Qués es eso que quieres hablar conmigo?

Pregunta Ernesto ofreciendole un whisky doble. Robert lo toma y observa que él lo mira fijamente.

- Pagaré la deuda que tiene mi abuelo con usted.

Dice Robert con determinación. Ernesto suelta una carcajada.

- Entonces James te fué con el chisme. Maldito viejo cobarde.

Dice Ernest negando con la cabeza y burlándose. Robert aprieta los puños y se acerca lentamente a Ernesto.

- El maldito cobarde es usted que forma toda ésta fachada para cumplir el capricho de su hija malcriada.

Robert dice y Ernesto toma una pistola que estaba en el escritorio. Robert pudo jurar que no estaba allí.

- Si das un paso más caminarás cojo al altar.

Dice Ernesto. Robert observa la pistola y luego  Ernesto.

- No me casaré con tu hija. Así que puedes matarme ahora mismo.

Robert suelta. Ernesto pone cara seria y todas sus expresiones de burla desparecen. Elisa que está detrás de la puerta escuchando todo con manos temblorosas observa que uno de los guardaespaldas de su padre se acerca al despacho. Ella empieza a caminar y se aleja de lugar. Sube las escaleras y camina hacia su habitación. Leyla toca la puerta y entra.

- Señorita ¿Quiere que le traiga algo de comer?

- Te he dicho mil veces que no entres a mi habitación sin tocar Leyla.

Dice Elisa molesta.

- Mil perdones señorita Elisa. No volverá a pasar.

- ¡Siempre dices lo mismo! Retírate. No tengo hambre.

Elisa dice sin hacer ningún movimiento.

- Como ordene.

Leyla sale de la habitación y Elisa se queda inmersa en sus pensamientos.

- ¿Qué clase de negocios maneja mi padre en realidad?

Robert está siendo apuntado por Ernesto, pero no siente ningún temor. Más bien, se sentirá felíz de acabar con ésta escoria en su momento, ya que él estaba más que seguro que le serviría más vivo que muerto. Ernesto lo necesitaba como esposo de su hija.

- Te casarás con ella.

Alguien abre la puerta y entra. Ernesto pone la mirada en su guardaespaldas. Robert no voltea a ver al recíen llegado.

- Te casarás con Elisa. Te conviene mucho.

Ernesto dice y Robert sonríe.

- No me conviene para nada casarme con Elisa. No me cae bien.

Dice Robert y Ernesto se vuelve a reír.

- Pues harás todo lo posible porque te caiga bien. Créeme te conviene mucho estar de mi lado.

- Si\, claro. Suelta Robert suspirando.

- Si\, te conviene. Yo sé donde está tu noviecita la muerta.

Ernesto lo sigue apuntando mientras que el guardaespaldas observa desde lejos. Robert pone los ojos en blanco.

- Buen truco.

Dice Robert sonriendo.

- ¿Truco?

Ernesto se ríe fuertemente.

- Tu clandestina novia no está muerta. Está viva.

Robert lo mira y se queda paralizado.

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