- ¿Quién es esa mujer?
Preguntó Elisa mirando a Robert.
- ¿Acaso no se presentaron?
Dice él a la ligera.
- Debo admitir que es muy bonita. Pero no más que yo.
Dice ella riéndose. Elisa se calla y observa a Robert que está en silencio.
- La mujer que me dijiste era ella.
- ¿Qué?
Pregunta él sin hacerle caso.
- La mujer con la que te quieres casar es ella.
- ¿De qué hablas?
- No soy tan tonta. Me dijiste que no te casarías conmigo porque había otra mujer. Es ella. Hasta te devolvió el vestido de novia que me imagino le compraste.
Robert se levanta y camina hacia ella.
- No digas disparates. Ella tenía un prometido\, iba a casarse con él. Y definitivamente no era yo. ¿Crees que soy de esos jefes que le coquetean a sus empleadas?
Él se coloca la chaqueta y camina hacia la puerta. Elisa toma la caja furiosa por sus palabras y la lanza hacia él.
- ¿Estás loca?
- ¡No quieras verme la cara Robert! ¡Esa Sophia es la mujer con la que estabas coqueteando!
Dice ella con voz alta. Robert se indigna y camina hacia ella. La toma por los hombros con fuerza.
- El papel de novia sufrida no te queda. Me engañaste con otro hombre cuando teníamos una relación. Te encontré con él en mi cama. Así que no tienes ningún derecho de acusarme de cosas que realmente no existen. Sólo están en tu diminuto cerebro.
Él señala su cabeza. Elisa siente que quiere llorar de impotencia y rabia.
- Si es que tienes cerebro. Lo dudo mucho.
Dice él con una sonrisa burlona.
- ¡Eres un maldito imbecil! Te odio.
Suelta ella tratando de soltarse de su agarre.
- Lo mismo para ti. Y dado que nuestro matrimonio es una gran farsa debemos seguir con el show. Ahora\, toma tu bolso y vayamos a preparar la maldita boda. Y da gracias de que te acompañe\, porque no soporto estar al lado tuyo por más de un minuto.
Elisa furiosa le da una cachetada a Robert.
- No te conviene para nada cachetearme cuando sólo digo la verdad. No me hagas decirle a todos la clase de mujer que eres. Aquella vez no conté nada porque pensé que un error lo comete cualquiera\, es irónico que sea un error sexual pero bueno. Aquella vez lo dejé pasar Elisa. Pero ésta vez no. Así que cuida tus modales conmigo.
Él dice con una mirada fría ante ella. Elisa siente que un escalofrío le recorre el cuerpo.
- Estás loco.
- No más que tú. Vámonos.
Robert la agarró de un brazo, tomó su bolso el mismo y la llevo arrastras fuera de la oficina. Jasmin los vió pasar y se sorprendió al ver como su jefe llevaba a la mujer.
- Parece que mi jefe está jugando un doble play. Primero Sophia\, ahora Elisa. Que hombre tan insaciable.
Ella suelta una risita y se concentra de nuevo en su trabajo.
Robert y Elisa llegaron a una agencia de asistentes de boda. Elisa ya había contactado a una asesora que los recibió. Robert no estaba muy contento pero se obligó a poner su mejor cara durante toda la charla y visita.
- Me gustan éstos arreglos. Podríamos incluirlos en la boda. ¿Qué dices cielo?
Elisa le pregunta a Robert mientras él está distraido viendo otra cosa.
- Ah\, si\, se vería bien.
- Hacen una linda pareja.
Dice la asesora y Elisa y Robert se miran.
- Gracias. Estamos muy enamorados.
Dice él a sorpresa de Elisa que se queda sin palabras. Pero elle reacciona y le sigue el juego.
- Si. Nos amamos mucho. Bueno\, escojeremos lo que ya señalé para la boda.
- De acuerdo\, tendremos todo listo a tiempo. Será una boda muy hermosa.
Dice la asesora mirando y sonriendo del uno al otro.
- Ahora sólo faltaría el vestido de novia.
Dice Elisa sin mucha emoción.
- Puedo recomendarles una tienda exclusiva para vestidos de novia. Se llama Luxurys Dress. No se arrepentirá.
- De acuerdo\, iré mañana.
- Bien\, te llevo a casa.
Dice Robert poniendo atención de nuevo.
- Quiero ir a ver a tu madre.
Ella dice y él asiente.
- Bien\, vámonos. Muchas gracias. Nos mantendremos en contacto.
Dice Robert sonriendo a la asesora. Elisa hace lo mismo y caminan hacia la salida susurrando palabras.
- Esa pareja tiene una vibra extraña. Es como si se odiaran.
Dice la asesora pero luego hace algunas anotaciones y hace un par de llamadas.
Robert y Elisa llegan a casa de su madre. Elisa se baja del auto y Robert también, antes de que ella camine hacia dentro él la toma por un brazo.
- Espero que tengas cuidado con lo que vayas a decir.
Dice él con voz seria.
- Sé muy bien lo que tengo que decir. Suéltame.
Él la suelta y Elisa se acomoda el vestido. Ella camina hacia dentro y Robert la sigue.
- Estela\, que gusto verte.
Elisa saluda a la madre de Robert con un beso en la mejilla y con una abrazo. Robert sólo observa.
- Querida. ¿Como te fue con los preparativos?
Dice Estela señalandole a Elisa que se siente.
- Todo está listo. Falta escojer el vestido de novia. Ya se hizo la lista de invitados y sólo falta mandar las invitaciones.
Elisa dice con una sonrisa. Ella voltea a ver a Robert que sólo está parado escuchando. Su madre Estela observa y mira a su hijo.
- Hijo. ¿Estás bien?
Robert reacciona.
- Si madre. Las dejo para que hablen a gusto. Iré a ver al abuelo.
Robert le lanza una mirada de advertencia a Elisa antes de caminar hacia el pasillo.
- ¿Todo está bien entre ustedes dos?
Estela le pregunta a Elisa con una leve sospecha.
- Si Estela. Todo está perfecto. En menos de dos semanas estaremos casados. ¿No es increíble?
Suelta Elisa con emoción. Estela la observa y sonríe.
- Estoy muy feliz por ustedes. Tomemos algo de té. Llamaré a Daniel. ¡Daniel!
El sirviente Daniel se acerca casi enseguida.
- Si madam.
- Traenos un poco de té.
- Enseguida madam.
Daniel observa rápidamente a Elisa que no voltea a mirarlo. Él camina hacia la cocina.
- Debo ir al baño. Esto de la boda me emociona mucho y mi maquillaje debo retocarlo.
Dice Elisa levantándose.
- Querida eres bellisima\, no necesitas maquillarte tanto.
Dice Estela con una sonrisa.
- Si\, lo sé pero quiero estar hermosa para Robert. Ya vuelvo.
Estela sonriíe y asiente. Elisa camina hacia el pasillo, pero no tómo la ruta del baño, sino de la cocina.
- Eres un inútil.
Dice Elisa soprendiendo a Daniel que ya tenía lista la bandeja con el té.
- ¿Qué hice?
Pregunta él con los ojos en blanco y sorprendido.
- Te dije que averiguaras quien era la mujer a la que Robert se refería. Pero yo supe primero de ella que tú. ¡Inepto!
Suelta de ella con un grito.
- Señorita no grite. Pueden escucharla.
Dice él persuadiendo a Elisa con la bandeja en las manos.
- Como no pudiste hacer tu trabajo no te pagaré nada. Mugroso.
- No me llame así.
Dice él con voz seria.
- ¿Así como? ¿Mugroso?
Daniel se acerca a ella hasta que quedan muy cerca. Ambos se miran con mirada amenazante.
- No me llame así. Usted podrá tener dinero\, ser modelo y popular. Pero no tiene derecho a tratarme así. Yo a usted no le he hecho nada. Y sobre el trabajo. Nunca estuve dispuesto a hacerlo. No tengo porque cumplir los deseos de una niña caprichosa como usted. Mi lealtad está en la familia Trivan.
Dice él y Elisa se pone furiosa de repente.
- Eres un maldito mugroso. ¿No sabes con quién estás hablando?
- Si\, con una caprichosa que mendiga amor de un hombre que ya no la quiere.
Suelta Daniel y Elisa lanza la bandeja de sus manos haciendo que caiga al piso y se escuche muy fuerte. Daniel se arrodilla a recoger la bandeja con la jarra y las tazas de té.
- ¿Qué hizo?
Pregunta él tratando de recojer las piezas rotas.
- Eso es para que aprendas que a Elisa Robinson nadie la humilla\, y menos un pobre mugroso como tú. Haré que te despidan de aquí. Me encargaré de que no consigas trabajo en ningún lado.
Ella dice bajando la cabeza hacia él. Daniel se queda escuchando sus palabras sin recojer las piezas. De repente se levanta y la toma por los brazos y la empuja hacia la pared.
- No sabe con quién se está metiendo señorita.
Dice él muy cerca de su cara. Elisa puede sentir su respiración sobre la suya.
- Suéltame.
- No vuelva a humillarme. O sabrá de lo que soy capáz. No me conoce.
Elisa trata de soltarse pero Daniel la sostiene fuerte mientras la mira fijamente.
- ¡Sueltame mugroso!
Grita ella y Daniel la besa para que se calle. Empieza a besarla fuertemente y Elisa se resiste pero no puede soltarse de su agarre. Él sigue besándola hasta que Elisa le da una patada y se suelta de él. Daniel la mira y Elisa camina hacia él limpiandose la boca. Le da una cachetada muy fuerte. Daniel se queda mirando su mano.
- A mi nadie me besa a la fuerza. Y menos un maldito mugroso como tú.
Con eso sale de la cocina a toda prisa dejando a Daniel con una leve sonrisa en el rostro.
- Muy pronto caerás rendida a mis pies\, haré que te enamores perdidamente de mi para luego vengarme de ti. Haré que pagues.
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