Ana, la cocinera que estaba en el jardin hablando con Thomas el jardinero entra a la cocina y ve las piezas esparcidas en el piso.
- ¿Que ha pasado aquí?
Daniel sigue recogiendo el desastre en silencio.
- Daniel. ¿Que pasó?
Pregunta arrodillándose para ayudarlo. Él la toma por un brazo y la ayuda a levantarse.
- No se preocupe. Yo recogeré todo ésto. Es mi culpa.
Ana lo observa y sonríe.
- Eres un buen muchacho. Y muy guapo. Puedes conseguir un mejor trabajo que éste.
Le dice Ana poniendo una mano en su hombro.
- Mi padre está muy enfermo\, debo ayudarlo con las medicinas. En estos momentos\, mi madre\, mi padre y mi hermana pequeña dependen de mi. Además\, la paga de los Trivan no es mala\, al contrario\, es un buen salario. No puedo darme el lujo de dejar éste trabajo para pasar tiempo consiguiendo otro.
- Llevas sólo unos meses aquí pero hablas con mucho cariño de los Trivan. Pero te doy la razón. Son buenas personas\, a pesar de todo el dinero que tienen.
Ana se ríe.
- Es mi deber estar aquí.
Dice Daniel con voz baja. Ana lo escucha con atención,
- ¿Qué quieres decir con eso? ¿Acaso estás cumpliendo una misión encubierta? ¿Eres un agente secreto?
Bromea Ana. Daniel sonríe pero sigue recogiendo las piezas.
- Debo preparar el almuerzo. Me imagino que Robert y Elisa se quedan a comer.
- No lo creo.
Suelta él de repente.
- Están muy ocupados con la boda.
Ana lo mira de reojo pero no dice nada.
Elisa está en el baño mirándose en el espejo.
- Ése mugroso. ¿Con que derecho me besa?
Elisa abre el grifo y toma un poco de agua y se limpia la cara, especialmente la boca. Recuerda el beso que le dió el sriviente.
- Que asco. Ése maldito me las va a pagar.
Elisa toma su bolso y sale hacia el pasillo. Va en dirección hacia la gran sala pero decide ir a la habitación del abuelo de Robert. Ellla llega a la puerta, pero la ve abierta y se queda escuchando tras ella.
- Abuelo\, voy a cumplir tus deseos. Pero quiero que sepas que no amo a Elisa\, y nunca la amaré.
Elisa se queda pasmada. Aunque era una declaración que no le sorprendía mucho.
- Yo tambien me casé por orden de mis padres. Al principio era como tú\, reacio a que los demás decidieran sobre mi vida. Pero a ala fial\, termine ganando. Julieta fué una mujer maravillosa. La extraño mucho.
Su abuelo pasa de una cara alegre a una meláncolica.
- Abuelo\, sé que como era la abuela Julieta\, era una mujer increíble. Pero no puedes comprararla con Elisa. Elisa es una inmadura mimada.
Eso sin contar el montón de cosas aberrantes que ha hecho. Pensó Robert.
- Puedes enseñarla a madurar. Ella será tu esposa muy pronto. Deben ayudarse mutuamente y crecer juntos.
Dice su abuelo poeniendo una mano en si hombro.
- Esos suena muy dulce y lindo. Pero del dicho al hecho...
Dice Robert suspirando.
- Elisa es la mejor candidata para ser tu esposa. Créeme.
Dice su abuelo y Robert se queda en silencio un momento.
- ¿Por qúe no me dices la verdad?
Pregunta Robert quitando la mano de su abuelo de su hombro.
- ¿Que verdad?
Pregunta su abuelo sorprendido ante su acción.
- Llegaste a un jugoso acuerdo con Ernesto Robinson. Él te da el 15% de sus acciones de Robinson Corp mientras tú ofreces a tu nieto para que se case con su infame hija que ni siquiera soporta. ¿No es así?
Robert se levanta y se aleja de él.
- ¿De qué hablas?
- ¿Crees que soy tonto? Me ofreces como mercancía a cambio de malditas acciones. ¡Dinero abuelo! ¡El maldito dinero! ¡Ni siquiera necesitas ese dinero! ¡Tienes mucho!
Su abuelo empieza a temblar ante el comportamiento de Robert.
- No es así Robert. No sabes lo que dices.
- ¡Lo investigué maldita sea! ¡Lo sé todo! Te confabulaste con el mafioso de Robinson para arruinarme la vida. Y con eso te haces llamar mi familia.
Las palabras de Robert sorprenden tanto a su abuelo que está en la cama como a Elisa que está escuchando detrás de la puerta.
- ¿A que se refiere con que mi padre es un mafioso?
Dice Elisa tomándose de las manos y apretándolas fuertes.
- Debo irme de aquí.
Dice ella pero escucha que James comienza a hablar.
- Lo hice porque nos conviene.
- ¿Nos conviene abuelo? ¿No querrás decir que te conviene a ti y solamente a ti?
Entona Robert con enojo.
- Robinson. Es un hombre muy peligroso. Le debo dinero.
- ¿Como que le debes dinero abuelo?
Pregunta Robert con indiganción y sopresa.
- Entonces... ¿Lo del matrimonio es porque le debes dinero no? Ofreciste mi pellejo para salvar tu maldita deuda.
Dice Robert sin mirar a su abuelo.
- Lo hice para salvarnos. No debi pedirle prestado a ése hombre. Pero las apuestas no se pagan solas.
- ¿Apuestas?
Pregunta Robert mirando a su abuelo.
- Gasté parte de mi dinero en apuestas.
- ¡Maldita sea!
Grita Robert y su abuelo se mantiene en silencio. Robert se calma después de un rato.
- ¿Por qué no acudiste a mi? Pude haberte prestado el dinero.
- No. No quise molestarte. Es tu dinero. Me parecía injusto.
- Injusto lo que estás haciendóme tú a mi abuelo.
Dice Robert con las mano en la cabeza, él camina a mabos lados buscando una solución.
- Él me amenazó. Dice que si no cumplo con mi palabra te matará.
Suelta su abuelo sin mirarlo y con temor en sus ojos y Robert pone los ojos en blanco. Elisa se lleva las manos a la boca tapando su leve grito. Ella sale corriendo hacia el pasillo y llega a la sala.
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