Capítulo Nº19

Desde que conoció a esa muchacha no hace más que lastimarla, tiene que controlar sus palabras pero cada vez que la ve se desespera, no entiende como no se da cuenta que se expone ante viejos babosos. Son la dos de la madrugada, ya pasaron tres horas desde que los echaron y él sigue esperando en su auto. No deja de mirar la puerta, como entran y salen hombres. Se canso de estar sentado así que baja a fumar un cigarrillo, está afuera del club, la noche es fría y se aproxima una tormenta, el traje que lleva puesto no lo cubre demasiado de la humedad del ambiente, tiembla un poco, sabe que si no sale pronto esa pequeña él se puede enfermar. Como si la hubiera llamado con sus pensamientos, la puerta se abre, la luz de la entrada ilumina su rostro y ve como se despide del hombre de seguridad con un beso en ambas mejillas, un escalofrío recorre su espalda y le molesta esa acción.

Ella va caminando en dirección opuesta, así que él sube al auto y la sigue, ilumina su silueta y se detiene a su lado, observa como está vestida con una simple blusa y se estremece bajo la fina lluvia.

⎯ Rosaura⎯ le dice y ella se voltea.

⎯ Adriano, ¿qué haces aquí?

⎯ ¿Cómo me reconociste?

⎯ Jajaja por tus ojos, ropa, auto. No soy ciega ni tonta.

⎯ No quise insinuar que fueras tonta.

⎯ Está bien. ¿Qué quieres?

⎯ No pude marcharme sin disculparme. Lamento mucho lo que dije.

⎯ Es la segunda vez que me insultas, y será la última porque te juro que la próxima te mato.

⎯ No habrá una próxima, ahora sube, te llevo a tu casa. Hace frío y te puedes enfermar.

⎯ No vivo lejos, puedo caminar.

⎯ Tu ropa está empapada y me parece que tu cuerpo ya recibió mucha agua por una noche y esa blusa no deja nada a la imaginación, ¿acaso no sabes que pueden haber pervertidos por estas calles oscuras?

⎯ Está bien, solo acepto porque tengo sueño y me tengo que levantar a las cinco para hacer las tareas de la uni.

⎯ ¿Dónde vives?

⎯ En la pensión de doña Flora, a cuatro cuadras de aquí, solo sigue derecho hasta la plaza y luego dobla a la derecha.

⎯ Rosaura, quiero que aceptes el trato con nosotros, necesitas dinero para los libros y hasta te podrías mudar, solo piensa en todo lo que puedes mejorar. Yo te prometo que no interferiré en sus asuntos, solo verás a Renzo. Por favor, él realmente necesita tu ayuda. ¿Qué dices, lo pensaras?

⎯ Está bien. Mañana le contesto a tu hermano.

⎯ Gracias⎯ la mira y la ve sonreír.

Llegaron a una pocilga, la puerta parece que está por caerse, la sostiene unos alambres y pudo notar que hay varias habitaciones por la cantidad de ventanas. Estaciona frente a un cartel maltrecho que indica que es la pensión de DOÑA FLORA, con sus letras grandes y descoloridas. No puede imaginar cómo será por dentro este lugar, pero por fuera lo asusta.

⎯ ¿Sabes? No eres tan gruñón como pareces, lastima que me odias, porque podríamos haber sido buenos amigos.

⎯ Yo no te odio.

⎯ Gracias por traerme.

⎯ Espera⎯ le dice antes de que baje.⎯ ¿Este lugar es seguro? ¿Realmente te gusta vivir aquí?

⎯ De gustarme no me gusta, pero es lo que mi dinero puede pagar, y seguro ni ahí, ¿o no viste esa puerta?

⎯ Busquemos tu ropa y tus cosas, te llevo a un hotel, esto es una pocilga.

⎯ ¿Perdón? ¿Tú quién crees que eres para decidir por mí? Esta es mi casa y aquí me quedo.

Intenta abrir la puerta pero tiene seguro, lo mira enfurecida, desabrocha su cinturón de seguridad y mientras intenta nuevamente abrir la puerta, él le coloca unos billetes en su bolso, por lo menos le servirán para comprar una cerradura mejor.

Se baja ofendida de su vehículo y él ve como pelea con la puerta para abrir la cerradura, entra y da un golpe que seguro despertó a todo el vecindario.

⎯ Niña terca, yo solo quiero ayudar.

No se va hasta que ve que  en el tercer piso se enciende una luz y ella se asoma a la ventana.

Esa noche Adriano descansó como nunca y a la mañana siguiente fue a casa de su madre a contarle la novedad, ella lo esperaba con el desayuno listo.

⎯ Hola hijo, pasa al comedor, ya tengo tu tarta preferida lista.

⎯ Gracias madre, tengo grandes noticias.

⎯ Tan pronto.

⎯ Fue mucho más fácil de lo que suponíamos.

⎯ Habla, estoy ansiosa por saber.

⎯ Hola, padre⎯ saludó a José que está sentado en la cabecera leyendo el diario.

⎯ Hola hijo, siéntate, ya está todo listo para comenzar a desayunar.

⎯ El desayuno puede esperar, dime, ¿que paso?

⎯ Jajaja esperaste veinte años y no puedes esperar dos minutos…mujeres⎯ dice José.

⎯ Está bien, tu hijo se llama Renzo, ayer a penas llegue a la facultad tuve que intervenir en una situación y nos conocimos.

⎯ ¿Qué situación?

⎯ Una chica nos confundió, somos idénticos, salvo por el color de nuestros ojos, los de él son marrones y los míos negros. Pero todo salió más que bien.

⎯ ¿Se dio cuenta que son hermanos?

⎯ Él sabía que somos hermanos y nos vino a buscar, Fiona le dejó una carta y le contó la verdad antes de morir. Mamá, él te quiere conocer.

⎯ Escuchaste José, él no me odia.

⎯ Si corazón, pero hay que tener cuidado, puede ser una trampa de Francesco.

⎯ No lo creo. Él viene escapando de ese hombre y yo le creo⎯ le dice a José.

⎯ Está bien hijo, ¿cuándo lo veremos?

⎯ Esta semana estamos ocupados consiguiendo una novia falsa. Francesco viene este fin de semana y el sábado la quiere conocer y estará por la zona, así que lo mejor será después que regrese a Italia.

⎯ Me parece perfecto, pero dile que me llame por teléfono, quiero conocer su voz.

⎯ Jajajaja.

⎯ ¿De que te ríes?

⎯ Te puedo llamar y hacerme pasar por él, hasta en la voz nos parecemos.

⎯ Tonto. Mejor termina tu desayuno y ve a estudiar.

⎯ Te recuerdo que todo es mentira. Esto es solo una fachada.

⎯ Pues ahora quiero un título, ya no te mantendremos más.

⎯ Mamita hermosa, ¿no se supone que herede una fortuna?

⎯ Hijito lindo, solo cuando me mueras tendrás acceso a ella y yo pienso vivir hasta tener bisnietos.

⎯ Jajajaja.

Desayunan en familia y como hacía mucho tiempo no veía a su madre tan feliz, ahora se da cuenta de lo afortunado que es de tenerlos en su vida y lo maravillosos que son.

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