Capítulo Nº4

Después de un baño reparador Constantino baja las escaleras y le pide a sus empleadas que le lleven el desayuno, aprovecha para darles algunas instrucciones.

⎯ Ofelia, necesito que al realizar los quehaceres de la habitación cambien las sábanas y las dejen como están pero las guardan en una caja⎯ tiene la corazonada que eso será de utilidad en un futuro.

⎯ Si, mi niño, como usted diga.

Entra a su despacho y lo primero que observa es que falta su saco, se acerca y encima del escritorio encuentra una nota.

⎯ Maldita ladrona, esa arma es un regalo especial, espero que me la devuelvas.

Una sonrisa aparece en sus labios, eso quiere decir que se volverán a ver. Luego de analizar la situación le pregunta a sus guardias si alguien la vio salir y nadie sabe nada.

⎯ Esa pequeña resultó ser muy escurridiza.

⎯ Lo siento⎯ dice el guardia apenado.

⎯ Puedes retirarte.

Una vez que se queda solo comienza a idear un plan para buscarla y es cuando su teléfono suena, atiende y es su padre.

⎯ Gino.

⎯ Hijo. ¿Cuántas veces te he dicho que me digas padre?

⎯ No sé y no me interesa.

⎯ Está bien, como quieras. Llamo por que se adelanta la presentación para esta noche a pedido del padre de la novia.

⎯ Debe ser un estorbo bastante importante si está tan apurado en deshacerse de ella.

⎯ No es eso, la quisieron secuestrar y busca protección.

⎯ ¿Y dinero?

⎯ También, pero más que nada salvar su cabeza. Los ruso le dieron un plazo hasta fin de mes para que devuelva el dinero que robaron o atacaran a toda Italia.

⎯ Maldito infeliz, todo por dar tu apellido, ¿y si los matamos a los dos?

⎯ No creo que la hija sepa realmente lo que piensa hacer el padre, solo lo ayudo por que ame a su madre.

⎯ No quiero detalles.

⎯ Eso fue mucho antes de que tu nacieras y la pobre fue obligada a casarse con ese vejestorio, ¿sabes lo que me dijo hoy? Que no tiene problemas en entregarla a los rusos. Si Allegra viviera, ella no permitiría esto. Greco Pascualli vendió a su propia hija.

⎯ Nos vemos esta noche.

Constantino colgó la llamada, no quería seguir escuchando cómo su padre, mientras estaba con su madre, amaba a otra persona. Se siente estresado, tomó un café y salió a hacer lo que más le gusta: cazar. Tomó su rifle y se dirigió hasta los establos que se encuentran detrás de la mansión. Monta a su corcel negro azabache, que es igual de temperamental que su dueño y salen en busca de alguna presa. Luego de un par de horas vuelve con sus botas llenas de barro y un par de conejos. Odia comer lo que caza pero a sus empleados les encanta comer esa carne fresca.

Duerme una siesta, se levanta a tiempo para comenzar a alistarse y salir a la gran mansión que pertenece a la familia. Constantino detesta estar en esas paredes, todo le recuerda a cuando violaron y luego acribillaron a su madre, todo por un maldito cargamento de armas. Ella en ese momento estaba embarazada de mellizos, sus hermanas no sobrevivieron ni dos días fuera del vientre de su madre y también fallecieron. Hoy serían cuatro hermanos. Sube las escaleras tratando de evitar ser visto y va a su antigua habitación, cuando está en el pasillo escucha ruidos en el cuarto de al lado, seguro Francesco, su hermano, se está divirtiendo con alguna empleada, la chica grita y no precisamente por placer, más bien no le gusta lo que le hace. Ya no soporta y  golpea  la puerta, ella aprovecha la distracción y sale arreglando su ropa.

⎯ Hermano, llegas temprano.

⎯ Yo diría a tiempo para ayudar a esa pequeña.

⎯ No es tan pequeña, ya sangra.

⎯ Maldito infeliz, podría ser tu hermana. Si no te comportas con las mujeres yo mismo te cortaré los testículos.

⎯ Descuida, esta noche me divertiré con alguna invitada.

Francesco le cierra la puerta en la cara, al alejarse escucha como rompe cosas dentro de la habitación.

Francesco sabe que Constantino siempre cumple con sus promesas y más cuando se trata de mujeres.

La noche no tardó en llegar y con ella una brisa fresca de invierno, por suerte no llueve y las estrellas iluminan todo el firmamento. Constantino tiene un gran presentimiento y algo le dice que cosas muy buenas pueden llegar a ocurrir. Está mirando por el ventanal como cada uno de los invitados van llegando en parejas, por lo general cada hombre llega con su amante de turno. Él se encuentra listo con su esmoquin negro, solo tiene que esperar a que revicen a esa mocosa y que confirmen su virginidad para salir a la presentación y anunciar el compromiso. Abre el ventanal de su balcón, enciende un cigarro y no puede creer lo que ven sus ojos. La belleza de la noche anterior llega hermosa del brazo de un viejo que podría ser su abuelo.

⎯ Esto se pone interesante, podría reclamar mi arma⎯ piensa en voz alta.

Está por salir solo para tener un encuentro casual cuando ve a la doctora Fiona Canoni, que entra a un cuarto de huéspedes acompañada por la chica. La sigue y escucha detrás de la puerta.

⎯ Doctora, no es necesario que me revise, no soy virgen. Anoche perdí mi pureza a propósito para salir de este lio, así que puede bajar y decir que la boda se cancela.

⎯ Señorita, si hacemos eso automáticamente la mataran.

⎯ No me importa, he oído como esa bestia desgarra mujeres, como viola niñas, como usa a sus empleadas para su desahogo personal, yo no quiero eso para mi.

⎯ Señorita Pascualli, no se que hacer, me pone en apuros. Me aseguraron su virginidad, esto era solo un trámite.

⎯ Vaya y diga la verdad, que ya no soy virgen.

⎯ Me deja revisar para ver si está usted bien y confirmar lo que dice.

⎯ Si, puede hacerlo.

Greta se acuesta en la cama, sin su ropa interior, levanta sus piernas y se acomoda el vestido, dejando a descubierto el arma en su portaliga, la doctora la mira y sonríe, comienza con la inspección.

⎯ ¿El arma es por protección?⎯ le pregunta Fiona solo para distraer a la niña que tiembla de nervios.

⎯ Algo así, no confío mucho en esta gente.

⎯ Haces bien.

⎯ Por cierto, ¿cómo te llamas?

⎯ Mi nombre es Fiona Canoni.

⎯ Mucho gusto, soy Greta.

⎯ Bien Greta, por lo que veo solo sigue algo irritada, pero el muchacho fue cuidadoso, no la lastimo, pero aun sangras un poco, eso es normal. Así que todo está bien.

⎯ Gracias, y si, fue muy dulce, la verdad no me arrepiento.

Constantino está como piedra, no puede creer lo que escucha, ella cree que él hace todas esas barbaridades pero en realidad es su hermano, ahora entiende por qué prefirió entregarse a un desconocido. Entra a su habitación y espera a que salgan, está con su puerta entreabierta, ella pasa por el largo pasillo acomodando su hermoso cabello y luego pasa la doctora, le hace señas y ella se acerca.

⎯ Buenas noches, señor.

⎯ Buenas noches, doctora, ¿quién es la señorita?⎯ él tenía que confirmar sus sospechas.

⎯ Ella es su prometida, Greta Pascualli, pero lamentablemente no es virgen, tiene que cancelar la boda.

⎯ Escucha necesito que digas que es virgen.

⎯ Pero, señor, eso sería mi muerte, si su padre se entera estaré en problemas.

⎯ Anoche esa chica estuvo conmigo sin saber quién era, yo soy responsable. Ahora harás lo que digo.

⎯ Sí señor, pero necesitaré las pruebas.

⎯ Las tengo. Ahora baja y dile a mi padre que continúe con los anuncios, luego ve a mi casa y te compensare muy bien por tus servicios. Toma mi tarjeta.

⎯ Señor, yo no hago esas cosas, lo que dijo esa chica sobre usted y como trata a las empleadas⎯ la ve titubear y continúa.⎯ Yo no quiero hacer nada con usted.

⎯ Esos son solo rumores.

⎯ Lo sé. No creo que sea verdad, pero igual no quiero acostarme con usted.

⎯ No hablaba de llevarte a la cama sino de pagarte con dinero.

⎯ Lo siento, mañana iré a su casa.

⎯ Ahora baja, Gino te espera.

La doctora baja y le confirma a su padre que la muchacha es virgen, Gino está feliz, le entrega una cantidad bastante abultada de dinero y la muchacha sale temblando de su despacho por lo que acaba de hacer. Él no pierde tiempo y comienza con su típico discurso, mientras Constantino espera ser nombrado y hacer su entrada triunfal, esa niña ni se imagina que será él su futuro esposo.

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