Capítulo Nº16

Adriano se levantó temprano y como todas las mañanas chequeó nuevamente el periódico. Al fin anuncian que están abiertas las inscripciones para la carrera de abogacía. Se cambió su ropa por un traje de diseñador y salió feliz con destino a la universidad. Luego de preguntar en varias oficinas y recaudar la documentación requerida se inscribe en la universidad y está en la misma clase que Renzo Donatti. El plan de su madre comienza hacerse realidad.

Sale en su auto, y va despacio pensando en cómo darle la noticia a su madre cuando de la nada una chica muy bella se atraviesa en su camino. Parece mentira pero siente que la historia de su madre con su padre se repite. Baja y ve que ella está sentada revisando su rodilla izquierda, está herida y comienza a sangrar. Él trata de ser amable y se acerca para preguntarle.

⎯ ¿Te encuentras bien?

⎯ ¿Tú qué crees, idiota? Casi me matas.

⎯ Disculpa, no fue mi intención, estaba distraído y no te vi.

⎯ No entiendo cómo te dieron el registro.

⎯ ¿Y a ti no te enseñaron a mirar en las esquinas?

⎯ Si, pero a ti se te olvido frenar, ¿acaso no sabes conducir?

⎯ Si no necesitas ayuda, me voy, tengo muchas cosas que hacer.

⎯ Escucha, tú no puedes dejarme aquí, llévame al hospital que me duele mucho mi rodilla.

⎯ Está bien, sube. Pero no hables, tu voz es irritable.

⎯ No te pienso dirigir la palabra y agradece que no llamó a la policía y te denuncio por casi matarme.

Van hasta el hospital más cercano, Adriano comienza a fastidiarse, está perdiendo su valioso tiempo con una niña caprichosa. Llega un doctor y muy amablemente le revisa su herida, no tiene nada de gravedad y se lo hace saber. Sólo un raspón, pero ella no deja de quejarse así que para más seguridad le realizan una radiografía y sus huesos están bien. El médico les indica que ya se pueden retirar y que la muchacha solo tome algún calmante si le duele pero mira al pobre muchacho diciendo que no es necesario nada más.

Salen al estacionamiento y le pregunta.

⎯ ¿Quieres que te lleve a algún lado?

⎯ Por supuesto, debo regresar a la universidad.

⎯ De acuerdo, vamos.

⎯ Puedes decirme tu nombre al menos, yo soy Rosaura Rodríguez.

⎯ Mucho gusto Rosaura, mi nombre es Adriano Constantino Pérez.

Desde pequeño adoptó el apellido de José, quien se hizo cargo de él y de su madre desde que ella llegó a España. El plan original sólo era protegerlos pero pronto formaron una familia y para ocultarlo de los enemigos de su verdadero padre le pusieron su apellido.

Adriano pone música en la radio y ella empieza a cantar, su voz es horrible pero no le dice nada porque ya le parece demasiado molesta. La deja en la puerta de la universidad y va directo a la mansión de sus padres, tiene que contarles la novedad de qué al fin está inscripto en las clases que tomará su hermano y en una semana comienza a cursar.

Llegó a la mansión de José y su madre lo recibió con los brazos abiertos. Sabe qué tiene noticias importantes que contarle, lo abraza.

⎯ Hola hijo, pasemos al despacho, es mejor que hablemos en privado.

⎯ Madre lo conseguí, me pude inscribir en la facultad, el lunes comienzo y estaré en la clase de mi hermano.

⎯ Perfecto, ahora solo falta hablar con él.

⎯ Sólo espero que él no me reconozca y salga corriendo, tengo planeado ir con ropa de cuero oscuro, sentarme al final de clases y por casualidad a la hora de la salida cruzarme con él.

⎯ Me parece un gran plan, seguro funcionará.

⎯ Estoy un poco nervioso.

⎯ Tranquilo, la sangre llama y más entre hermanos.

⎯ No se si tenemos que contarle la historia enseguida o esperar unos días.

⎯ Creo que lo mejor será que una vez que te vea decirle que confíe en ti y traerlo para casa, yo misma le contaré su verdadera historia.

⎯ Me parece muy arriesgado, ¿y si esperamos unos días para que me haga su mejor amigo?

⎯ Hijo, si tienen el mismo rostro creo que lo mejor es hacerlo de una vez por todas, llevo veinte años esperando para conocerlo.

⎯ Tienes razón, hagámoslo. Ahora debo ir por un trago. Nos vemos.

⎯ Adios, no tomes demasiado, te amo.

Después de dar varias vueltas llega a un bar cercano a su departamento, es temprano, hay poca gente y él no sabía que hacían shows en ese lugar. Hoy parece que en el escenario va a haber una novedad, pide otro whisky y una camarera le acerca un vaso.

⎯ Vaya, el idiota salió a beber.

⎯ ¿Qué haces tú aquí?

⎯ Aquí trabajo, y por tu culpa casi no puedo estar parada, me duele la pierna y mi jefe no me da respiro.

⎯ Te dejaré una buena propina. Ahora vete y déjame ver el espectáculo.

⎯ Como quieras.

La muchacha se aleja, él comienza a prestar más atención a su alrededor, el lugar está algo vacío, hay varias mesas sin clientes y las únicas que están ocupadas son las de cerca del escenario, la curiosidad lo está matando, agarra el vaso y se acerca a una esquina. Las luces se apagan y un reflector alumbra directo al centro del escenario, solo hay un caño en la pista. Una chica con poca ropa pero con una curvas de los mil demonios sale en escena, tiene un antifaz y una peluca de color azul que dan riendas sueltas a las fantasías de todos los hombres que la observan, se trepa y comienza a girar muy sensual, se desliza y él pudo ver una mueca de dolor en su rostro pero ella continua con su rutina, al terminar de rodillas frente a todos esos hombres ya no tiene dudas, su herida en la pierna le confirman que es la camarera chillona. No puede negar que su baile lo encendió, pero de solo recordar como habla se le fueron las ganas. Sonríe y vuelve a su mesa. Ella le trae otro trago.

⎯ No bailas nada mal, pero lastima tu voz, si no te invitaría un trago.

⎯ ¿Cómo supiste? ¿y qué tiene de malo mi voz?

⎯ Lo supe por tu herida y ahora me lo acabas de confirmar…y tu voz es demasiado chillona, nadie podría estar contigo.

⎯ ¿Y quien quiere estar contigo? Tu eres demasiado engreído, pedante, ricachón y seguro el niño mimado de mamá.

Ella se da vuelta y vuelve a la barra, por el espejo él pude ver como se seca una lágrima y siente pena, quizás deba disculparse pero lo piensa mejor y prefiere dejar las cosas así. Algo de su personalidad salvaje le atrae, pero ahora solo debe pensar en su venganza. Dejó una generosa propina y se marchó de ese lugar.

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