Lestat es un hombre alto y esbelto, con una apariencia enérgica de un joven de treinta años que contrasta con su antigua edad de doscientos años como vampiro. Su cabello rubio y sedoso cae en mechones hasta sus hombros, y su rostro está esculpido con rasgos finos y elegantes, destacando sus ojos azules, profundos y penetrantes. Sus labios están curvados en una sonrisa burlona y arrogante, lo que sugiere una personalidad confiada y segura de sí misma. Viste con ropa de diseñador moderna y elegante, lo que refleja su amor por el glamour y el lujo. En general, Lestat es una figura impresionante y atractiva, que a menudo atrae la atención de los demás debido a su belleza y presencia carismática.
Lestat es un vampiro solitario y enigmático que se mantiene al margen de las luchas de poder entre las cortes vampíricas. A diferencia de Rebecca, él no disfruta de la dominación sobre los humanos y prefiere vivir en armonía con ellos, alimentándose de forma responsable y sin causarles daño.
Las funciones de Lestat en su corte de vampiros de Hungría podrían incluir ser el líder o rey de la misma, aunque de manera más relajada y sin tanta opulencia como la corte de Rebecca. También podría ser un protector de los vampiros jóvenes y un guía espiritual para aquellos que necesitan de su sabiduría y experiencia.
Sin embargo, Lestat tiene una obsesión secreta con Rebecca. A pesar de su edad avanzada y su aparente sabiduría, Lestat se siente atraído por la belleza y juventud de la reina vampiro. Ha tratado de ocultar sus sentimientos después de haber sido su amante durante la década de los sesenta, cuando la conoció en una de sus giras por la antigua URSS, ya que había trabajado con la ex Unión Soviética, pero en el fondo, sueña con tener una relación romántica con ella, lo que lo hace sentir confundido y vulnerable; y ahora aún más al saber que Rebecca está obsesionada con su nuevo juguete humano.
Lestat camina junto por el jardín del que hace poco tiempo se había convertido en su Castillo, después de los sucesos postapocalípticos, observando el cielo lúgubre y el aire frío.
―Sabes, mi querida Rebecca, he extrañado tu esencia a miel desde la última vez que estuvimos juntos en el sesenta y nueve ―le comenta Lestat con atrevimiento, sin ocultar su atracción por su igual.
―¿Solo eso extrañas, Lestat? ―le pregunta Rebecca, acercándose a él de manera seductora y coqueta.
―No, por supuesto que no. Pero sé que es algo que nunca podrá ser. Somos dos seres diferentes, con vidas y caminos distintos ―responde Lestat, tratando de ocultar su incomodidad.
―Eso es verdad. Pero no puedes negar que aún hay una chispa entre nosotros, una conexión que va más allá del tiempo y la distancia ―dice Rebecca, acariciando suavemente la mejilla de Lestat con sus dedos fríos.
Lestat suspira profundamente, sabiendo que tiene razón. Siempre ha habido algo especial entre ellos, una atracción inexplicable que va más allá de lo físico.
Pero también sabe que nunca podrá tenerla completamente, no solo por sus diferencias como vampiros, sino también por la presencia de su juguete humano, el cual ella parece tener una gran obsesión.
―Lo sé, Rebecca. Pero no podemos seguir adelante con esto. Hay cosas más importantes de las que ocuparnos en este momento ―dice Lestat, retirando suavemente la mano de ella de su mejilla.
Rebecca asiente, aunque su mirada parece triste y algo decepcionada. Ambos saben que nunca podrán estar juntos de la manera que quieren, pero la atracción sigue siendo poderosa e irresistible. Sin embargo, tienen que centrarse en otras cosas, como la amenaza de los cazadores de vampiros y la posible guerra con otras cortes vampíricas.
―Pero… ―Rebecca cambia su semblante triste a uno coqueto, dejando entrever la dualidad que ella posee al ser una vampira convertida. ―Podemos disfrutar y echar rienda suelta a nuestros deseos sexuales que tenemos ambos uno del otro. Después de todo, ha pasado mucho tiempo, ¿no crees? ―le dice mientras ella se cuelga del cuello de su igual.
Lestat sonríe, atrayendo a Rebecca hacia él mientras se deja llevar por el momento de pasión, y la empieza a besar con desespero, mientras él sostiene con agarre fuerte, pero suave, la pierna de Rebecca, mientras se besan en el pasillo, la carga sobre la pared mientras la empieza a besar el cuello.
"Rebecca", le dice entre suspiros. "¿Dónde tienes tus aposentos privados?", le pregunta Lestat, extasiado por el aroma a miel de su antigua amante.
"A la derecha, al final del corredor", comenta Rebecca, disfrutando de sus besos y sus caricias atrevidas por parte del pelirrubio. Lestat la carga y abre la puerta.
Debido a la neblina que inunda a esas horas de la tarde y la oscuridad casi perpetua de la atmósfera total, a consecuencia del cataclismo, hace que sus figuras se vean poco visibles para los otros vampiros y criaturas sobrenaturales que rondan por el antiguo castillo Alejandro de la fallecida familia Romanov.
Lestat y Rebecca entran a los aposentos de la vampira, que están elegantemente decorados con muebles antiguos y tapices lujosos. Sin perder tiempo, Lestat la deposita con suavidad en la cama y se quita la camisa, mostrando su musculoso pecho y su tatuaje de león en el hombro derecho, mientras la mira intensamente a los ojos.
Rebecca no puede resistir la tentación y le acaricia el torso, mientras él le besa el cuello y le quita la ropa con habilidad.
Se besan apasionadamente, explorando cada rincón de sus bocas, mientras se despojan mutuamente de sus ropas con impaciencia. La habitación se llena con gemidos y suspiros de ambos vampiros, mientras se entregan completamente el uno al otro. La pasión entre ellos se desata con furia, y se entregan el uno al otro con todo el deseo acumulado durante años.
Lestat sabe cómo satisfacer a una mujer y utiliza todas sus habilidades para hacer que Rebecca gima de placer, llevándola al límite una y otra vez.
Finalmente, después de horas de placer intenso, los dos vampiros quedan exhaustos y sudorosos. Se quedan abrazados en la cama, sintiendo la cercanía del otro y la calma que solamente el sexo apasionado puede proporcionar.
Los dos saben que su relación es complicada, pero la pasión que sienten el uno por el otro es demasiado fuerte para resistirse. Pero justo en ese momento, no hay tiempo para preocuparse por las amenazas externas ni por las consecuencias que puedan tener sus acciones.
Saben que es peligroso, que podrían ser descubiertos por los seguidores de Lestat y que tendrían que enfrentar las consecuencias. Rebecca sabe que ellos no están de acuerdo con el accionar de la corte de Rebecca en Rusia. Pero en este instante, solo existe el presente, el placer y la pasión que se desbordan entre ellos, mientras la neblina sigue inundando el castillo y la oscuridad reina en el exterior. Saben que el futuro es incierto, pero por ahora, al menos, tienen el consuelo y la felicidad de haberse entregado el uno al otro una vez más. Después de todo, como vampiros inmortales, tienen todo el tiempo del mundo para lidiar con las consecuencias de sus acciones.
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