Helado Napolitano

Helado Napolitano

Novata

La primera vez que vi un desfile de modas quedé fascinada, todo ese glamur, el brillo, las luces, la ropa, tacones, joyería. Todo. Todo eso me dejo alucinada.

Desde pequeña, supe cuál sería mi destino, pero mi padre, ese era el verdadero problema. Porque según el yo sería una buena agente.

A mi hermano no le costó nada convencerlo, ya que con los otros no pudo se agarró de nosotros. Y si soy buena en eso del espionaje, recolectar datos y lucha, porque defenderse es lo primero.

Nunca deje que vean ese lado de mí. Siempre mostré mi lado divertido y brabucón, pero una mujer no puede dar todo de sí, siempre debe guardarse algo para ella.

Ni siquiera mis amigas lo saben a ciencia cierta.

Todo esto comenzó en un desfile, como antes lo mencioné, al que acudí con mi madre. Obvio que para ayudar a mi padre que por lo que ahora entiendo sabia como convencerla de hacer estas cosas.

Ahí fue cuando me enamoré de este mundo y comencé a querer saber todo de él, solo con ocho años y yo ya me imaginaba mi futuro.

Por años mi padre tiene en el ojo a unos mafiosos que dentro de todo lo que puede llegar a estar en manos de la mafia, este en particular tiene un gusto exquisito por las piedras preciosas. El problema radica en que nunca se pudo acercar a estos malhechores. Siempre ellos estaban a diez pasos de mi padre, que siendo el agente prestigioso que es, lo tenían mal.

Con el correr de los años se me había hecho costumbre asistir a este tipo de eventos, más que nada porque quería saber más y más de este mundo.

Así fue como me termine graduando de diseñadora de moda y como “premio”, según mi padre, me mando a un desfile en Francia, París. Si chantaje, eso estaba claro. Todo para espiar a los mafiosos que lo tenían como si fuera un juego al que cada vez que le estaba por morder la cola desaparecían.

Ahí entre yo, novata he ilusionada por querer entrar de lleno a este mundo, me mandaron al epicentro de la moda donde mi decepción fue grandísima.

Amo la moda, pero no la exageración y mi primer batallón debía librarlo con un diseñador que ama lo extravagante. Extravagante y ridículo, diría yo.

Yo soy más de lo sensual y delicado, pero como dicen por ahí, trabajo es trabajo y junto con todo esto venia de la mano un enorme cheque a mi nombre que pagaría por completo la renovación de mi armario.

Así fue como termine trabajando para la agencia de encubierto. Se supone que debo averiguar cuál de toda esta gente adinerada pertenece a una mafia italiana asociada con una china.

¿Cómo carajo voy a hacer eso? No lo sé, solo sé que mientras este en este país, podré disfrutar de este momento.

Mis amigas, mis locas amigas las tengo lejos y quisiera que me acompañen, pero no todo es dulce en la vida y este trabajo tiene ese toque amargo en el que no pienso involucrar a mis seres queridos.

Mi trabajo al mando del diseñador extravagante es colocar botones. Si botones. Pero ese trabajo hace que tenga un perfil bajo y no colocar en riesgo cualquier cosa que pueda llegar a averiguar. De paso aprendo algo de esta gente glamurosa.

El lugar donde trabajo es enorme, y el personal que trabaja para este diseñador es impresionante. También es impresionante la cantidad de gente famosa que lo visita y más cuando se acerca la temporada de premiaciones.

Mi nombre de encubierto es Suzata, una mierda. Al parecer no había disponible un nombre más sexy.

Como sea, acá me tienen, toda recién graduada, deseando que el mundo vea mis maravillosos diseños, pero no, en vez de eso estoy confinada en un cuchitril pegando botones.

Suspiro y mientras sigo con la maravillosa tarea, parando la oreja para escuchar cualquier cosa que me den algún indicio de la cochina mafia que tiene a mi padre estresado y a mí en unas vacaciones para nada cómodas, mi trasero pide que un asiento más mullido.

En eso se arma un murmullo entre todos los trabajadores y veo entrar al diseñador que camina junto a una mujer muy hermosa. Van hablando en italiano y eso hace que trate de prestar atención a las palabras que dicen. Detrás de ellos un sequito de hombres con trajes los siguen guardando una distancia acorde, pero uno de ellos, uno más joven con claros rasgos asiáticos está caminando detrás de la mujer, mirando su celular con suma concentración.

La extravagante mujer menciona algo de una fiesta y yo aprovecho para disimuladamente tirar una caja de botones justo en el momento en el que pasan cerca de mí.

Se arma un escándalo, el diseñador, prácticamente me quiere matar. La mujer no hace nada solo mira, y el muchacho que miraba su celular lo deja en su bolsillo y se acuclilla para ayudarme a recolectar los botones.

Levanto la mirada para encontrarme con esos ojos entre chocolate fundido y una mescla de caramelo que me quita el aliento. Claramente sus rasgos asiáticos son muy marcados pero el color de sus ojos son un espectáculo. Comunes, pero distintos a la vez.

—Merci —murmuro y su mirada seria se conecta con la mía.

—Prego, bella donna —responde cortando el curso de mis pensamientos.

Luego de ese espectáculo en el que tuve que comenzar de nuevo, aprendiendo a respirar primero y luego serrando la boca para que la baba no haga un charco, mi nuevo “jefe” por llamarlo de alguna manera me suspendió una semana por “arruinar su mercancía” y juro que se lo agradecí, de no ser así etaria buscando algún brujo, curandero o algo para que me borre la memoria o haga lo que sea para no sentirme culpable al ver de nuevo a mi novio.

Eso de andar engañando no es lo mío, y engañarlo con el pensamiento es todo un acontecimiento y una catástrofe, tenía que estar tan lindo ese poste de luz.

¡Piensa en Gastón! ¡Piensa en Gastón! Me regaña mi mente, pero ni modo, esa mirada chocolatosa y deliciosa me persigue.

Que es lo peor que no debo decir nada.

Ni siquiera mi novio sabe lo que hago, se supone que estoy haciendo una pasantía, por llamarlo de alguna manera.

Me estoy dando cuenta que la mayoría de las cosas que hago las llamo “por llamarlo de alguna manera”. Parece excusa para no pensar en ese chico, hombre, bombón, caramelo, chocolate, helado. ¡Mierda, ya me lo quiero comer!

Volviendo a lo importante, mientras la caja de botones caía al piso pude alcanzar a escuchar a alguien decir la mujer de la mafia.

Mientras el palito helado me ayudaba a recolectar los botones, mi mente analizaba los cintos de fotos que tuve que memorizar buscando un parecido y tuve que agradecer al incidente que me mando a mi casa por una semana.

Al llegar al departamento lo primero que hice fue sacar la carpeta que tenía bien escondida, con todas las fichas informativas sobre las distintas mafias que estaba investigando mi padre.

Tomo en mi mano la que en su portada dice “Napolitano”. Al abrirla lo primero que veo es la ficha informativa del líder, un hombre de sesenta y cinco años, viudo. Conocido por torturar a sus víctimas con electrochoques y luego destrozarlos y mandárselos a los familiares de las víctimas en bolsas de residuos.

Escalofriante.

Si única hija, Laura Greco. Una hermosa mujer que no es tan malvada como su padre, ella prefiere torturar a sus víctimas con drogas y luego envenenarlos para dejarlos morir lentamente.

La imagen de la mujer muestra la misma mujer que tuve a solo pasos de mí. Sigo leyendo el informe, descubriendo que la mujer se casó a los cortos quinces años, en un casamiento de alianzas para unir fuerzas con la mafia china “lirio negro”.

Enseguida busco la carpeta que reza “Lirio negro” en su portada, pero al abrirla descubro que no contiene absolutamente nada.

Mierda.

Tengo que hablar con mi padre para saber qué pasos seguir. Luego de cerciorarme que mi suspensión cubrirá toda la semana, me dirijo al aeropuerto con la sensación de que alguien me sigue.

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Comments

Anonymous Carmen diaz

Anonymous Carmen diaz

Silvana se puede mirar pero faltar

2024-05-30

0

Cinzia Cantú

Cinzia Cantú

Es sospechosooooo , cuidate jovencita

2024-05-15

1

Giovanna Xchel Maya

Giovanna Xchel Maya

interesante

2024-03-30

0

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