Darién

Lissy vive sola en la mansión, Archer vive en su hotel. Ni se miran, ni se buscan, están en juicio. Hoy es 28 de enero, es luna llena y Emilia tiene dolores que se van intensificando. Darién quiere llegar al mundo.

Emilia está sufriendo y nadie quien la pueda ayudar, todas están en sus celdas. Pero para dejar dormir se pone en boca una mordaza, está sudando, los dolores son insoportables, pero ella va a tener su bebé sola.

El trabajo de parto inicia, la soledad de la reducida celda oscura solo cuenta con la luz de la luna para ver dónde están las cosas. No puede encender la luz para no estorbar el sueño de las demás reclusas, por lo tanto, debe hacer lo que fuese necesario para ayudarse y ayudar a su bebé a nacer con la luz de la luna. Ya son las tres de la mañana y Emilia está pujando, está agotada, pero se esfuerza por qué su bebé salga pronto y tenerlo en brazos.

Tres y media de la mañana , Emilia da el último empujón y Darién empezó a llorar. Emilia está agotada pero satisfecha de haber traído a su niño sola. Pero ¿Cómo hará para cortar el cordón umbilical? El llanto del bebé despertó a todas las reclusas. Todas se levantaron y sacudieron la puerta de sus celdas para que los guardias atiendan.

Al abrirse la puerta del corredor, el carcelero hizo callar a las presas, ellas guardaron silencio, la luz se encendió y es señal de que algo anda mal. Pero Darién seguía llorando, el fuerte llanto ha alertado a los carceleros. Uno de ellos salió del lugar y puso la alerta de llamar al doctor, una emergencia se presentó.

El doctor llegó tan pronto como pudo, Emilia recibió la ayuda del doctor y la pediatra también estaba con él.

- Necesito que lleven a la reclusa al tópico, yo me encargo del niño.

- A las órdenes doctora.

Emilia es llevada al tópico y atendida.

- Buenos días, Emilia.

- Buenos días, doctor.

- Estás cansada, puedes dormir aquí. Tu bebé está siendo revisado por la pediatra. Se le ve bien y pelucón.

- Que bueno que no esté calvo – se ríe.

- Es bonito tu bebé. Es rubio, pálido y zarco. Se podría decir que ya tenemos una idea de quién es el papá.

- Esto es una maldición. Si se entera de la existencia del niño, me perseguirá.

- El día que salgas en libertad, tendrás que huir con tu niño.

- Que sea pronto. No quiero saber nada de él. Mientras más lejos esté, mejor.

- Tranquila, descansa un poco, apenas el niño llora será por hambre. La enfermera te ayudará a como amamantar correctamente a tu niño. Vendrán de la RENIEC para hacer los papeles del registro de nacimiento. Van a tomar las huellas dactilares de las manos y los pies.

- Entiendo.

- Al tercer día, te entregarán su DNI. La pediatra vendrá en una hora, con tu bebé para darte explicación.

- Gracias.

- Descansa, tu niño está aquí al lado.

La pediatra llegó, revisó al niño y dio el visto bueno. A Emilia le entregó la tarjeta de vacunación y le dio varias indicaciones, como madre primeriza hay muchas cosas que aprender.

La directora del penal, al llegar al centro, se entera del nacimiento de Darién. No pensó dos veces en ir a hacer una visita.

- Buenos días ¿Puedo pasar?

- Sí, adelante. Buenos días.

- Hola Emilia, ¿Cómo estás?

- Estoy bien. Gracias.

- Has tenido una noche muy intensa y difícil.

- Pero ya pasó.

- ¿Puedo conocer a Darién?

- Si, ahorita lo destapó.

- ¿Ya está comiendo el niño? ¡Eh! ¿Está rica la leche? Vas a crecer mucho.

Darién se dedica a mamar a su ritmo.

- Veo que tú bebé se parece mucho a papá.

- Lamentablemente sí, pero no tiene la culpa.

- Es verdad, ellos son ajenos a los problemas de los adultos El doctor me ha entregado tu licencia por maternidad, ya que has trabajado hasta el último momento. Tienes tres meses de descanso, dedícate a tu bebé.

- Gracias. Pensaba tener que pedir permiso.

- No, es una ley que te ampara.

- ¿Aun estando recluida?

- Sí, la ley ampara a toda madre.

- Pensé que había diferencias por mi condición.

- No, no en absoluto. Te dejo alimentar a tu niño y descansa.

- Gracias por la visita.

Llegando a su oficina suena el teléfono, era Simón.

- Centro Penitenciario Santa Mónica, buenos días.

- Señora directora, un placer escucharla.

- Señor, Simón Rivera ¿Cómo está?

- El trabajo es complicado. Pero me he tomado unos minutos para saber cómo está la señorita Emilia y su embarazo.

- Ella dio a luz está madrugada, ambos están bien. Hace un momento fui a visitarla y el bebé estaba alimentándose.

- ¿Ya nació? Supuestamente era para la primera semana de febrero.

- El doctor dijo que la luna llena ha influido mucho para producir el parto.

- Entiendo, saber que están bien es un gran alivio para mí. Me gustaría visitarla con previo permiso de la señorita Emilia y a la vez hacerle un regalo.

- Puede venir no hay ningún problema, lo acompaño si gusta. Ahora está sensible y toda su atención es para su bebé.

- Que sea así, iré está tarde. Le llevaré un almuerzo especial a la nueva mamá ¿Está permitido?

- Sí, pero será revisado, debemos ser muy cuidadosos con el ingreso de paquetes, si se encuentra algo sospechoso, será denunciado. Son las reglas penitenciarias.

- Jamás haría algo ilícito. Gracias de todos modos, lo tendré en cuenta. Hasta la tarde, señora directora.

- Hasta la tarde, señor Rivera.

Simón cumplió su palabra. Nada ilícito, pero aun así dejo que el guardia de seguridad revise cada producto, inclusive presentando los recibos de compras para que comprueben que nada ha sido adulterado.

Archer tenía previsto eso y enviárselo por medio de Simón, pero el secretario lo hizo en secreto.

Simón y la directora fueron a visitar a Emilia, ella estaba haciendo dormir a su pequeño.

- ¿Usted, aquí?

- Señorita Emilia García, ¡Que gusto verla! La maternidad le queda bien, sin ofender.

- Le dije que no quería saber nada de su jefe, ni siquiera a través de su presencia.

- Emilia, por favor. El señor Simón Rivera ha venido por su propia voluntad. No le guardes rencor. Ahora que eres lactante, el estado de ánimo podría perjudicar la leche. Con permiso, los dejo.

La directora se fue y el secretario quedó con Emilia.

- Señorita Emilia, le traje un almuerzo especial, debido a su estado. Espero que le guste.

- Gracias. - agradece a secas.

Ahora le presenta el regalo de Darién.

- Permítame presentar el regalo para el niño. – mientras exhibe los productos sobre la mesa - Aquí están los pañales. 5 paquetes de recién nacido.

- Póngalo aquí, por favor… gracias.

- Este paquete contiene el champú, jabón y aceite.

- ¡De a litro! ¿Por qué tanto?

- Para que no tenga necesidad de comprar constantemente. Aquí hay diez conjuntos de dos piezas, diez conjuntos tipo enterizo y siete baberos. Está es la toalla y tres mantas.

- No hay espacio para todo eso.

- Conforme pasen los días y se va gastando, se irá tirando a la basura.

- El espacio es reducido. Además, usted me dijo que no le diría nada a ese tal Archer Blackville y resulta que vino su abogado y ahora usted viene con esto.

- Descuide señorita, al señor Blackville le hice creer que el bebé no es suyo sino de su pareja.

- ¡Vaya! Con que le miente al jefe.

- Él empezó a obsesionarse desde que el abogado comentó sobre su estado. Para protegerla de esa obsesión tuve que tomar esa decisión.

- ¿Tendré que creer en usted?

- Lo hice para protegerlos a usted y al niño.

- Así que, él cree que el niño no es suyo.

- Así es

- Ha jugado con fuego.

- Seré cuidadoso en no quemarme.

- Por favor, no vuelva más, aun así, gracias por el regalo hacía mi hijo.

- Yo terminé con mi voluntad de verla y dejarle el regalo para el joven Blackville. Que tenga una buena tarde.

- Gracias nuevamente por todo.

Simón se fue satisfecho, pero a la vez preocupado, entendió que el niño es igual a su padre.

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