—¿Y qué te dijo mi niña? —paso mi lengua por mis labios, refrescándolos — papá —lo miro muy confundida —no me acuerdo —¿cómo que no te acuerdas? —frunce su ceño.
—¿qué es lo que te acuerdas? — su mirada me da miedo, siempre trata de descifrar algo con esa mirada.
—trato de recordar padre— mi cabeza daba vueltas y vueltas no entendía qué es lo que estaba pasando, pero siento que algo muy importante tengo que decirle a mi padre.
—mija —salgo de mis pensamientos — díganme mi padre— busca mi cadena.
me levanto del suelo dirigiendo al cuarto de mi padre directamente a la mesita de noche encontrándome con la cadena.
Salgo con mucho cuidado, ya que este collar significa amor, dignidad, respecto todo lo que representar ser un caballero, se lo regalo mi madre, en una fiesta, donde jugaron un juego criollo mi padre gano así que mi madre no le quedo mas de otra que fingir ser su novia toda la noche.
Mi padre no me cuenta muchos de estas cosas, por que le da cierta pena por decir decirlo, pero a mi me encanta hablar de estos temas.
Llego a la zona familiar encontrándome con mi padre sentando donde lo deje, me acerco con mucho cuidado.
—padre aquí está el collar —se lo entrego en sus manos— ¿te ayudo a ponerte? —le muestro una sonrisa, mi padre asiste con la cabeza, ayudo a mi padre acomodarse y colocándole su collar.
—hija ¡busca leña! —asisto con mi cabeza.
Corro hasta el patrio en busca de leña, cojo lo palos más seco para poder prender el fuego.
Llego a la zona familiar, me coloco de rodilla, cerca de la chimenea, donde lo limpio los restos de ceniza, colocando los palos —¿ayúdame a colocarme de frente del fuego.
Cojo el bastón entregándoselo en sus manos, se coloca de pie, agarro la silla poniéndola, lo más cerca de la chimenea, para luego, ayudar a mi padre a sentarse en ella.
Suelto un suspiro, una parte de los mandados ya había sido completada — Ahora sí hija dime lo que te dijo —relajo mi cuerpo.
Abro mi boca, empezando a relatar todo lo sucedido con ese señor y lo que recuerdo, siendo interrumpida por mi padre —con calma —Yo estaba en el bar sirviendo tragos como todos los días del año —observo a mi alrededor, sintiendo un dolor en mi pecho.
Mi padre coloca su mano en mi cabeza — no te distraigas —trago grueso.
—recojo los platos sucios y despachando clientes, cuando escucho unas carcajadas muy fuertes, retumbado mis oídos.
—Melisa —suelto un gruñido —¿está bien? —me colocó más cómoda en el suelo.
— bueno me acerco a ellos y después no me acuerdo —me observa muy serio —pero era algo muy importante porque si no tú no estuvieras aquí ¿cierto?
—sí padre —le digo con sinceridad —está bien—sus ojos hablan demasiado, está preocupado por mí —no te preocupes —muestro una sonrisa.
—de verdad —coloco su mano con la mía juntándola —sí ya sé lo que está pasando —doy un pequeño salto cuando escucho a mi padre.
—¿de verdad? — una enorme sonrisa refleja mi rostro — sí Melisa
—¿que era? —siento una gran emoción recorrer todo mi cuerpo —¿Ayana y Ogro estás en peligro? —dejo caer mis hombros — ¿Qué fue lo que dijiste? —¿Ayana y Ogro están en peligro.
No siento todo mi cuerpo se congelan —todo va a estar bien —mis lágrimas empiezan a salir por sí solo —¿qué vamos a hacer padre?
— Mandare una señal se fuego, para que su alma se pueda defender —me responde con mucha tranquilidad.
—¿cómo lo vamos a ser padre? —le digo con preocupación.
—busca una vela y prende esta chimenea, más llamas tenga mejor para ayudar Ayana y ogro en todo esto —asisto con mi cabeza, corriendo hasta mi cuarto en busca de una luz, para ayudar a Ogro y Ayana.
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