CAPÍTULO 12; ¡MELISA!

la niña esta de espalda, mueve su cabeza a 180 grados con un búho, sueltos los caramelos, que caen en el suelo, salgo corriendo en busca de una biblia, una cruz, agua bendita, cebolla y ajo.

—¿para dónde vas, no dijiste que íbamos a jugar —me habla la niña —Claro que no yo no dije eso — fruño mi ceño, me devuelvo, para decirle la verdad —yo dije —salto del susto —¡HAY CARAJO —abro mis ojos como platos, observando la niña girar su cabeza en círculo y su cuerpo retorciéndose, como una maquina falta de aceite!

—vamos a jugar al escondite —señala con su mano —pero tú eres él que se esconde —se señala a ella misma —yo soy quién te busca —fruño mi ceño —primero muerto que, destruido —unas palabras que una vez escuche pronunciar de una señora —corro hasta el carruaje —tienes 10 segundos y ya llevo 9 —me dirijo hacia mis caballos —9 —la niña empieza a contar, hasta donde tengo entendido, no he aceptado.

Me subo en los caballos asegurándome que estaba seguro —Arre —los caballos empiezan a correr —arriba mis muñecos —empiezan a corren más rápido —confío en ustedes —5,4,3 —cuenta más rápido.

—qué le pasa ni siquiera sabe contar — 2,1 —un grito desgarrador se escucha en el fondo, volteo para ver — jajaja no te puedes esconder de mí —los caballos se detienen empujando a dar patadas y relincha

— ¿qué es lo que está pasando? —rápido me abajo de los caballos quedándome frente de ellos—ya mis niños— intento calmarlos, levantando mis manos a la altura de ellos —ya mis muñecos — le hablo con ternura, unos de los caballos se levantan tumbándome en el suelo.

los caballos están muy nerviosos, me vuelvo a levantar, calmándolos, pero es demasiado tarde, empieza a correr sin mirar hacia atrás —¡amiguitos ya te encontré! —escucho una voz en mi espalda, abro mis ojos como una naranja, la voz se me congela, intento voltear, tragando saliva gruesa.

—¡que...es...lo...que...esta...pasando...! —volteo observando el fondo, me pasó la mano en la frente quitándome el sudor —PERO SOY UN CORBARDE —grito a todo pulmón —nadie se mete con ogro —empiezo a bailar joropo, es un baile típico de mi pueblo.

—nadie se mete con Ogro —aprieto mis brazos, haciendo que mis músculos se broten, me empiezo a sacudir —como una niña —doy un par de vueltas, para luego, seguir mi camino —no llega a los 5 años puedes amenazarme — llevo mi mano hasta el pecho —el gran Ogro —levanto mis dos hombros.

—pueden amenazarme, pero qué le pasa a la niña —de espalda, escucho un grito desgarrador, observo de reojo, sintiendo un peso en mi espalda, tambaleando un poco, la niña me brinca encima —déjame —intento quitármela de encima.