Akela estaba helada en su lugar sin poder moverse, cuando vió que el Alpha Kinnaman empezó a caminar hacia la entrada de su casa, hacía la puerta precisamente, parecía que sus pulmones olvidaron como funcionar, el aire no entraba en ellos y sus palpitaciones enloquecieron, su corazón iba a escapar de su pecho. Akela empezó a hiperventilar e intento tomar respiraciones calmadas para controlar a su cuerpo que parecía enloquecer ante la presencia de aquel hombre, por el terror que le causaba. Estaba en eso cuando escucho dos golpes secos en la madera vieja de su puerta de entrada. Ella miró algo preocupada y con miedo, tomo una respiración larga y no le quedó más que resignarse y aceptar su destino, debía abrir aquella puerta de una forma u otra, nada la haría escapar a su destino, que al parecer era la muerte. El Alpha estaba afuera mirando con asco todo el terreno, odiaba la casa, le parecía pequeña, sucia, la imagen de la pobreza, demasiado humilde. Y la huerta a su alrededor solo lo hacía sentir más asco hacía todo ese terreno, si fuera su decisión iría con una topadora y tiraría todo sin pensarlo dos veces. Golpeó la puerta y se quedó allí a la espera de que abran. Cuando de repente la puerta se abrió, casi de forma tímida, del otro lado estaba Akela. Él la miró con desagrado de los pies a la cabeza. Llevaba un pantalón muy suelto de color azul, unas sandalias, y un enorme suéter de lana marrón. La mueca de asco y desaprobación que él hizo al verla, no paso desapercibida para Akela, que solo pudo sonrojarse en extremo, por la pena que sintió.
- Y qué? Piensas quedarte mucho tiempo más en la puerta prohibiendo el paso?.- Akela recién ahí vió que estabas justo en la entrada, de forma que impedía que aquel hombre gigante pudiera entrar.
- Lo siento mucho señor. Pasé usted.- Ella hablo con absoluta pena por aquello, su mirada siempre estaba hacia abajo, hacía el piso, el Alpha solo chasqueo su lengua molesto e ingreso a la casa. Al hacerlo Akela con algo de duda cerro la puerta. El Alpha se quedó allí parado y observó el pequeño espacio, él era tan alto y grande, que la casa se le hacía minúscula, casi asfixiante. Era de madera, como si fuera una pequeña cabaña. El pequeño espacio que allí estaba funcionaba como todo, era el comedor con una pequeña mesa redonda en el medio y tres sillas alrededor, era el living con un pequeño y viejo sofá cerca de una pequeña ventana y era la cocina en el otro extremo, con un pequeño mueble con una bacha, la mesada y una vieja cocina a leña. Luego había dos puertas, el baño y la habitación pensó para él, eso era toda la casa. El silencio se hizo incómodo para Akela, al Alpha aquello no le molestaba, él podía sentir la incomodidad de Akela, lo sentía en su olor, en su respiración y en los latidos de su corazón que podía oír acelerados desde el momento en que bajo del auto. Al ser el Alpha, y no uno cualquiera, sino uno de sangre pura, él podía sentir todo ésto de cualquier persona, podía sentir sus cambios de humor, sus emociones y el comportamiento de su cuerpo, solo con sus sentidos del olfato y la audición. Es por eso que estaba alargando aquel silencio, para incomodar aún más a Akela, quien no podía controlar a su cuerpo. Él observó la gran cantidad de comida abarrotada que tenía aquella niña e hizo una sonrisa burlona.
- No piensas invitarme a sentar y ofrecer algo? Vaya modales los tuyos.
- Lo siento señor. Siéntese por favor, gusta tomar un té?.- Akela señaló una silla, pero el Alpha se sentó en otra, solo por hacerla sentir mal. Él paso la mano por la silla antes de sentarse en ella y con cara de asco tomó asiento. Akela vió aquello y sintió vergüenza. Pasaba largas horas aseando y ordenando su pequeña casa, que él allá hecho eso la hizo sentir mal, su casa podía ser todo menos sucia. Ella se acercó hacia el mueble de la cocina, allí puso agua en la tetera y luego puso ésta al fuego y empezó a preparar algunos bocadillos para acompañar aquel té.
- Veo que tienes mucha comida guardada.
- Si señor, me sobra un poco algunos meses y la voy guardando.- Akela dijo aquello y en el fondo pensaba "lo guardo por si un día deja de enviar comida", pero era obvio que jamás le diría aquello. Aunque esa era la razón de que tanta comida sobrará, ella la racionaba para que siempre quedará algo para ir acobachando por si acaso.
- Quizás debería enviar menos, incluso estás más gorda. Es obvio que comes más que suficiente.- Una sonrisa burlona acompaño estás palabras, Akela estaba de espaldas así que no la vió, de todas formas el oír solo aquello hizo mella en ella, la sonrisa solo la hubiera hecho sentir peor.
- El té ya está listo.- Ella hablo con una tímida sonrisa en su rostro, el Alpha solo estaba allí sentada, serio, frío, seco. Akela no quiso dilatar más aquello, acomodo la mesa, sirvió al Alpha y se quedó allí de pie, algo alejada
- Tú no vas a servirte?.
- Acabo de desayunar.- El Alpha se quedó allí viéndola serio, casi sin pestañear y Akela no tardó en entender que debía servirse una taza de té sin necesidad de que él diga nada, su sola mirada había dicho todo. Fue por una taza al pequeño mueble y se acomodo en la silla frente a él, cerca de la puerta. Por alguna extraña razón se sentia más segura sabiendo que podía llegar a escapar, como si aquello fuera posible. El Alpha olió la taza, hizo una mueca de asco, pero tomó del té, luego agarró una galleta de las que Akela había dejado en un lindo plato en el centro de la mesa. Todo parecía tranquilo, y Akela tomo de su té y luego quiso agarrar una galleta también.
- Vas a comer? Lo crees prudente?.- El Alpha dijo ésto serio y tomando su té como si nada. Akela depuso su actitud y alejo la mano del plato de galletas. Ella se sentía incómoda, algo mal. El Alpha no parada de olfatear el aire, como si hubiera un olor que le desagradara, Akela lo había notado hacer eso desde que se bajó del auto y estaba empezando a sentirse algo apenada por aquello.
- Qué es ése olor? Eres tú?.- El Alpha dijo ésto y miro en dirección a Akela.- Es.. es desagradable, qué acaso no te bañas?.- Él suspiro enojado y molesto, Akela aprovecho un momento en que él no la miraba y se olfateó a ella misma, pero no podía sentir ése feo olor que según él ella desprendía.
- Yo.. no me huelo nada.- Dijo ésto con suma vergüenza y apretando sus manos con nerviosismo por debajo de la mesa.
- Claro que no lo sentirás, estás acostumbrada a vivir con ésa pestilencia. Es como los cerdos, para ellos el chiquero no es tal, pero acercarte a uno y te darán arcadas... a todos, menos al cerdo.- Esa comparación hizo que Akela sintiera una vergüenza enorme, su cara estaba roja en su punto máximo, la habían comparado con un cerdo en olor y en su forma de vivir. Ella miraba a su alrededor con vergüenza, pero no veía nada malo, su casa estaba preciosa, decorada con flores, con lindas piedras, con guirnaldas de hojas secas, no entendía porque la casa le disgustaba tanto al Alpha.
- Me marchó, no puedo estar más aquí, es.. asqueroso.- El Alpha se levantó de su asiento y Akela hizo lo mismo, siempre con la mirada baja.
- Deberías dejar de comer tanto, ya suficiente con que eres fea, para que encima a eso le sumes kilos de más. Nadie te querrá jamás de esa forma... Acaso no te miras al espejo? Eres fea niña, hueles horrible, tu hedor me sofoca, y ahora le sumas engordar? Cualquier lobo te rechazará si eres su pareja destinada, porque estoy seguro que no eres la mía.- Luego de terminar de pisotear el autoestima de Akela, Kyle se subió a su auto y partió sin mirar atrás. Akela no levantó su cabeza para nada, las lágrimas habían empezado a caer silenciosas por sus ojos rumbo a sus mejillas y de allí caían libres al suelo, mojando apenas la tierra.
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Comments
Fanni Totua
ese alfa ya me cayó mal.
espero q ella al transformarse lo rechace
2024-07-07
2
Lismari
con uno así, mejor no tener a nadie
2024-05-22
0
Blacina Calvo Fernández
El Alpha Kyle es cruel al tratar tan mal a Akela, si tenemos en cuenta que ella solo es una niña.. Bendiciones autora.
2024-03-27
0