Akela estaba lavando algunas verduras que había sacado de su huerta. Hacía unos cuantos meses que ella se estaba valiendo por sí misma, no había ayuda ni señales de ella. Siendo precavida, ideó un plan para organizarse y racionar todo, de forma de no escasear los alimentos hasta que las nuevas semillas den sus frutos. Ella hacía un caldo de verduras, y aquello era su almuerzo y cena, un desayuno normal y lo que sí seguía preparando "en grande", era la merienda, la comida del día que más disfrutaba y la cuál era su preferida. Con el correr de los días, semanas y luego de solo dos meses, su alimentación se baso solo en almorzar, siempre verduras, el desayuno ya no podía ser posible, por las noches una fruta y una infusión y lo que aún seguía disfrutando, aunque algo más austero, era de sus amadas meriendas. Akela había empezado a preocuparse, las verduras que había sabido cosechar ya estaban acabándose y algunas se habían echado a perder. El invierno había resultado más crudo de lo que ella hubiera imaginado, por lo cual también estaba afectado a su huerto, que se echaba a perder producto de las precipitaciones y la escarcha abundante por las mañanas. Ya no tenía dinero en su poder, y luego de su última experiencia, regresar al pueblo no sería una opción para nada viable, solo le quedaba esperar un poco de suerte. Y como si el destino escuchará sus pensamientos, aquella mañana tocaron a su puerta, ella que estaba en la cocina lavando lo último que le quedaba de zanahorias para hacerse una sopa, se giro sorprendida. Nadie iba de visita, jamás. Pensó que quizás eran los hombres del consejo que irían a hablar de algo. Secó sus manos y raudamente se dirigió a la puerta para no hacer esperar a quien estuviera del otro lado. Tremenda fue su sorpresa cuando abrió y vió a aquel hombre allí. Ella lo reconoció, era el Beta del Alpha Kinnaman, no sabía su nombre, pero lo recordaba de la reunión del consejo. El hombre era alto, moreno, de cuerpo atlético, rostro amable, su pelo estaba muy corto, casi al raz, aunque se podía notar que si tuviera su cabello largo, tendría unos pequeños rizos bien definidos. Ambos se miraron en absoluta sorpresa. Akela no entendía que hacía aquel hombre allí, mientras Jay se sorprendió de ver lo delgada que estaba aquella niña, sin duda la había pasado mal éstos meses. Akela en ése entonces era una pequeña de doce años, menuda de cuerpo y delgada, y al estar durante meses alimentándose a base de verduras y frutas, y estar restringiendo las mismas el último mes, no hizo más que pasar factura en su pequeño cuerpo. Ella había bajado unos cuantos kilos, kilos que no le sobraban, y por el contrario, le daban un aspecto enfermo.
- Akela no?.- Jay preguntó ésto con una sonrisa amable. Él podía sentir mediante su olfato, que la chica estaba nerviosa, si él tomaba otra postura podría entrar en un cuadro de completo terror. Akela sólo pudo asentir, de pie aún en la puerta, tapando el paso de la misma.- Puedo?.- Jay le hizo seña de si podía ingresar a la casa, cuando ella se dió cuenta que siempre estuvo bloqueando la entrada, se sonrojo y solo se alejó para que aquel hombre pueda entrar.
- Akela quizás no me recuerdes, soy Jay Jarvis, el Beta del Alpha Kyle Kinnaman, me ha enviado para ver cómo estabas y si.. necesitas algo.
- Él lo envío?.- Akela preguntó entre sorprendida y desconcertada.
- Emmm digamos que.. algo así. De todas formas, como has estado?.
- Bien señor.
- Puedes decirme Jay, después de todo si la profecía resulta cierta, serás la Luna de mí Alpha.- Jay dijo ésto con una sonrisa, sin ninguna mala intención. Akela solo puso cara triste, una que no pudo disimular, pensar en aquello le sacaba las ganas de todo. Ésto no paso desapercibido para Jay, que luego de ver la reacción de la niña se dió cuenta de la situación.- Emm bien, cómo has estado? Qué es todo eso en tu jardín?. Si puedo preguntarte.- Mientras Jay buscaba conversación con Akela para entrar en confianza y que ella baje su guardia y deje de temerle, iba mirando minuciosamente la pequeña casa. Notó las zanahorias sobre la mesada, en una tabla, a mitad de ser cortadas. La olla sobre la cocina, la cuál ya tenía agua. Algunas frutas en una pequeña cesta, y bajo lo que era un improvisado mueble de mesada, había una caja, la cual contenía un poco de verdura separada en siete grupos.
- Qué.. qué hay en mí jardín señor?.
- Hay muchas ramas, como si fueran cercas.
- Ah eso.. solo es mí huerta.
- Tu huerta? La recordaba más pequeña.
- Lo era, pero.. tuve que sembrar más cosas.
- Te gusta sembrar?.
- Me gusta, pero.. lo hice porque..
- Por qué?.
- Nada señor.
- Akela, dime por favor.
- Lo hice para tener alimento.- Cuando Akela dijo ésto, Jay se sintió mal, él pensó que aquello era un pasatiempo para la niña. Pudo notar que no había revistas, televisión, una radio, absolutamente nada, creía que lo hacía para no aburrirse.
- El Alpha no te ha enviado para los gastos del mes?.- Akela sólo pudo bajar la vista al oír aquello y negó con su cabeza. Jay suspiro y entendió porque se encontraba tan delgada. Y ahí comprendió, que aquella verdura que había visto separada, estaba racionada para cada día. Le dió pena ver qué ni siquiera era mucha, era apenas una o dos verduras de cada cosa, zanahorias, remolacha, zapallo, papa, y no mucho más.- Akela sigues sin luz?.
- Si señor.
- Todos éstos meses has estado sin luz? Cómo... cómo has hecho..?.
- Fabrico mis propias velas, mis días terminan antes de que la oscuridad absorba el bosque, y empiezan con los primeros rayos de sol.- Jay dibujo una sonrisa entre triste y asombrado. Él no podía creer lo resolutiva que había sido aquella niña para sobrevivir todos esos meses. No solo se había organizado para dividir sus alimentos de manera que le alcance para todos los días, sino que también era ella misma quien se abastecía. Había agrandado su huerta, de una forma muy prolija y se podía notar lo excelente que estaba cuidada, y no solo eso, también había tenido la magnífica idea de preparar sus propias velas. Aquello le pareció digno de reconocer y felicitar, pero a la vez, le dió tristeza y hasta un poco de vergüenza el desamparo en el que había quedado aquella niña. Si ella realmente era la futura Luna de la manada, el trato que le estaba dando su Alpha, no era más que una vergüenza absoluta. Él se quedó pensando y sin decir nada, salió del lugar. Akela se quedó allí sin entender que había pasado. El Beta simplemente se había marchado sin decir nada. Ella pudo ver como el hombre subía a su auto y se alejaba de allí entre los árboles, por el camino de tierra.
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Updated 154 Episodes
Comments
Cristina Beyeh
Es una de mis novelas favoritas es tan bella
2024-10-07
0
Josefina Ramirez
Aurora como e llorado con el trato que ella a recibido porqué ni los viejillos regresaron 😥😥😥
2024-07-11
1
anthu oba
que tristeza 😭 😔😢
2023-12-28
2