Al día siguiente me desperté y realice mí rutina de todos los días, me bañe y luego de acomodar un poco la casa, aprovechando la luz del día, me dirigí a la cocina a preparar algo para desayunar. Por lo que había quedado ayer, hoy enviarían a alguien a ver el tema de la luz, creí que lo mejor era estar lista desde temprano para no hacer esperar a la persona que enviaran. El día transcurrió normal, me dedique a arreglar mí jardín, mis rosas, flores y mi huerta. Llego el almuerzo, luego la tarde y con ella la merienda y pasada ésta algo me dijo que nadie vendría a arreglar la luz de mi casa. Quise creer que quizás era muy pronto, que estarían ocupados, que probablemente mañana y así transcurrieron cinco días y nadie vino de parte del Alpha Kinnaman por el arreglo de la luz. Los hombres del consejo tampoco regresaron. Los días seguían pasando y la luz de las velas era lo único que alumbraba mis noches. Luego de dos semanas me dí cuenta que nadie iría, hasta lo último quise abrigar una pequeña esperanza, pero ya no podía mentirme a mí misma, aquello que el Alpha dijo fue una vil mentira hacía el consejo. Lo que solo me hizo pensar que sucedería ahora con mis gastos mensuales. Yo no tenía trabajo, ni dinero, lo único que me mantenía mes a mes, era la pequeña suma que él consejo me enviaba para mis gastos, aquello si me generó algo de miedo, que sería de mí si ése Alpha despiadado no cumplía con ninguna de sus promesas? No podía creer haber sido tan ilusa de pensar que si lo haría. Cómo podía conservar algo de inocencia aún con lo que había vivido? El mes llego a su fin, seguía sin luz y se suponía que a partir de ahí en adelante, quien se encargaría de mis gastos mensuales no era otro que el Alpha Kyle Kinnaman, tal como pensaba aquel dinero jamás llegó. Tenía un pequeño ahorro que me había sabido generar producto de aprender a administrarme, tenía las verduras de mi huerta que por suerte había cosechado y gracias a mis buenos cuidados, seguía dando frutos. En éstos momentos me alegraba que la manada a la que pertenecí fuera tan buena en enseñarnos a valernos por nosotros mismos. Siempre se nos había tratado de campesinos, simples lobos granjeros, pobres, porque dedicabamos mucho tiempo al trabajo en nuestras tierras, a nuestro ganado. Lo hacíamos nosotros mismos, sin maquinaria y sin contratar mano obrera, cada familia lo hacía y enseñaba a sus cachorros. El Beta de mi padre lo había hecho conmigo, incluso lo enseñaban en la escuela junto con el entrenamiento de lobos, eran dos partes fundamentales de nuestra educación, algo que en la actualidad en la que me encontraba, agradecía enteramente.
El mes dónde todo empezaba a correr por cuenta del Alpha Kinnaman llego a su fin, la luz no había sido arreglada, y el dinero mensual tampoco llego. Así empezó otro mes, en el cual decidí que lo mejor era invertir lo que me quedaba en velas y cera, para fabricarlas yo misma, y en semillas, ya que al parecer dependería bastante de mí huerta. Así me arme de valor y me dirigí al pueblo más cercano. Me arme de una capucha, no creía que reconocieran mi rostro, pero tampoco quería aventurarme. Una vez allí compré, bajo algunas miradas indiscretas que no me reconocían como miembro de aquella manada, velas, cera, semillas y con una gran suma que me quedo, guardando un poco por caso de emergencia, una máquina de coser en una casa de segunda mano. Supuse que si no habría para alimentos, mucho menos para ropa. Cargada con más de lo que podría llevar, emprendí el regreso hacia mi hogar, llegué casi de noche y cansada. Encendí una vela solo para tomar un baño rápido y alumbrar el mismo, y luego me acosté. Había decidido que mis días culminarian lo más temprano posible, de forma de gastar lo menos posible de las velas que tenía. Al día siguiente emprendí el trabajo en mi huerta, trabaje casi toda la tierra que bordeaba mi casa, toda ella había sido sembrada con alguna semilla. No sabía cuando volvería a ver algo de dinero, no podía perder tiempo, las semillas no crecerían de un día para otro. Mientras tanto seguí como me había organizado, cenaba antes de que el sol se ponga, y me acostaba cuando apenas la luna ya estaba saliendo. Mí día empezaba con el amanecer y así. Las clases que había empezado por orden del consejo, para mi vida en manada, obviamente se habían terminado. Solo pude tomar una, la cual consistió prácticamente en darme un libro antiguo, sus hojas estaban tan amarillas que apenas y se podían leer los textos. La mujer que me había dado dicha "clase", tendría unos cuarenta años, apenas y me dirigió la palabra y no hizo más que verme con desden todo lo que duro la hora. Supongo que ella no quería estar allí, y había sido obligada por el consejo a asistir a mi hogar, lo único bueno es que no regresó. Los meses fueron pasando, llegó el invierno y con él, el frío intenso. De la misma forma que el bosque era una compañía hermosa en verano por la sombra que generaba para aliviar el calor, en invierno era un enemigo que me generaba frío y problemas en mi huerta por la caída de árboles, ramas y hojas. Con lo último que me quedaba de dinero, me dispuse a ir al pueblo nuevamente a comprar alguna tela, la más barata, para confeccionar algo de ropa. Al llegar a la casa de telas y acercarme al mostrador a preguntar por lo más accesible para comprar, el hombre detrás de él, me miró algo sorprendido.
- Lo siento, no tengo nada por ése precio.
- Aún no le he dicho con cuánto dinero cuento.
- Emm si pero.. de todas formas.. somos una tienda de élite y no tenemos nada barato.- Mí cara estaba desconcertada, no era una tienda de élite, era una tienda de telas normal en un pequeño pueblo perdido en el bosque, algo pasaba.
- Pero.. he pasado por aquí, no hace mucho y ví que sus precios no eran tan caros y..
- Ya es suficiente, no te venderemos nada, por favor marchate de aquí. Antes que te haga sacar con los lobos que patrullan .- Me asusté ante su voz elevada y salí del lugar. Emprendí el camino y cuando ví que estaba alejada de la tienda, recién ahí, camine tranquila. Decidí que ya que no podía comprar telas, puesto que era la única tienda, me haría con algo de carne, hacía meses mí alimentación solo era a base de verduras. Entre a la carnicería y algo similar me sucedió, la mala cara de todos allí. En este caso me ignoraron, hasta que tome valor de preguntar si podían atenderme. Un hombre salió detrás del mostrador, era alto y corpulento, me tomó fuerte del brazo y me llevo casi en el aire hasta la vereda donde me lanzó.
- Lárgate de aquí! No queremos problemas! Y si sabes lo que te conviene, no vuelvas a éste pueblo.- Él me dijo todo ésto mientras me señalaba con el dedo, al entrar el hombre nuevamente al local, pude observar que varias lobos que pasaban estaban observando aquello. Todos ellos me miraban, algunos con odio y otros con preocupación, las mujeres tomaban a sus cachorros de la mano y se alejaban de allí como si tuviera alguna especie de peste contagiosa. No dude en levantarme y salir corriendo del lugar, emprendiendo mí huida nuevamente por el bosque hacia mi hogar.
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Comments
AMAZONAS44
quien te daño tanto sutor🥺
2023-09-29
5
Ana Beatriz Castañeda
oero que extremista por Dioooss
2023-09-28
0
Alias Mendez
Q animal
2023-09-19
0