Jamás lo olvidaré, al día siguiente de aquella tremenda y casi terrorífica tormenta, el sol salió y se posó alto en el cielo, como si nada hubiese pasado por la noche. Los grandes charcos de agua, el barro y algún que otro árbol caído, eran la prueba viviente de que aquella tormenta si existió. Estaba en mi pequeña casa, lavando algo de ropa, no tenía demasiada y el comprar prendas de vestir no era un lujo que podía darme muy a menudo, por lo cual solía lavar lo poco que tenía bastante seguido. Pasaba mucho tiempo en una pequeña huerta que tenía, por lo cual solía ensuciarme con facilidad. Al sentir el golpe en la puerta, solo supuse que podía ser la gente del consejo, ya que nadie venía por los terrenos donde se encontraba mi vivienda. Al dirigirme a la puerta, estaba en lo cierto, casi todo el consejo estaba allí afuera de pie, digo casi todos porque solo faltaban dos hombres. El consejo está compuesto por siete hombres, a quienes se los consideraba sabios, tres de ellos están muy entrados en edad, no solo son sabios, sino que también ancianos, lo que les da más estatus, ya que poseen más conocimiento. Ellos me saludaron de forma amable, y pidieron permiso para entrar, el cuál concedí. El trabajo del consejo es intentar mantener el equilibrio entre las manadas, aveces funciona, aveces no. Hasta el momento el único que les había puesto las cosas un poco difíciles era el Alpha Kyle Kinnaman. El poderío del que hacía ostentación, producto de sus muchas batallas ganadas, y de todas las guerras que declaró y en las cuales resultó el vencedor, lo hacían una figurita difícil. Los hombres del consejo gozaban de inmunidad, por así decir, de todas formas nada les aseguraba que aquel Alpha despiadado se regiría por las leyes y no atentaria contra ellos. Que el consejo deje de existir sería el principio del caos. Sobre todo por aquellos Alphas que sedientos de poder, empezarían una batalla tras otra contra las manadas más pequeñas o débiles.
- Akela, buenas tardes.
- Buenas tardes señor.- Quien me saludaba era Ryan Corr, uno de los miembros menos longevos del consejo.
- Te preguntarás porque estamos aquí.
- Mmmm paso algo?.
- Podría decirse que si. Verás Akela, un oráculo, predijo en la noche pasada, con luna llena y mientras el cielo parecía querer caer en señal de algo, quién es tu pareja destinada por la Diosa Luna.- Al oír aquellas palabras mis ojos se abrieron al igual que mi boca, dejando escapar un suspiro de sorpresa. No podía creer aquello, mi mate? mi pareja destinada? Algo dentro mío se removió, sentí felicidad. Toda mi vida había estado en soledad, incluso cuando vivía en la manada de mi padre. Él no se podía relacionar conmigo, pasaba largas horas jugando sola, con la niñera o con los niños de la manada. Pero no tuve la presencia paterna, y la presencia de mi madre me había sido negada por el fatal destino. Veía a las demás familias, llenas de cachorros. Solía jugar con un niño en particular, era el segundo de cinco hermanos y sus padres se amaban tal como su lazo lo pedía, eran una familia hermosa y feliz, y yo... solo tenía a la niñera, las mucamas y al beta de mi padre, que de vez en cuando era quien hacía presencia en mis actividades escolares. Solía contarme como mis padres se amaban, que el fruto de su encuentro y su amor solo trajo prosperidad para nuestra pequeña manada. La luna es una parte muy importante para ella, porque es la parte fundamental del Alpha, y con ella a su lado, toma las decisiones más sabias para toda la gente de su manada. Es quien lo guía, quien lo calma, quien tranquiliza su lado salvaje y llena de calidez su lado humano. Todos dicen que de no haber sido predestinados por la Diosa Luna, de todas formas estarían juntos, porque el amor que se tenían y prodigaban iba más allá de todo lazo. Amaba oír sobre la historia de amor de mis padres, sobre como ella lo amaba, pero como él tenía casi una adoración divida por mi madre. Era chica aún para entender porque a pesar de todo ese amor y de ser lo que le quedó de ella, no podía acercarse a mí. Estoy segura que él arrastró hasta el día de su muerte, aquel dolor desgarrador por su perdida.
Por todo ésto, cuando me dijeron aquello, a pesar de contar con solo doce años, sentí felicidad, una felicidad inmensa. Añoraba tener compañía, compartir con alguien, dejar aquella soledad que me acompañaba todos los días en mi pequeña casa. Quizás podríamos irnos, ir a otra manada, pedir que nos cobijen, que nos acepten, tener allí una pequeña casa y con el tiempo cachorros. Quería una familia, lo añoraba. Tantos años en soledad solo me habían hecho pensar con aquel momento, el momento en que pudiera buscar a mi mate, encontrarlo y ser feliz. Sentirme amada y no estar nunca más sola. Tener un compañero, pensar en eso se sentía tan bien, creo que incluso dibuje una sonrisa en mi rostro solo de pensar en ello. Había oído historias de lobos que encontraban su mate al instante luego de su transformación y también por el contrario, historias de lobos que pasaban siglos sin dar con su mate. Me daba miedo ser de las últimas, me dió una alegría inmensa saber que aquello nos reía así, que aún no me había transformado y ya sabría quien era mi compañero.
- Queríamos venir a decirte ésto personalmente. Se supone que debes esperar a partir de los dieciocho años para dar con tu mate, pero dadas las circunstancias, quizás es mejor que lo sepan con tiempo, para que puedan ir creando un vínculo.
- "Dadas las circunstancias"?!.- Oír aquellas palabras de parte del señor Corr se me hizo raro, no sabía a qué se refería.
- Si Akela, tu mate es el Alpha Kyle Kinnaman.
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Comments
Blacina Calvo Fernández
Autora sus historias son diferentes e interesantes. Mil bendiciones 🙏🙏🙏🙏
2024-03-26
2
AMAZONAS44
😱😱😱 asuuuuu
2023-09-29
1
Yue Gin
perdón, que fue lo que escuché?
2023-09-18
0