Boda Negra

Llegó el día que Juliano tanto temía. El día en que el amor de su vida debía elegir entre él y una estúpida promesa paternal. No tenía mucha esperanzas de ser elegido. Solo se consolaba con que, tal vez, en su vientre estuviera creciendo el último recuerdo de Victorio. Estaba siendo una reina del drama, lo sabía y no le importaba. Hacer una pequeña tragedia de vez en cuando no está tan mal.

Mientras se colocaba el maldito traje y esperaba que Álvaro lo pasase a buscar ( no quería entrar al salón solo por medio a llorar) miró al techo con fastidio. En su pueblo natal siempre soño con un gran amor, con un alfa que lo abrazara y le hiciera sentir mil cosas. Ahora que conocía ese Alfa, este se casaba con otra Omega. Se le escapaba la ironía.

—¡quizas mí destino es morir solo!- se dijo recorriendo la habitación como León enjaulado. Le embargo una duda- ¿debo ir a la boda?- se preguntó. La respuesta era clara, si. El concubino del alfa debía ser una de las damas de honor de la novia según la tradición. Era algo estupido pero sabía lo mucho que Victorio adoraba las tradiciones. Lo haré pro él, pensó. Luego descartó el pensamiento por sé muy masoquista. La idea de dar parte de enfermo tomó impulso. Mientras planeaba que enfermedad autodiagnósticarse entró Maledón risueño. La actitud del brujo lo desconcertó.

— hermoso día para una boda ¿no? -dijo en modo de saludo Álvaro- ¡toda una película va a ser esta boda! ¡la mayoría de los alfa están presentes!.

— no le veo el motivo para festejar- dijo triste el Omega- pierdo a la persona que amo.

— ¡no seas negativo!- lo retó el brujo- ¡quizás va a cancelar la boda o la va a dejar plantada en el altar por ti!. Y si no hace eso tienes que estar feliz por sacarte una mierda de persona de encima. ¿ves? ¡en todos los escenarios sales ganando!.

— tu positivismo es aterrador- rió Juliano.

— lo sé, pero una cosa es segura en la vida... si no lucha por ti ni te gastes en amarlo, no aprecia lo que pierde. No hay nada peor que aferrarse a una persona que no ve lo que realmente vales. Es un acto de cobardía y traición con uno mismo. Solo tú puedes hacerte valer.

— ¡creo que se no hace tarde!- dijo desganado Juliano- al menos habrá torta... ¿no lo hechizaste para que salgan ratas, verdad?.

— no, no voy a arruinar la boda... creo que se arruinara sola- rió Maledón con malicia- después de todo la novia es muy caprichosa para que todo salga bien.

Entraron al salón donde se realizará la boda. Todo estaba magníficamente planeado, del techo abovedado colgaban inmenso candelabros de cristal blanco y dorado, unidos entre sí por finas cintas blancas cubiertas de flores. El salón estaba dividido en dos por un largo pasillo al medio; en el una alfombra rosa de terciopelo se dirigía a un altar de mármol con el escudo de oro con las figuras de los novios tallados. Los asientos se repartirán en filas de cada lado del pasillo. Todos eran blancos y estaban adornados con pétalos de rosas. Los ventanales al lado derecho de la habitación habían sido reemplazados por vitrales que contaban la historia de amor de ambos enamorado. Todo estaba preparando hasta el último detalle. Todo era magnífico y caprichoso a la vez. Sin duda Camila lo había logrado, tendría la boda del siglo.

Juliano se colocó al lado del altar, dónde estaban las otras damas de honor. Se sentía en una especie de sueño pesadilla por lo bonito que estaba solo y lo que significaba. Secó sus manos sudadas y esperó a que todos llenarán sus asientos.

Victorio fue el último en entrar. Llevaba un esmoquin que lo hacía ver más deseable que la noche anterior. Imágenes de lo sucedido hace un par de horas atrás sonrojaron a Juliano. Victorio se posicionó al medio del altar con una inmensa sonrisa. Lo ignoro olímpicamente y las últimas esperanzas de Juliano se desvanecieron en el aire. Oyó la risa de Maledón desde la multitud. El mago sabía algo y estaba seguro que las cosas terminaría mal. Ojalá no lo culparan a él por el desastre que Maledón tendría planeado.

Se oyó un ruido de trompetas y las puertas se abrieron. Camila caminó hacía el altar flamante, con un vestido blanco con tiras rosas espectacular. Parecía una princesa de verdad. Caminaba sonriente del brazo de su padre hasta que cruzaron miradas. La Omega dió un paso atrás sorprendida. Luego se recompuso un poco y siguió el camino. Los murmullos no se hicieron esperar. Camila fingía seguridad pero le salía terriblemente mal.

El juez de la boda tomó la palabra mientras Camila se colocaba torpemente al lado de Victorio.

— Manadas de la Manada libre y unida del sur, estamos aquí para honrar al amor y el compromiso que estos dos lobos se tienen. Cómo lo es la luna con nosotros.

Antes de comenzar quiero hablar sobre el lado de un Omega con su Alfa. El lazo que hoy estás dos bellas personas compartirán es todo. Es el tirón de la luna sobre nosotros. Es el fin de dos personas y el inicio de una nueva- mientras el juez hablaba Victorio no paraba de pensar en Juliano. Se lo imagino en un segundo en el lugar de Camila y eso lo llenó de felicidad. Sin embargo la realidad rompió rápidamente sus fantasías- ¿se encuentra bien alfa?- preguntó el juez.

— perfectamente, por favor continúe- se recompuso de mala gana el alfa. El juez le dió la palabra a Camila.

— ¡hoy es el día más feliz de mí vida!- habló emocionada, Sin dejar de mirar de reojo a Juliano- desde aquel verano que conocí a Victorio supe que sería su esposa y mí deber siempre sería servirle y darle herederos- dió un fuerte suspiro que originó muchos murmullos. Algo no andaba bien con Camila. En vez de emocionada sonaba furiosa- ¡y hubiera podido darle herederos y ser la única Omega de Victorio si este pobre campesino hubiese muerto anoche!- gritó de repente señalando a Juliano- ¿cuántas veces tengo que matarte?- preguntó fuera de sí- culpa de ese maldito brujo mis magos no pudieron acabar con tu maldita existencia- todo el mundo quedó en silencio, sorprendidos por la revelación. Camila soltó una carcajada demente- anoche entré a tu habitación y te di seis puñaladas, ¡seis!, con un cuchillo de plata... ¡y estas aquí más vivo que yo!. ¿por qué no puedo matar a un simple campesino?. ¿Tan estúpida soy?.

Por unos minutos nadie dijo nada, solo se dedicaron a mirar la escena con horror. Camila, la futura esposa del alfa de alfas había confesado intentar asesinar a la única forma de dar paz a las manadas. En su propia boda a demás. El escándalo era inevitable.

— ¿qué tú has hecho qué?- gruñó con los puños apretados Victorio. Sus ojos ardían de furia. La mujer en que mas confiaba, la amiga de su infancia, ¡había confesado intentar matar al amor de su vida!. No saldría de esta bien parada.

— ¡oh, vamos!- se quejó la chica- lo amas a él... él se interponía en nuestra relación... ¿qué esperabas que hiciera?, ¿que lo dejará vivir siendo se te daría el hijo mágico que enviará una guerra o lo que sea?... jajaja... Me criaron para darte hijos Victorio... no iba a permitir que un sucio campesino me quitara el trabajo para el cual me preparé toda mí vida. Me importa un rábano la manada, yo solo quería ser su reina.

— ¡quién te ayudo!- exigió el alfa- tú sola no planteaste todo esto... tenías ayuda.

—¡por supuesto!- reconoció la chica entre risas- como veo que arruine mí boda, voy a destruir los planes de mí socio- soltó una risa más fuerte- mí secuaz es...- la Luz se cortó y todo quedó a oscuras. Se oyó un gritó y luego la luz volvió. Camila yacía en la alfombra rosa con el cuello abierto. Sus ojos miraban sin ver. Estaba muerta. Alguien le había degollado el cuello con sus garras.

Juliano ahogo un grito y cayó hacia atrás. Victorio lo sostuvo a tiempo.

—¡está muerta!- jadeó el Omega en los brazos del alfa mientras miraba la sangre manchar la alfombra y formar un charco- ¡está muerta!- susurró mientras se estremecía por la sonrisa que llevaba el rostro de Camila. Un mueca psicópata que la acompañaba en su muerte.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***