Capítulo 13

Leila no sabía que decir, las palabras de Rafael la dejaron

perpleja, si aquel hombre poseía aquel medallón se debía a que Eduardo se lo

había dado, lo cual significaba que él sabia sobre el que ella tenía, y busco

la manera de poder seguirla en caso de que ella lo usara, lo cual la llevaba a

otra inquietud, como era posible que Eduardo consiguiera un artefacto mágico,

hasta donde ella sabía estos eran muy escasos en su mundo, solo unas pocas

personas tienen acceso a estos, pero si Eduardo pudo conseguir uno, talvez haya

podido conseguir más y si sus sospechas eran correctas eso significaba que no podrían

hacer mucho contra él.

- ¿Qué te pasa? ¿te sientes mal? – le pregunto

Rafael a  Leila, al ver que esta parecía a

punto de llorar

- Yo… - Leila no sabía que contestarle, en cuestión

de minutos sus posibilidades de mostrar su inocencia se habían visto reducidas drásticamente

- ¿Leila? – volvió a insistir Rafael

- No sé cómo me siento\, parece ser que mi hermano

estaba más que preparado para quitarme del camino, ¿y si uso magia para

inculparme?, si es así, jamás podría probar mi inocencia, mi pueblo caería en

las manos de un hombre que mató a su madre con tal de conseguir poder – Leila

hablo muy rápido, al acabar parecía derrotada, como si ya no tuviera fuerzas

- Tienes razón, no hay manera de que tú puedas

probar tu inocencia, si es que usaron magia para inculparte y más aún si es que

usaron magia para matar a la Reina – le dijo Miguel

- Miguel no estas ayudando – le dijo Rafael

- Pero si un mago puede ver el lugar de los hechos

puede encontrar los rastros de la magia y saber qué es lo que realmente paso –

les dijo Miguel retomando la palabra

- Usted ¿me ayudaría? – le pregunto temblorosa Leila

-  No querida no tengo la suficiente magia y

lamentablemente tampoco el conocimiento que se necesita para hacer algo así

La poca esperanza que había resurgido en el corazón de Leila

quedo destrozada al oír las palabras de Miguel

- Y ¿Erick? – pregunto Rafael

- El si tiene la magia\, pero no el conocimiento – le contesto Miguel

-  Entonces solo debemos averiguar dónde conseguir

el conocimiento – dijo Rafael

-  Hijo,  creo que necesitas reunir a todos y ponerlos a corriente de la

situación, antes de tomar una decisión – le dijo Miguel

- Tienes razón, mañana nos reuniremos a discutir

todo esto, por ahora debemos descansar – dijo Rafael

- Yo la llevo a una de las habitaciones para que

pueda instalarse – le dijo Miguel a Rafael y luego le hizo una seña a Leila

para que lo siguiera

En el año que había compartido con los chicos había aprendido

a quererlos como si fueran sus hijos, y de igual manera había hecho todo los

posible por conocerlos y entenderlos, y a pesar de no estar del todo seguro,

creía que a Rafael le interesaba la princesa, más de lo que él podría admitir,

voltio a ver a la joven que los estaba siguiendo y vio a una mujer hermosa, no

solo por fuera, sino también por dentro, parecía una buena chica, solo el

tiempo diría si tenía la razón.

Miguel dejo a Leila en una habitación muy bonita, tenía un

montón de cosas que no entendía, el hombre amablemente le enseño como usar la ducha

para que pudiera tomar un baño y también le dio ropa para que se pudiera

cambiar, una vez que estaba totalmente instalada Miguel se fue dejándola sola

con sus pensamientos.

Leila estaba hecha un lio, tenía mil pensamientos en la

cabeza, estaba preocupada por Valerio, ya que no había podido verlo, estaba

preocupada por su Reino que ahora estaba en manos de su hermano, ya que dudaba

que su padre hiciera algo contra él, y los que más la desconcertaba era que no

podía sacarse de la cabeza a Rafael, en su vida ningún hombre había ocupado sus

pensamientos, y vaya que varios lo intentaron, pero ninguno lo logro y Rafael

sin siquiera intentarlo lo había conseguido , la verdad es que no sabía qué

hacer con respecto a Rafael y los sentimientos que empezaba a despertar en

ella, lo mejor sería concentrase en las cosas que realmente importaban, a pesar

de no confiar de todo en Erick, tenía que hacer que este aceptara ayudarla, esa

debía ser su única prioridad.

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