Capítulo 4

Mientras tanto Eduardo estaba reunido con Tomas y Marta

-Tenemos que evitar esa coronación, esta ni

siquiera debe ser anunciada – dijo Eduardo

Marta camino hacia él y se sentó en su regazo para luego besarlo de manera obscena.

- Estoy de acuerdo, tenemos que adelantar el plan,

este debe realizarse antes de la siguiente junta del consejo – dijo Tomas

Eduardo se separó de Marta y miro a su amigo

- Tienes razón\, esos imbé***** seguramente no

dejaran pasar el tema con tanta facilidad la próxima vez.

- Entonces ¿Cuándo lo realizaremos? – pregunto Marta

- ¿Qué tan rápido puedes conseguir lo que necesito? – le pregunto en cambio Eduardo

- Cuando tú lo quieras – le contesto la chica

Posteriormente los tres se rieron, y comenzaron a trazar el plan.

De los aliados que Eduardo tenía en el consejo solo Laura había conseguido su puesto de manera

limpia, su madre y padre habían muerto en un accidente cuando ella era una

niña, fue su tía quien se hizo cargo de todo hasta que la niña tuviera edad suficiente

para tomar su puesto, la Tía de Laura aun manejaba el ducado ya que la joven creció

siendo una malcriada, pero esta no podía formar parte del consejo, era por eso

que asistía Laura, la joven era realmente muy crédula y altanera, así que nunca

dudaba de las falsas promesas de Eduardo y lo ayudaba en lo que podía

Marta y Tomas, eran otro caso, ambos habían matado a sus padres cuando apenas tenía 18 y 16

años respectivamente, asiéndose así del título, con ayuda de Eduardo estos

comenzaron con negocios turbulentos\, sobre todo de prostit*****\, y tráfico de

esclavos, etc…, Eduardo los cubría ante el rey, evitando así que se supiera de

estos negocios, también traficaban con todo tipo de armas y artefactos raros,

lo cual sería muy útil para lo que tenían planeado.

Pasaron los días, y se acercaba la siguiente junta del consejo, estas solían realizarse

cada tres semanas, por lo cual Eduardo y sus cómplices debieron actuar rápido, lo

primero que debían hacer era provocar un enfrentamiento entre la Reina Griselda

y Leila, de esa manera seria creíble que la chica matara a la reina, esto fue relativamente

fácil, Eduardo sabia como hacer que la ira de su madre se volcara en la chica

con tan solo unas pocas palabras, así que esa mañana fue a verla.

La Reina se encontraba en su habitación, arreglándose cuando Eduardo entro a sus aposentos.

- Hijo\, cariño\, ¿a qué debo tu visita? – dijo Griselda\, haciéndoles una seña a sus sirvientas para que estas salieran de su habitación

- Solo quería verte – dijo Eduardo consiente que

todavía las sirvientas podían oírlos, ambos hablaron de temas poco importantes

por algunos minutos, cuando estuvieron seguros de que nadie los oía, Eduardo

puso en marcha su plan.

- La razón por la que viene a verte, es para poder

hablar contigo, de esto no puedo hablar con nadie mas

-  ¿Qué fue lo que te hizo esa bastarda? – dijo automáticamente

Griselda, la respuesta de su madre hizo feliz a Eduardo

- Esto será más

fácil de lo que pensé – pensó el chico con malicia

-  Estaba en la biblioteca, investigando cosas de cómo

manejar el reino y esa maldita pu**, se me acerco y me dijo que dejara de

investigar sobre ese tema, ya que nunca me será de utilidad, se burló de que

nunca seré más que ella, pero lo peor, fue que me amenazo, no solo a mi sino

también a ti madre, dijo que cuando fuera reina nos desterraría del reino – le

conto Eduardo a su madre, la historia era total y absolutamente una mentira, ya

que Leila prefería evitarlo a toda costa.

-  Esa maldita – dijo Griselda muy enojada – como

se atreve a amenazarnos, hasta ahora he sido amable con ella, pero eso se acabó.

La reina salió muy enojada de su cuarto, en busca de la Princesa, mientras que en la

habitación de la Reina Eduardo sonreía, todo estaba saliendo conforme al plan.

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