Terror en el Restaurante

Violeta acababa de inagurar su pequeño Restaurante, era la primera vez que tenía un negocio propio y la hacía mucha ilusión poder sacarlo adelante, aunque los comienzos siempre eran difíciles, ella era optimista y pensaba que con esfuerzo y dedicación lograría todo lo que se propusiera. El día de la inauguración fue todo un éxito y ya estaba pensando en contratar más personal, camareros, cocineros..

porque llevar el negocio ella sola era del todo imposible, aunque de momento tenía la ayuda de su familia.

En la calle un hombre estaba parado frente al Restaurante y decidió entrar.

Buenos días, saludo a Violeta, he visto el letrero en la puerta solicitando camareros, yo venía por el trabajo, aquí tiene mi currículum.

Ella recogió el sobre que le dio y le dijo: ok, si resulta seleccionado, me pondré en contacto con usted.

Gracias respondió él y se marchó. A Violeta le dio la impresión de que había algo malicioso en aquél hombre...pero rechazó la idea de inmediato, total no lo conocía de nada. Se presentaron varios candidatos para el puesto de camarero pero el último en llegar fue el que mejor currículum tenía y no estaba segura de poder contratar mucho personal, así que de momento sólo habría dos elegidos y si el negocio marchaba bien ya tendría tiempo de escoger a más, llamó a los candidatos y les ofreció el trabajo diciéndoles que en un principio el sueldo no sería mucho, consintieron y al día siguiente empezarían a trabajar. La jornada se presentaba dura para los dos empleados ya que el restaurante ese día andaba repleto de gente, uno de ellos se emocionó viendo tanta carne fresca....y en un descuido se le pusieron los ojos de color morado, su compañero lo vio e informó a Violeta de que ese hombre no le parecía normal, que había algo extraño en él, pero ella no le dio mucha importancia, de todas formas hablaría con él. Anton que así se llamaba aquel hombre habló con Violeta y le dijo que no había de que preocuparse, lo del color de ojos era por unas lentillas nuevas que había comprado, Violeta se quedó conforme con la explicación pero Anton pensaba encargarse personalmente de que su compañero el chivato no volviese a inmiscuirse en sus asuntos.

Cuando salieron a la calle terminada su jornada laboral, Anton agarró a su compañero y se lo llevó a un callejón donde no había gente transitando para ajustar cuentas, ¿qué haces? replicó, te creés que puedes chivarte de mí a la Dueña? respondió Anton y le dio un golpe seco que le dejó inmovilizado en el acto. Recobró el conocimiento poco después y Anton estaba allí mirándole fijamente, ¡¡como vuelvas a chivarte te mato!! le dijo.

A la mañana siguiente el agredido presentó su dimisión a Violeta sin dar ninguna explicación. Anton fue a trabajar como cada mañana al Restaurante, y al ver que su compañero no aparecía por allí, le produjo un gran alivio. Le ponían nervioso los seres humanos pero se veía en la obligación de tratar con ellos hasta que llegara el día final en que los perdería de vista, aguanta un poco más, se dijo, ya queda poco...había elegido un Restaurante porque necesitaba comer y ya se sentía hambriento de carne humana, pero debía esperar al día de la Consagración, para venerar a la Deidad, ofreciéndole el banquete para la Ceremonia, ese día sería significativo para Anton.

El Restaurante estaba tan lleno de gente que no daban abasto, fue una locura, Anton suspiró porque había llegado el ansiado día, y después desaparecería para siempre de éste planeta.

Empezaba la clientela a saborear sus platos, cuando Anton se estaba pasando la lengua por sus labios relamiendose de gusto, la Deidad no tardaría en presentarse y comenzaría el ritual.

Violeta observó a Anton que estaba parado sin moverse, qué haces? Le dijo, tenemos mucho trabajo, ¡muévete!, pero Anton no se movió y le enseñó a Violeta sus terribles ojos morados, su cara y su cuerpo se fueron transformando en una especie de sombra que dejó a Violeta muerta de miedo. La Deidad apareció, era un ser deforme y repulsivo y Anton se postro a sus pies haciendole una reverencia y al fin el rito se inició. Los clientes asustados no sabían qué hacer, sólo podían gritar de pánico, aunque de nada les sirvió...

Anton empezó uno por uno a desmembrar a la Clientela, Violeta intentó escapar sin éxito, pues

las puertas del Restaurante habían sido selladas por Anton y no había posibilidad de escape.

Terminado el Ritual, los restos humanos esparcidos en el lugar fueron entregados a la Deidad quién compartió con Anton el tremendo banquete y saciaron

su hambre.

FIN

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