Estacionó el auto en seco mientras las otras camionetas nos arrebazaban, para pasar al hombre que corría, de manera que quedó acorralado por los cuatro flancos, como si estuviera enjaulado.
-Quédate aquí -me dice Bentley mientras baja de la camioneta sacando su arma
Veo al hombre, es joven de unos 25 años, es muy delgado y no deja de temblar y llorar.
Bentley le dice algo y el hombre niega con la cabeza, así que le dispara en un pie y el hombre se revuelca de dolor después de liberar un grito desgarrador.
Bentley vuelve a preguntarle algo, pero vuelve a negar con la cabeza.
Uno de los hombres de Bentley se acerca para darle una patada en el rostro rompiéndole la nariz.
Salgo de la camioneta y empiezo a caminar al sentido contrario a donde están golpeando a ese hombre.
Me abrazo a mi misma porque de pronto el aire que me está rodeando lo siento más frío de lo normal, además el hecho de ver como torturan a ese hombre me trae de recuerdo todas esas veces donde mi familia me obligaba a ver las torturas, las veces que mi mamá me obligó a hacerlo, las veces que vi hiriendo a las personas a mis hermanos, como mi papá jugaba con las mentes de los prisioneros para que ellos suplicaran porque los mataran, pero mi papá alargaba su agonía, desesperación por días o incluso meses.
Escucho tres disparos, pero sigo sin detenerme, quiero alejarme de todos los recuerdos, me hacen daño, pero nadie lo entiende porque todo está en mi cabeza.
Escucho que están corriendo detrás de mí, poco después unos brazos tomándome con fuerza y girándome con algo de brusquedad.
-¿A dónde vas? -me dice Bentley con el entrecejo fruncido
-A la casa -susurro apenas audible y con la mirada perdida
-¿Te sientes bien?
Niego con la cabeza y me zafo de su agarre.
-Le has torturado -le reprocho -¿Para qué pides mi maldita opinión se te va a dar igual?
-¿Estás molesta por que no hice lo que querías?
-No, no estoy molesta porque tomes tus propias decisiones, simplemente me habría gustado que me advirtieras de lo que ibas a hacer
-¿Por qué tendría que hacerlo?
Las lágrimas se acumulan en mis ojos traicionándome, pero las limpio con brusquedad, no quiero verme débil, sin embargo, sé que es inútil todo persona que me ve sabe que lo soy.
-Oye... -susurra -Tranquila, no te pongas así
-No entiendes y jamás lo harás -limpio nuevamente mis ojos tallándolos con fuerza
-Vas a lastimarte -dice mientras me toma las muñecas apartándolas de mi rostro
-Quiero irme a descansar, por favor
-Sube a la camioneta
Bajo la mirada y voy viendo la punta de mis tenis todo el tiempo para no ver el cadáver del hombre.
Subo a la camioneta y empiezo a tararear una canción que solía escuchar cuando mi familia torturaba a los prisioneros, cuando era apenas una niña de 4 años.
-¿Qué estás tarareando?
-Las hojas muertas de Andrea Bocelli -susurro apenas audible
-¿Eres su fan?
-No, pero mi papá sí y me ayuda a tranquilizarme desde que soy pequeña
-¿Por qué?
No le respondo, es algo muy privado y además tendría que contarle sobre mi vida durante la infancia, y ya soy lo suficientemente débil ante sus ojos.
Llegamos a la casa y veo que Mr. Boulanger se acerca junto con Balián que camina dos pasos por detrás de él.
-¿Qué ha pasado aquí? -pregunta furioso el padre de Bentley
-Nos han declarado la guerra descaradamente, Mr. Long ha mandado liquidarnos por completo
-Bien, tomaremos cartas en el asunto -dice con severidad
-¿Te han herido? -pregunta Balián
-¿Qué importa si lo han herido o no? -pregunta bruscamente Mr. Boulanger -¿No ves que lo importante es que está de pie y enfrentando las cosas? Eso es lo que hace un Boulanger, al menos uno verdadero
Balián baja la cabeza y Bentley sostiene la mirada de su padre.
-¿Qué hace fuera de la casa está chiquita?
-No iba a dejarla sola, no para que escapara -dice firme Bentley -Aún la necesitamos
-Has algo útil en tu vida Balián y llévala a una habitación -dice Mr. Boulanger -Nosotros tenemos cosas que hacer y gente a quién matar
Su padre mira severamente a Balián.
-Date por muerto si ella se escapa
Me quedo helada con sus crudas, frías y crueles palabras.
-¿Has entendido pedazo de basura?
-Si, Mr. Boulanger
-Bien, ahora largo
Balián me toma del brazo y ambos comenzamos a andar para regresar a la casa.
Vi a Ririka y a muchas otras mujeres haciendo la limpieza de toda la sangre que cubría el piso, paredes y muebles.
-Han golpeado a Bentley y han hecho que sangre su herida -susurro mientras subimos las enormes escaleras
-Pero está bien
-Sí, parece que nada puede detenerlo
-Así debe de ser, un futuro Mr. no puede darse el lujo de verse débil
Ambos permanecemos en silencio y llegamos hasta una nueva habitación, estaba con todos los muebles y decoraciones de color blanco al igual que la anterior, aunque estaba repleta de ese sentimiento de ser una intrusa, al menos estaba sintiéndome más familiar con la otra habitación.
-¿Estás bien? -susurro
-Da igual
-¿Te ha obligado a hacer algo? ¿Te ha golpeado?
-No finjas preocupación por mi Daelyn -me mira con frialdad
-No estoy fingiendo nada, si te pregunto es porque realmente me importa
-Me ha obligado a hacer unos trabajos, pero nada que no haya hecho antes siguiendo sus estrictas ordenes
-¿Por qué no se lo ha pedido a Bentley?
-Porque tiene una herida de bala y quería dejarlo descansar -me mira -A sido mi idea
-Eres un buen hermano
-No lo creo, debí estar aquí para Bentley, lo hirieron porque no estaba para cubrirle las espaldas -me mira -Y tu no eres capaz de cuidarlo
-Claro que no soy capaz, pero recuerdas que no me gusta la violencia ¿cierto?
-El día en que tu vida realmente esté al borde del abismo, comenzarás a sacar ese lado asesino y despiadado que esta retenido dentro de ti, te crees diferente, tratas de ser diferente, pero no puedes cambiar lo que eres
-Yo no soy una asesina -le digo ofendida
-Por ahora, pero cuando alguien te amenace realmente entenderás la Ley de "Es él o soy yo"
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