Capítulo 5. Tomando tu lugar

El rey se dirigió al balcón, a lo lejos se podía ver las llamas de fuego ardiendo en la ciudad y dijo. 

_ Esto es un desastre. 

Erik le preguntó a Riddick.

_ ¿Cómo sabías que esa cosa era un dragón?

_ Nos lo enseñaron en la clase de historia, pero como tu siempre te quedabas dormido y no prestas atención no sabías que era.

_ ¿Y cómo podemos matar a esa cosa? 

_ No podemos.

Contestó el rey.

_ Los dragones de fuego son extremadamente poderosos y no hay manera de matarlos.

_ Pero Riddick lo ahuyentó.

_ Sí y corrimos mucha suerte, porque si ese dragón no se hubiera marchado ahora mismo nuestro reino estaría completamente cubierto por las llamas.

_ ¿Y qué haremos? 

_ Aún no lo se Erik, necesito tiempo para pensar.

El rey se fue y  los dejó solos. 

_ ¿Oye de verdad no hay manera de matar a ese dragón de fuego?

Le volvió a preguntar Erik a Riddick. 

_ No la hay. 

_ Debe de haber una manera,  ¿O 

como los vencían antes?

_ Hay ciertos dragones que se puede matar, los pequeños con poco poder, pero los grande y poderosos como lo es un dragón de fuego no había manera de matarlos, según los libros de historia antes había alguien que podía controlar a los dragones y era esa persona la que se encargaba de salvar a los reinos que eran atacados por dragones, sin embargo, dicen que un día esa persona desapareció hace veinte años y se llevó a todos los dragones con ella; desde entonces ningún dragón nos había vuelto a atacar, bueno hasta ahora. 

_ ¿Tu que usaste para ahuyentar el dragón? quizá con eso podríamos matarlo. 

_ No lo creo Erik. 

_ ¿Por qué no?

_ Bueno verás, recuerdas el líquido sumamente inflamable que use esta mañana. 

_ ¿La que por poco y nos mata?

_ Si esa, pues le he lanzado todo lo que tenía al dragón y prácticamente no le ha hecho nada, solo lo ahuyento. 

_ ¡Espera!, ¿Usaste eso para atacar al dragón?

_ Si.... En ese momento no se me ocurrió otra cosa, pero el caso es que la cantidad que use para atacar al dragón era cuatro veces más de la que use esta tarde, así que tu padre tiene razón, no hay manera de matar a esa cosa. 

Erik se sentó en un sofá y le dijo.

_ Entonces solo nos queda esperar a que ese dragón nos mate. 

_ Al menos que a tu padre se le ocurra otra cosa, si. 

Erik se quedó descansando un momento y dijo. 

_ Iré a ayudar a la ciudad. 

_ Yo te acompaño. 

_ Gracias.

Le dijo Erik, mientras se ponía en pie y se dirigía a la ciudad.

El rey estaba en su habitación viendo todo el desastre que había en la ciudad desde su balcón, su esposa se acercó a él lo rodeó con sus brazos y le preguntó. 

_ ¿Estás bien?

_ No.

_ Esto no es tu culpa Frederick, tu ya has hecho todo lo que podías hacer. 

_ Aun así siento que no es suficiente.

_ ¿Y qué piensas hacer?

_ Ese drago regresará, así que iré a buscar a Aria y le pediré que nos ayude. 

_ ¿En verdad crees que nos ayudará después de lo que le hicimos?

_ No lo se, pero no se me ocurre nada mas, si es necesario me arrodillaré ante ella y le implorare perdón. 

_ ¿Y qué pasará con el reino mientras no estás?

_ Dejaré a Erik en el trono. 

_ Erik aún es demasiado joven e inmaduro para hacerse cargo del reino. 

_ Lo se, ¿Pero qué más puedo hacer? 

_ Por hoy será mejor descansar y ya mañana pensaremos en lo que vamos hacer. 

El rey le hizo caso a su esposa y se acostó en la cama y apoyó su cabeza en el regazo de su esposa, ella acarició su cabeza hasta que él se quedó dormido. 

Al día siguiente el rey organizó una reunión con todos sus consejeros y estuvieron reunidos toda la mañana discutiendo lo que el rey había planeado hacer, todos se mostraron descontentos por su decisión ya que ellos consideraban que Erik aun no estaba preparado para hacerse cargo del reino en su ausencia, y menos en la situación en la que se encontraban. 

Cuando Erik regresó de la ciudad le preguntó a unos de los sirvientes donde se encontraba su padre y cuando le dijo que estaba en la sala del consejo se fue a buscarlo. 

Al llegar a las puertas de la sala en la que su padre estaba reunido con todos los consejeros, Erik escuchó lo que decían. 

_ Su majestad, es una locura que usted vaya a buscar a la princesa dragón, puede enviar a los soldados a buscarla. 

_ Ella no aceptará venir a menos que yo vaya a buscarla, si es que acepta. 

_ Su majestad, aun así usted no puede dejar el trono e ir a buscarla, lo mejor sería que el príncipe Erik fuera en su lugar. 

_ Ese lugar es muy peligroso no pienso dejar que mi hijo vaya. 

_ Su majestad si usted llega a morir en la crisis en la que se encuentra el reino será aún peor. 

_ Aun así no pienso dejar que mi hijo vaya en mi lugar. 

Erik abrió las puertas de golpe y todos se giraron para verle. 

_ Padre si hay algo que yo pueda hacer para salvar a nuestro reino lo haré.

Le dijo.

_ No me importa si es peligroso yo se cuidarme muy bien. 

_ Erik, ni siquiera sabes de qué estamos hablando. 

_ He escuchado una parte de la conversación y si hay algo que yo pueda hacer, lo haré, no pienso quedarme aquí escondido mientras nuestro reino es destruido. 

El rey se sentía presionado por sus consejeros ya que ellos querían que Erik fuera en su lugar a buscar a la princesa dragón, y el que Erik hubiera entrado diciendo que él iría no había ayudado mucho.

Pero el rey sabía que por más que le insistiera a Erik de que se retractarse él no iba hacerlo ya que parecía muy decidido, así que al final tuvo que aceptar que él fuera en su lugar.

Cuando la reunión terminó y solo quedaron Erik y su padre él le dijo. 

_ Este viaje será muy peligroso, ¿Por qué tenías que ofrecerte para ir en mi lugar?

_ Padre nuestro reino te necesita más que a mí en estos momentos, yo estaré, bien no te preocupes.

_ Erik no tienes idea de lo que estás diciendo, la persona que irás a buscar es a la princesa dragón, ella vive en la isla de Athir ese lugar es donde habitan todos los dragones que existen y ella los controla a todos. 

_ Padre, no me importa que tan peligroso sea este viaje, si no voy nuestro reino será destruido por ese dragón. 

_ Erik puede que la princesa dragón no quiera ayudarnos así que debes de hacer todo lo posible por lograr que ella te ayude. 

_ No te preocupes papá, me aseguraré que ella acepte ayudarnos. 

_ Eso espero.

Le contestó el rey con una expresión de cansancio y tristeza. 

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