Cap. 20 El viaje de los Malek

La sultana estaba lista 5 minutos antes de las 8 de la mañana, jugaba con sus manos y mordía levemente su labio inferior, esperando ver bajar a su amado, corriendo por las escaleras cuando el reloj diera las 8 de la mañana y las campanas de cristal se oyeran en todo el salón, la escalera permaneció vacía nadie bajo, el sultán salió de la biblioteca al oír el reloj, vio de reojo a su hija la cual no dejaba de ver hacia las escaleras, se acercó a ella tomándola de los brazos y le dio un beso en la frente.

Que estás haciendo cariño, pregunto el sultán en son de burla, ella lo miro unos instantes y regreso su vista a las escaleras, después respondió, espero al par de…, su expresión fue detenida por la acompañante que le brindo su copa de medicamento, ella la tomo y bebió, después con los ánimos más decaídos le pregunto a su padre, el por qué no bajaban los Malek.

El sultán respondió con ternura y un poco de dureza en sus palabras, pues la familia Malek dejo el palacio después de medianoche, Zalithe Malek me informo que se les presento un asusto muy importante, el cual tenían que estar los tres y se retiraron, pero porque no me avisaron para despedirlos o algo... así, su rostro estaba triste, se sentía abandonada y saber que su amado se fue sin decir un adiós le partía el corazón.

Ya no quería celebrar la fiesta de fin de semana, pero tampoco le diría a su padre, ya que sabría que se pondría triste.

Tranquila cariño, recuerda que hay muchas cosas que preparar para la fiesta, la familia Malek prometió regresar para la celebración del fin de semana, así que… la sultana salto a los brazos de su padre el sultán, con gran alegría beso su frente y cara, él le sonrío con la misma alegría con que era besado, después de un rato así, un disculpe los interrumpió, era una de las acompañantes que les indico que la mesa estaba servida y que podían pasar al comedor.

Después del desayuno la sultana subió a su cuarto y les pidió a sus nanas que le acompañaran, ella empezó a bajar y probarse cada uno de los vestidos que tenía en su cuarto, pero no le agradaba ninguno, así pasaron cerca de 4 o 5 horas, la hora de la comida llego sin previo aviso, la sultana estaba muy cansada, le pidió a las nanas que trajeran la comida a su habitación y que después de eso descansaría un rato, la sultana entro en un sueño profundo después de sus alimentos, ella aún no se recuperaba en su totalidad, ella mantenía un cansancio que no podía entender y por las noches sentía un calor no molesto pero sí que le impedía descansar a pesar de tener la habitación a una temperatura de prácticamente 10 grados centígrados.

Esa noche no ceno solo bebió sus medicamento, al despertar su cuerpo estaba más cansado que otros días, no entendía que es lo que le estaba sucediendo, su piel empezó a ponerse un poco más pálida y sus ojos eran envueltos por dos lagos oscuros, el color rosado de sus labios paso a un pálido y sin volumen, toda ella era un desastre.

Las nanas le iban a despertar, pero al ver la condición en la que se encontraba la sultana, prefirieron dejarla descansar una hora más, en lo que informaban al sultán y al médico para que revisara a la sultana, el sultán entro a la habitación de su hija y le preocupo el estado en el que se encontraba.

Ordeno al médico que le atendiera en su recamara y no le dejaran salir por lo menos toda la mañana, conociendo a su hija, sabía que aún que se sintiera cansada ella estaría preparando todo para la fiesta, sin importar su salud, y cuál era el motivo principal de la celebración, pues la salud de la sultana.

Al ver a mi amada sultana Remy con los cachorros en brazos y dándoles de comer en sus pequeñas boquitas su biberón, mi alfa interior quería salir y cubrir a la sultana para que pronto estuviera su vientre lleno de sus cachorritos, si mi alfa quería amar y ser amado por la omega de la sultana y disfrutar de la recompensa que da ese tipo de entrega.

Mi padre pareció saber lo que estaba pensando exactamente, el me dirigió un mirada cómplice la cual leí fácilmente y le di mi aprobación, él se levantó de la mesa en compañía del sultán y se quedaron por mucho rato platicando, más bien mi padre está solicitando el permiso del sultán para que yo pueda cortejar a su hija la hermosa y bellísima sultana Remy.

Cerca de la medianoche mi padre salió de la biblioteca en compañía del sultán ambos salieron muy contentos, yo estaba sentado en el salón del reloj, esperando el resultado de dichas pláticas entre los alfas de estas dos familias, el sultán al verme en el salón se alegró y me pidió que me acercara a su lado con un gesto en sus manos.

Zaid Malek, me alegra que un joven como tú, este dispuesto a esperar por la negociaciones de los alfas líderes de las manadas, lo cual habla bien de ti, de cómo respetas las costumbres familiares y de cómo estas interesado en pretender a mi hija, pero temo decirte que no, no puedes cortejar a mi hija….

Al escuchar las palabras del sultán mi corazón se engrandecía por que el sultán reflejaba en su rostro la aprobación de mi cortejo hacia su amada hija, pero después de unos segundos mi corazón se fracturo en mil pedazos al escuchar que el sultán había dicho que, pero temo decirte que no, no puedes cortejar a mi hija…. Sentí como mi alma salía de mi cuerpo, como mi alfa agonizaba en mi pecho y como las fuerzas de mis piernas se perdían, mi padre se percató de mi estado y me sostuvo por los hombros, también el sultán me ayudo a detenerme, yo casi muero en ese momento, al sentir las manos del sultán sosteniéndome, levante la mirada y en un susurro le pregunte el porqué.

En el rostro de mi padre y el sultán se reflejaba una pizca de diversión, pero más que nada de preocupación me ayudaron a que tomara asiento en el sillón más cercano, el sultán continuo con su explicación, no puedes cortejar a mi hija… tu padre y yo hemos decidido en comprometerlos en matrimonio, estos últimos días pude ver el gran amor que le tienes a mi linda cachorrita, por lo tanto, creo que el tiempo de cortejo ya paso.

Mi corazón se reconstruyo por arte de magia todo, se trató de un malentendido, y el sultán si me aceptaba como el prometido de su hija, lo cual me alegro mucho, como un resorte me levante del sillón e hice una reverencia a el sultán, le prometí que con la bendición de ambos y de la Madre Luna, yo sabría hacer feliz a mi amada Remy. Ellos sonrieron y mi padre me indico que teníamos que partir en este mismo momento a Egipto, para poder regresar para la celebración.

Sin decir nada más, me despedí del sultán, con una reverencia y subí las escaleras prácticamente de tres en cuatro, entre al cuatro de mi hermano y le desperté para infórmale de las nuevas noticias y de que teníamos que partir en ese momento, claro que se alegró por lo de mi compromiso con la sultana Remy, pero a la vez se veía en sus ojos un destello de tristeza, y yo sabía muy bien por qué.